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Cuando sintió que su corazón se salía de su pecho, sus piernas temblaban y el mundo parecía haberse detenido a su alrededor, Adrien se dio cuenta de algo: estaba enamorado.
Pero no se sentía así por cualquier persona. La chica que lo ponía nervioso con tan solo verlo a los ojos, era nada más y nada menos que su compañera de clases, su mejor amiga: Marinette.
Sin embargo, los días se convirtieron en semanas y él seguía sin decirle lo que sentía. Y fue entonces en aquella tarde cuando el director del instituto citó su clase a su oficina para anunciar algo importante.
El grupo entró por completo y Marinette y Alya se quedaron hasta el frente de la fila. Claramente al ver esto, Adrien pasó en medio de los alumnos para colocarse al lado de la azabache. ¡No podía evitarlo! Amaba estar cerca de ella y usaba cualquier pretexto para hacerlo.
Entonces, una vez que la profesora pidió orden, el director explicó un proyecto que el alcalde estaría produciendo. Era una filmación corta con estudiantes del colegio. Ya ellos habían hecho esto antes, pero esta vez, Marinette sería la actriz principal.
La azabache sonrió nerviosa porque esta noticia ya la sabía desde tiempo atrás. Mas entonces, mientras Adrien pensaba lo linda que ella se vería en la gran pantalla, el director anunció que el papel coprotagónico aún no se le había dado a nadie y además, era la misma Marinette la encargada de escoger a su compañero.
Con esto en mente, al concluir las clases, Adrien reunió a sus amigos en la salida del colegio. Estaba decidido: quería declarar lo que sentía.
—Pero, ¿y si me rechaza? —susurraba mientras caminaba de un lado a otro.
—No lo hará —bufó Nino—. Ella te... aprecia, hermano.
—Lo dices porque tú nunca pasaste por esto.
—¡Claro que sí!, ¿no lo recuerdas? ¡Fuimos al zoológico! Y tú estabas allí.
—Me refiero a que no pasaste esto con Alya —confirmó deteniéndose—. Marinette y yo... es... diferente —dijo en un hilo de voz—. No quiero arruinar lo que tenemos; nuestra... amistad.
—Amigo, te propongo algo. O más bien, te reto —intervino Kim—. Hoy Marinette tiene que elegir a su chico para ese proyecto. Si te escoge como su coprotagonista, debes decirle lo que sientes. ¡Hoy mismo!
—¡Sí! —exclamó el de gorra—. Debes hacerlo sí o sí. O si no...
Kim propuso algo si él se negaba a hacerlo, pero el rubio no lo escuchó. Su mente ahora estaba concentrada en aquella joven que vio bajando por las escaleras desde el segundo piso. Ella sostenía lo que parecía ser el guion del proyecto y ahora hablaba con Nathaniel.
Adrien sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Él quería que ella le pidiera ser su compañero para sentir la presión de sus amigos y declararle lo que sentía de una vez por todas; en ese instante creía estar listo para ello y no quería esperar más tiempo. Pero eso tal vez no pasaría si ese día ella le daba el papel a alguien más. Así que, al verla, él susurró:
—Acuérdate de mí.
De repente, tras él escuchó las risas de sus amigos. Adrien se giró hacia ellos y los vio burlarse de sus nervios. Él se rio con ellos intentando usar las carcajadas para calmarse.
—Muy graciosos —les dijo el rubio—. Más bien deberían ayudarme a practicar lo que le diré.
—¡Claro! —afirmó el deportista pestañeando varias veces y juntando sus labios para hacer una mueca—. Vamos, Adriencito. Di lo que sientes por mí —pidió con voz aguda.
El rubio soltó algunas carcajadas y por un momento cerró sus ojos para concentrarse.
Al hacerlo, vio muchas imágenes en su cabeza. Todas eran de esa joven y los momentos que había pasado con ella. Él usó esto como inspiración para encontrar las palabras adecuadas en su confesión.
Sin embargo, en cuanto abrió los ojos, vio que sus amigos se estaban alejando poco a poco de él.
—¿A dónde van?
—Ya no quiero practicar contigo —le gritó Kim entre risas.
Adrien llevó su mirada a Nino, quien iba al lado del deportista y este negó con su cabeza.
—Yo tampoco quiero practicar contigo —exclamó—. Mejor hazlo con ella.
El rubio formó una mueca de confusión y cuando se volteó, vio esos ojos azules que él tanto amaba observar. Él le regaló una cálida sonrisa y Marinette apretó con fuerza ese documento que sostenía.
—Hola, Adrien.
Las mejillas de ella estaban coloradas, pero no tanto como las del rubio, quien ahora estaba inundado en nervios, pero con algo en mente: si ella le pedía ser su compañero, él le diría lo que sentía, ese mismo día. No seguiría posponiéndolo.
—Ma-marinette... ¿to-todo en orden?
Ella sonrió.
—Solo... me preguntaba si... ¿estás libre esta tarde?
—¿Es-esta ta-tarde?
—Creí que... podríamos salir a... repasar el guion porque... te quiero... ¡como mi protagonista! —corrigió al instante en medio de nervios.
Adrien sintió que su corazón quería salirse del pecho, sus piernas temblaban; su rostro hervía y en ese momento se dio cuenta de cuán enamorado estaba de esa chica. Había sido un tonto por no haberse dado cuenta meses antes.
Marinette siempre había sido primero. Tal vez su amor por ladybug lo había cegado, pero Marinette era la chica que amaba, su alma gemela; la única que podía detener el mundo a su alrededor para que fueran solo ellos dos.
Y ella, ahora estaba allí frente a él diciéndole que lo quería como su compañero. ¡Se había acordado de él! Esa era la señal. Era el momento para decirle lo que sentía.
—Marinette, yo...
—Espera —lo detuvo—. En serio quiero que lo aceptes. No quiero a nadie más en este proyecto conmigo. Yo... no pensé en nadie más que en ti para este papel. Así que... ¿qué dices? ¿Podemos salir esta tarde?
Adrien sonrió ampliamente. ¡Claro que aceptaría! Y por supuesto, claro que esa misma tarde, en algún momento, le confesaría lo que sentía.
Después de todo... Marinette se acordó de él.
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Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias
RomanceHistorias cortas donde Adrien y Marinette se verán involucrados en alguna situación romántica o preferiblemente en un "intento de ser cursis". . . Las historias son completamente mías. Prohibida su copia. . . . Los personajes no son míos, le pe...