31● Rompecabezas

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Si había algo que aburría a Marinette a sus seis años de edad, era ir a la biblioteca para escuchar a una mujer leer un cuento mientras su madre se perdía en los pasillos. ¡Era deprimente! Pero ese día tuvo una idea.

Siendo precavida, se escabulló detrás de un estante y fue a otra sección de la biblioteca. Ahí frente a una ventana donde se veían los copos de nieve caer, encontró una mesa con algunos rompecabezas. ¡Eso sí era divertido!

Rápidamente logró completar varios de ellos hasta que, vio que a uno le faltaban dos piezas. Tenía una en su mano, pero ¿y la otra? Desesperada, buscó debajo de la mesa, de sus zapatos y comenzó a sentir temor. No quería que la señora de la biblioteca la regañara por perderla.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y entonces, se dio por vencida. Sin embargo, cuando quiso comenzar a llorar, vio una mano extendiendo una pieza, ¡era la última de su rompecabezas!

—Tengo lo que necesitas.

Ese niño rubio se acercó y unió la pieza que él tenía con la de ella. Ambas encajaron perfectamente y al acercarse a esa mesa, juntos terminaron aquel rompecabezas. A partir de allí, esos niños supieron que ambos estaban hechos el uno para el otro y no debían separarse.

Lamentablemente, crecieron.

Ella se quedó en París y Adrien fue a estudiar a otro país. Por eso, Marinette pasó todo el año haciendo los mejores preparativos para diciembre. Adrien llegaría esas vacaciones y quería aprovechar el tiempo al máximo. Su emoción estaba al tope hasta que, recibió un mensaje:

Él no regresaría.

—¡Marinette! Te estamos esperando, ya todas estamos...

Kagami se detuvo al ver a esa chica recostada en el balcón, con los ojos húmedos, y con el celular a punto de caerse de su mano. Parecía no tener fuerzas, lucía triste, la decepción estaba en todo su rostro.

—Marinette, ¿ocurre algo?

Ella negó.

—Vayan ustedes, Kagami. No estoy de ánimos para compras navideñas.

—¿Pasó algo grave?

—Adrien... no vendrá. Y yo... realmente estaba ansiosa por verlo.

Comprendiendo su situación, la japonesa llegó a su lado para abrazarla.

—Lo lamento, Marinette.

La ojiazul tenía un gran nudo en su garganta. Tenía enormes ganas de llorar, pero todo lo que hizo fue negar una vez más con su cabeza.

—Creo que... debo ver el lado bueno: tal vez él no estará conmigo, pero estará sano y salvo en otro país. Podría... podría ser peor.

Esta vez, Kagami decidió abrazarla con más fuerza y Marinette no pudo resistir. Lloró.

—Yo... tenía tantas cosas planeadas —balbuceaba la ojiazul—, yo... no sé por qué nada me sale bien en la vida. Todo lo que quería era pasar una linda navidad después de... tantas cosas que me han pasado estos años.

—Marinette, no te preocupes por eso. Estoy segura de que, sea donde sea que esté Adrien, siempre te dará la mejor navidad que hayas podido imaginar.

—¿E-en serio lo crees?

—¡Claro que sí! ¡Son el uno para el otro!

Marinette se detuvo por un instante, algo estaba pasando.

Ese tono de voz que Kagami había usado lo conocía: sabía algo que ella no.

—Espera, ¿esto es alguna clase de broma? —quiso saber Marinette.

—¿De qué estás hablando?

—Siento como si de pronto Adrien va a aparecer de la nada.

Al instante, sus ojos azules vieron la trampilla. Kagami negó tal hecho en medio de risitas, pero Marinette no perdió la esperanza.

Hasta que, su corazón por poco y se detiene. La trampilla se abrió y por ella apareció un rubio.

Sin embargo, la decepción decoró el rostro de Marinette al ver que no era su chico.

—¡Entrega especial! —anunció el recién llegado levantando esa caja que traía.

—¿Qué es eso, Félix? —le preguntó Kagami.

—La acaban de dejar en la puerta. Es para Marinette.

Sin pensarlo dos veces, la ojiazul le arrebató la caja para abrirla. Adentro había una nota y una caja más pequeña, solo que esta estaba envuelta en papel de regalo.

—¿Qué dice esa cosa? —preguntó el rubio.

—Félix, no seas chismoso —se quejó Kagami.

—No soy chismoso, linda. Solo me informo sobre la vida de mis amigos.

Por su parte, Marinette leyó la nota para sí misma: era una dirección. Así que, sin decir nada más, se levantó y se fue con mucha prisa. Presentía que algo inolvidable estaba por pasar. Conocía a Adrien; sin duda sabía cuando él planeaba ese tipo de cosas para ella.

Cuando llegó a esa bodega oscura, se dirigió a una mesa frente a un ventanal, tal y como decía en ese papelito. Vio a su alrededor, no se podía ver casi nada, pero al menos ahí sí había luz. Entonces abrió la caja y se dio cuenta que era un rompecabezas.

Dado que no tenía una imagen clara de qué estaba formando, le costó un poco armarlo, pero no lo suficiente. Finalmente, al casi terminarlo, supuso que era una especie de jardín secreto con flores y luces. Solo que, no pudo completarlo. Le faltaba una pieza. Justo en el centro de la imagen.

—¡No puede ser!

Desesperada, buscó a su alrededor sin éxito. No sabía qué pretendía Adrien con ese rompecabezas, pero le daba lastima perder una de sus piezas. Dándose por vencida, miró hacia el ventanal. La nieve había comenzado a caer. Cuando de pronto, escuchó unos pasos acercarse.

—Aquí tengo lo que necesitas.

Esa voz... Era él; ¡era Adrien!

¡Sabía que él planeaba algo!

Con una enorme sonrisa, ella se volteó y lo vio extender la pieza faltante.

—Muy en el fondo siempre supe que estarías aquí —le dijo Marinette.

—Ten, termina tu rompecabezas.

Ella tomó la última pieza, pero en eso, se dio cuenta de algo: la imagen de esa pieza era Adrien hincado. Y cuando ella la colocó en su lugar, se dio cuenta que era Adrien en frente de un romántico escenario. Y entonces, supo lo que ocurría.

¡No podía creerlo! Esta vez no lo vio venir.

Al voltearse, Adrien estaba tal y como en el rompecabezas, hincado frente a ella con un precioso y romántico escenario tras él. Pero lo que más sorprendió a esa chica, fue el anillo de compromiso que él sujetaba.

—Marinette, eres mi otra mitad. No puedo imaginarme mi vida sin ti porque, mi amor, eres la pieza más importante y especial de mi vida. Eres la pieza que encaja perfectamente en mi corazón y... eso lo supe desde que nos conocimos. Por esa y muchísimas razones más, ¿aceptarías que yo, una pieza perdida, sea parte de tu rompecabezas y formar una familia juntos?

Y bajo la mirada de sus curiosos amigos que no resistieron las ganas de asomarse detrás de aquella pared, la pareja selló su promesa con un beso. Ahora con la pieza faltante en su lugar, tuvieron la certeza de que juntos, estaban completos.

Publicado en X (@ tammynette_), el 26 de noviembre, 2023.

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