10● ¡Buena suerte!

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❤🖤

Las últimas semanas, Ladybug se había encariñado con  un tierno gesto de su compañero de batallas. Después de que ella le explicaba el plan para usar su amuleto encantado, Chat Noir tocaba su nariz con su dedo índice y le deseaba buena suerte con una sonrisa.

Esto se había convertido en un gesto habitual y ese día no había sido la excepción. La heroína invocó su amuleto encantado y recibió una larga manguera. Rápidamente observó a su alrededor y le explicó su plan a su compañero.

—¿Entendiste? —preguntó Ladybug.

—Solo tengo que amarrar el otro extremo de la manguera al otro lado de la calle para que ese duende gigante se caiga. Luego, con mi bastón le quito el sombrero y tú atraparás su akuma, ¿no?

—Así es, gatito.

Él sonrió orgulloso y al levantar su dedo índice, tocó la punta de la nariz de la chica.

—Buena suerte, mi lady.

La azabache lo vio irse y una sonrisa embobada se formó en sus labios. ¿Cómo es que un pequeño gesto como ese la hacía suspirar?

Pronto, la batalla terminó, los héroes chocaron sus puños y cada quién se fue para su casa. Pero Marinette no había dejado de pensar en el héroe gatuno. Últimamente percibía un sentimiento más allá de la amistad y quería descubrir con exactitud qué era.

Al día siguiente, otro akumatizado apareció en París. En medio de la pelea, ella invocó de nuevo su amuleto encantado y explicó su plan al héroe de la destrucción.

—¿Lo tienes? —le preguntó a su compañero.

—Tranquila, mi lady. Es como quitarle un dulce a un bebé.

—Chat Noir, no es cualquier bebé, es uno gigante —señaló a lo lejos a Gigantitan, quien iba hacia el Trocadero.

—Tranquila, mi lady —respondió entre risitas—. No es la primera vez que hacemos esto. ¡Buena suerte!

Él se dio media vuelta y se fue, pero esta vez, no había hecho aquel gesto. Ladybug arqueó sus labios hacia abajo e inconscientemente se llevó sus dedos a la punta de su nariz. Sintió como si hubiera un gran vacío dentro de ella. De verdad había extrañado ese gesto.

Pero no había tiempo para pensar en eso. Ella puso su plan en marcha y ahora habían detenido los pasos de Gigantitan con pegamento en el suelo. Ahora solo ataría los brazos del gigante con su yoyo y Chat Noir iría a su cuello a tocar esa chupeta con su cataclismo. Solo que, el niño parecía algo inquieto y Ladybug trataba de controlarlo con su yoyo.

—¿Segura que puedes sujetarlo? —preguntó el héroe gatuno al llegar a su lado.

—¡Claro que sí! Solo ve por su chupeta.

—¿Segura? —insistió no muy convencido—. No quiero que ese niño me tire.

—No lo hará —rio ella atando el hilo del yoyo en un poste—. Yo lo tengo asegurado, no te preocupes. —El héroe quiso confiar en ella una vez más, pero entonces, antes de que él se fuera, Ladybug tuvo una idea—. ¡Chat Noir! —lo llamó.

—¿Qué pasa?

Y con una sonrisa en su rostro, ella se puso de puntillas y llevó sus labios a los de él, entregándole un tierno y corto beso.

—Buena suerte —declaró la chica con las mejillas coloradas.

Él tuvo que pestañear un par de veces para comprobar que eso no era un sueño.

—Va-vaya forma de desear suerte, mi lady.

—Tú tienes tu método y yo el mío —dijo con una sonrisa divertida, la cual el rubio imitó.

—Oh, en ese caso, al tratarse de un bebé gigante de ojos rojos, creo que necesito suerte extra.

—Ah, ¿sí?

Y cuando ella sonrió de nuevo, Chat Noir se inclinó y unió sus labios una vez más, a lo que ella no se negó en absoluto.

—Gracias, mi lady —musitó al separarse a pocos centímetros de su rostro—. Definitivamente eres la portadora del miraculous de la buena suerte.

Él guiñó su ojo y sin más, fue hacia aquel bebé gigante para terminar con eso de una vez. Ladybug lo observó con un rostro iluminado de felicidad. Su corazón palpitaba a un ritmo acelerado y hasta sentía mariposas en su estómago. Esos besos habían confirmado sus sentimientos; esos besos le habían hecho saber lo suertuda que era por haber conocido a ese chico y tenerlo a su lado.

Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora