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Sin poder contener su emoción, Marinette sostuvo con fuerza ese boleto de lotería. Estaba a muy pocos pasos de cumplir uno de sus más grandes sueños.
—¿Qué harás si ganas el premio mayor? —le preguntó su kwami.
—Gritaré, lloraré de felicidad y luego trataré de no desmayarme cuando conozca a mi diseñadora favorita de siempre en la semana de la moda.
—Espero que ganes, Marinette. De todas formas, tienes al kwami de la suerte.
Con un gesto juguetón, Marinette pasó el boleto por encima de la cabeza de su contraria. Esperaba que esto le ayudara en algo.
—Deséame suerte, Tikki.
Segura de sí misma, la chica tomó una moneda del escritorio para raspar su boleto, pero justo en ese momento, escuchó algo.
Un golpeteo en la ventana interrumpió su acción y no dudó en ir a abrirla.
—¡Buenos días! —saludó un emocionado Chat Noir que entró sin pensarlo por ese espacio—. Andaba de paso y solo quería ver cómo estaba mi ciudadana favorita.
Ella soltó una carcajada sarcástica.
—Se nota que soy tu favorita. Solo mira el nivel de confianza con que entras a mi habitación.
—Lo siento, princesa. Pero te soy sincero: paso más tiempo aquí que en mi propia casa.
—De todas formas te agradezco que llegaras —continuó la joven—. Contigo aquí, puedo desmayarme en paz.
La expresión juguetona del muchacho pasó inmediatamente a ser una de preocupación.
—¿Desmayarte? ¿Estás bien?
—Estoy mejor que bien. Es que... si saco el premio mayor en este boleto de lotería, podré conocer a mi diseñadora favorita de todos los tiempos: ¡Diora Vogue!
—¿De verdad? —enunció contagiándose de su entusiasmo—. ¡Entonces hazlo ya!
Animada por la idea, raspó el boleto con una emoción que duró poco. La suerte no estuvo de su lado y todas sus esperanzas cayeron en picada.
—¡Ánimo! —le dijo el héroe—. Hay más boletos de lotería por ahí, vamos por toda la ciudad a buscarlos.
Marinette observó a la distancia su monedero. Tenía poco, pero lo valía por el gran premio.
—De acuerdo, ¡no perdamos más tiempo, Chat Noir!
Juntos, recorrieron París, rasparon boletos en diversas tiendas, pero la fortuna seguía sin sonreírles. Hasta que, a escasas horas de la tarde, Marinette tomó un descanso en un banco del parque y Chat Noir se ausentó por un momento. No tardó mucho, y al regresar, traía en sus manos dos helados y una bolsa con decenas de boletos de lotería, dejando a la chica muy sorprendida.
—¿Cuántos boletos compraste, Chat Noir?
—Solo unos cuantos. No te preocupes por eso.
—Pero son muchos...
—Los suficientes que ganes, no importa —insistió, ya que no quiso confesar que había comprado todos los boletos de dos tiendas.
—Gracias, gatito.
—Anda, sigue raspando.
Al llegar a casa, Marinette continuó con su labor hasta el final del día, pero ninguno de los boletos reveló el tan ansiado premio mayor. Desilusionada, levantó su mirada y vio que Chat Noir dormía en su diván. Él la había acompañado todo el día y sin duda estaba cansado.
Fue en ese momento cuando la joven se dio cuenta de algo. A pesar de no haber ganado el premio material, comprendió que el verdadero premio era tenerlo a él. Siendo Ladybug o Marinette, Chat Noir siempre estaba allí para apoyarla sin importar qué. Ya fuera con un abrazo palabras de apoyo, un helado, más boletos de lotería... con lo que fuera.
Con una sonrisa, se acercó y se acurrucó entre sus brazos para también dormir un poco. Tenerlo a él con su compañía y apoyo constante, era el premio más valioso que podía haber ganado en su vida.
Publicado en X (@ tammynette_) el 6 de marzo, 2024.
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Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias
RomanceHistorias cortas donde Adrien y Marinette se verán involucrados en alguna situación romántica o preferiblemente en un "intento de ser cursis". . . Las historias son completamente mías. Prohibida su copia. . . . Los personajes no son míos, le pe...