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Adrien apretó sus dientes con fuerza al no saber qué flores podría escoger. Las rosas eran lo usual. Todo el tiempo las compraba y desde que tenía memoria era las flores que más le regalaba a Marinette y Ladybug. Pero esta vez quería llevar otras; esta vez era una ocasión muy especial.
—Entonces, ¿ya se decidió? —preguntó el vendedor.
—Sé que debo darle flores rojas por su significado en el amor, pero no sé si llevarle rosas de nuevo.
El hombre se rascó su larga barba y antes de contestar, arqueó una ceja cuando vio con detenimiento a ese joven rubio frente a él.
—Oye, te conozco. Eres Adrien Agreste, ¿no?
—Así es, señor.
—¡Ooooh! —exclamó con sorpresa al intentar adivinar qué hacía ese rubio en su floristería—. Entonces estas flores van para... Marinette. Ese es su nombre, ¿no es así?
Adrien esbozó una tenue sonrisa cargada de tristeza y asintió.
—Sí, señor. Las flores son para ella.
—¡Oh, muchacho! ¡De haberlo dicho antes!
El hombre fue hacia un hermoso ramo de tulipanes rojos que decoraba la entrada de esa tienda y luego Adrien lo observó regresar a él. El sujeto le entregó las flores con una mirada cargada de comprensión y simpatía. Tanto él como todo París sabía que ese muchacho rubio estaba pasando por un momento difícil.
Aquella noticia había impactado toda la ciudad.
—Lo lamento mucho, Adrien —le dijo—. Pero, quiero que sepas que los tulipanes rojos, son perfectos para una declaración de amor, y... quiero que también sepas que todo París está con ustedes.
El rubio le regaló una sonrisa en cuanto sacó su billetera para pagar el ramo.
—Muchas gracias, señor.
—No, tranquilo. —Puso sus manos frente a él para rechazar el dinero—. Estas flores son para Marinette. Dáselas como un agradecimiento de parte de todos los parisinos por su sacrificio.
Adrien asintió y agradeció una vez más antes de irse. Desde que toda la ciudad se había dado cuenta que su heroína, Ladybug, era una joven llamada Marinette, y que ella misma había renunciado a la caja de los miraculous y había perdido la memoria en una trágica batalla contra un villano, todos intentaban ser amables con ella y demostrarle su agradecimiento por haberlos protegido por tantos años, ya que ella había dejado su labor como heroína después de eso.
Al llegar a esa casa donde el olor a pan recién hecho inundaba cada rincón, Adrien tocó el timbre junto a la puerta y mientras esperaba, acomodó las mangas de su camisa de vestir. Quería lucir lo mejor posible, por ella.
Cuando la puerta se abrió, del otro lado apareció esa chica que era dueña de su corazón. Ella lo analizó de arriba abajo con una risita que escondió detrás de su mano.
—También es lindo verte, Adrien. Pero... ¿para quién son esas bellas flores?
El rubio dejó salir un suspiro mientras intentaba mantener una sonrisa en su rostro. Dentro de él, no había más que un corazón desquebrajado. Todos los recuerdos que había vivido junto a esa chica como héroes, ella ya no los recordaba.
Ahora, él no era más que solo su compañero de clases, el chico que todo el tiempo veía en el colegio y nada más. Ya no era aquel héroe gatuno que una vez la enamoró. Por esa razón, él estaba allí; para revivir su amor.
—Son para ti, Ma... lady —declaró al darle el ramo—. Y... ya que estoy aquí... me preguntaba si querías salir.
—¿Salir? —repitió extrañada—. ¿Como en una cita?
—¡Sí! ¡Eso! —soltó alzando la voz debido a sus nervios.
—¿De verdad?
—¿Qué dices, mi lady?
Ella observó el ramo que tenía en su mano y con las yemas de sus dedos, acarició los pétalos de las flores con cierto aire de nostalgia.
—Adrien, ¿te puedo confesar algo?
—¡Claro!
—Cuando nos conocimos, me enamoré de ti el día que me diste un paraguas. Y... bueno... el tiempo pasó y... creo que dejé de hacerlo porque me empezó a gustar alguien más —aseguró—. Aunque... ahora que lo pienso, no recuerdo exactamente de quién. Divertido, ¿no?
Él sonrió con melancolía. Esas mismas palabras ella se las había dicho el día que descubrieron sus identidades secretas. Pero ahora no eran más que dos civiles que, pese a todo lo que habían pasado como héroes, debían permanecer juntos, y de eso se encargaría él.
—¿Divertido? —consultó el rubio—. ¿Por qué lo dices?
—Porque después de tanto tiempo por fin me buscas y... siento que las cosas han cambiado.
Adrien dejó salir una bocanada de aire por sus labios. Esas seguían siendo las mismas palabras que ella le había dicho tiempo atrás. Y esta vez, él usaría las palabras correctas para no cometer el mismo error hizo que ella se enojara con él, el cual fue el motivo por el que la chica había decidido renunciar a sus recuerdos en medio de aquella batalla.
—De acuerdo, mi lady. Déjame volver a encender esa llama que una vez iluminó tu corazón; déjame demostrarte quién soy en realidad. Déjame convertir en una realidad mis sueños más anhelados —suspiró—. Solo déjame enamorarte... de nuevo.
Él extendió su mano y Marinette la observó sin alguna expresión en su rostro. Apenas estaba intentando descubrir qué era lo que Adrien había querido decir en medio de todas aquellas palabras. Mas antes de que él dijera algo más, ella sonrió con total ternura y tomó su mano.
—Sea lo que sea que dijiste, eso suena que va a ser una salida muy divertida y no me la puedo perder.
El rubio sonrió de regreso y así se fueron de ese lugar. Aunque, dentro de Marinette se había formado una extraña sensación. Sentía que entre ellos dos había una conexión especial más allá de la amistad. Pero solo era cuestión de tiempo para revivir ese amor que alguna vez brilló en su interior. Por ahora, Adrien trataría de volver a ganarse su corazón... enamorándola de nuevo.
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Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias
RomansaHistorias cortas donde Adrien y Marinette se verán involucrados en alguna situación romántica o preferiblemente en un "intento de ser cursis". . . Las historias son completamente mías. Prohibida su copia. . . . Los personajes no son míos, le pe...