24● Tazas Marichat

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Siempre que Chat Noir llevaba su mirada a aquel balcón sobre la mejor panadería de París, veía a Marinette haciendo algo extraño. O más bien, algo que lo hacía voltear dos veces y prestar atención.

En esta ocasión, esa chica azabache regaba las rosas de su pequeño jardín con una taza. El héroe estaba algo confundido con esto. ¿Acaso esa chica no tenía una regadera como el resto de personas? ¿O acaso a ella le gustaba usar su taza de café para eso?

Con ayuda de su bastón, el enmascarado llegó hasta la baranda de ese balcón en donde escuchó algunas risitas de la chica al notar su presencia.

—Me pareció ver un lindo gatito... —dijo ella aún entre risas.

—¿En serio crees que soy lindo?

—¿Qué?

—¿Qué?

Marinette se carcajeó en cuanto escuchó al muchacho decir tal cosa. Ella dejó de regar sus rosas y dio un paso hacia él.

—O sea, ¿qué haces aquí? —indicó la joven.

—Solo deambulaba por allí, ya sabes... y... te vi con... tu linda taza rosa que es muy Marinette.

—Oh, mi taza de café —rio ella—. ¿Verdad que es linda? Es mi taza favorita para tomar bebidas calientes.

—Y por lo que veo... también es tu favorita para regar tu jardín. ¿No tienes una regadera?

Al darse cuenta de la confusión del héroe, Marinette solo rio al seguir su juego.

—¿Para qué necesito una aburrida regadera si tengo mi taza favorita?

—¿Y si quieres regar tu jardín y tomar algo al mismo tiempo?

—No voy a hacer eso, Chat.

—¿Y si yo te digo que hagamos eso para pasar la mañana juntos? —soltó casi sin pensarlo.

Ella sonrió de lado al ver la intenciones del muchacho, así que terminó de regar el agua que tenía en su taza para voltearse hacia él.

—En ese caso, te espero en la noche cuando riego de nuevo mi jardín. ¿Vendrías a tomar un delicioso chocolate caliente conmigo, gatito?

—¡Me parece una 'gatástica' idea!

—¿Querrás decir: "fantástica"?

—Quiero decir que, estaré aquí cuando menos te lo esperes, prrincesa.

Con una sonrisa de oreja a oreja, el héroe le aseguró a la chica su presencia esa tarde una vez más. Incluso, una idea se le vino a la mente. Quería sorprender a esa chica y por eso, se despidió con cierta prisa para hacer una compra antes de que se le olvidara.

Esa tarde, luego de su patrulla con Ladybug, Chat Noir saltó por los tejados de París con una caja mediana en sus manos. Quería sorprender a Marinette. Mas al llegar a aquel balcón, quien terminó sorprendido fue él.

—Mari... ¿nette?

Al escucharlo, ella se giró y dejó a un lado esa regadera improvisada que ella misma había hecho.

—Hola, gatito. Bienvenido.

—¿Qué es eso? —señaló lo que ella sostenía.

—Era un galón de detergente, pero ahora es mi regadera.

—¿Regadera? Creí que no tenías.

—Tenía una, pero la perdí —confesó entre risitas—. Por eso, hoy en la mañana tuve que echarle agua a mis rosas con mi taza —admitió—. Y... ¿qué es eso? —indicó lo que él sostenía. Chat Noir observó la caja y por un momento, dudó si entregársela a la chica o no.

—Yo... —balbuceó él.

—Es un regalo. ¿Es para mí?

El héroe sonrió con un poco de timidez y finalmente, decidió entregarle el obsequio.

—Yo... creí que ibas a seguir regando tu jardín con tu taza, así que... te traje otra para que tomemos chocolate caliente.

La chica abrió esa caja y vio dentro de ella dos tazas con un similar patrón de puntos. Una era de un brillante color verde y negro, mientras que la otra era de un suave color rosa y blanco.

—Chat Noir... esto... es decir... ¿para qué?

—Serán nuestras tazas oficiales de tomar chocolate caliente. Mira —dijo al tomar la de color rosa y blanco—, yo usaré esta que se parece a ti y tú la de color negro que se parece a mí. Yo uso la que tiene cara de "Mari" y tú la que tiene cara de "Chat". Oh, ¿viste? Mari y Chat.

—¿Marichat?

—¡Marichat! Suena bien, ¿no crees? —afirmó el héroe a lo que ella rio.

—¿Por qué te emociona tanto unir nuestros nombres de esa manera?

—Porque suena bien. Hasta podríamos ponernos un negocio, ¿qué dices?: "Tazas Marichat". Además, yo sería la imagen de la marca.

—¿Y según tú venderíamos mucho solo por eso?

—¡Claro! ¿Quién no quisiera una imagen mía en su casa? O... mejor, ¡una taza Marichat!

—¡Yo! —rio ella—. Y solo por ese comentario te quedarás aquí afuera mientras preparo el chocolate caliente.

—Pero, Marinette... hay que reforzar la 'Marichatización', ¡no puedes ser cruel conmigo! Tienes que tratarme bonito, ¡te traje tazas Marichat!

—Gracias, Chat Noir, pero prefiero el Ladynoir.

—¿Qué?

—¿Qué?

Entre risas, la joven tomó su taza negra y entró con prisas a su habitación. Al darse cuenta de su juego, y debido a la confianza que ya tenía con ella, Chat Noir la siguió como si fuera juego de niños. Ese trato era algo único de ellos. Se querían a su manera. Eso, era Marichat.

Subido a Twitter (@ tammynette_) el 4 de abril, 2023.

Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora