💖🖤
En completo silencio y sin chistar, Marinette yacía acostada en esa sábana que había tendido en el suelo. Esto, por motivo de su día de campo con el héroe de París.
Cada último domingo de cada mes, habían decidido verse para pasar unas horas juntos, como amigos. Ellos reían, disfrutaban de unos agradables sándwiches que llevaba Marinette y luego de eso, pasaban el resto de su tarde hablando mientras veían nubes.
Pero desde que ambos sentían algo más que amistad por su contrario, sus picnics se habían convertido en su única excusa para estar junto al otro sin levantar sospechas. Las palabras habían sido reemplazadas por silencio y ahora solo disfrutaban estar allí acostados sin hacer o decir nada más.
Esa tarde, Marinette tenía su vista en el cielo. Ella contemplaba las nubes y había decidido hacer la dinámica de siempre: quien encontrara las mejores figuras en las nubes, ganaba un sándwich extra.
Sin embargo, cuando la chica estaba concentrada en lo que veía del cielo, Chat Noir giró su cabeza a un lado y en vez de seguir buscando figuras, prefirió ver a la joven mientras ella no se daba cuenta. De cualquier forma, esto era algo que él amaba hacer.
Por un instante, observó cada detalle de ese delicado perfil: sus ojos azules eran tan hermosos, su pequeña nariz era tan adorable, sus labios eran tan apetecibles. Y sus mejillas... eran tan... apretables.
—¿Chat Noir?
Ella pronunció su nombre en cuanto sintió que él apretaba su mejilla.
—¿Sí, prrincesa?
—¿Por qué otra vez estás haciendo eso? —dijo si mover su rostro.
—¿Haciendo qué? —fingió inocencia tras soltar una risita.
Marinette giró su cara y le dedicó una mirada fulminante al héroe.
—Chat Noir, estamos viendo nubes, no... lo que sea que estés haciendo.
—¿Ya te he dicho que amo tus mejillas? —soltó sin más. Al escucharlo, la chica no pudo evitar ruborizarse.
Chat Noir soltó otra risita y dejó de apretar la mejilla. En vez de esto, él acarició con ternura esa parte del rostro de la joven, lo cual solo la hizo sonrojarse más.
—¿Y ya te he dicho que te vez preciosa cuando te pones rojita como una cereza? —dijo él acercándose.
Marinette apretó sus labios con fuerza y giró su rostro hacia el otro lado para que su contrario dejara de verla de esa forma.
—Chat Noir, solo... ve las nubes.
—¿Por qué?
—Porque se supone que estamos buscando figuritas como hacemos siempre.
Al ver que ella insistía con eso, el héroe decidió acomodarse en su espacio y acceder.
—De acuerdo, busquemos figuritas. Otra vez.
—¡Al fin! —bufó ella.
—Pero... hoy no puedo ver nada.
—Solo concéntrate, gatito. Usa tu imaginación.
—Marinette, no veo nada más que grandes gases flotando sobre nosotros.
—¡Es en serio! —gruñó ella—. No es la primera vez que hacemos esto, ya debiste haber aprendido algo. Solo imagina que son algodones de azúcar.
—¿Algodones de azúcar?
—Sí. Observa con atención —indicó al levantar su mano—. Pareciera como si pudiera agarrarlas con mi mano.
—Sí... —siguió él—. Se ve tan suave que dan ganas de apretarlas.
—¿Lo ves? ¡Ya estás entendiendo! Ahora solo estira tus manos lo más que puedas.
Al ver a la chica hacer esto, el héroe quiso imitarla, pero de nuevo, ella tenía esa sonrisa en el rostro y se veía hermosa.
Y esto, él quería hacérselo saber.
Así que, en vez de estirar sus manos hacia el cielo, lo hizo a un lado y una vez más, apretó con ternura las mejillas de la chica.
—¡Chat Noir! —exclamó con una risita—. No tienes remedio.
—¿Ya te he dicho que me...?
—¿Que te encantan mis mejillas? —completó la azabache—. Sí, ya me lo has dicho.
—No, esta vez iba a decir que me encantas tú, pero eso también porque... son tus mejillas.
De nuevo, ella se sonrojó y esta vez, el héroe redujo el espacio que había entre ambos.
—Me encanta venir a ver nubes contigo, Marinette. Pero me fascina más pasar tiempo a tu lado y disfrutar de tu compañía, de sus palabras, de tus risas. Amo disfrutar... de ti. Ella tenía sus labios entre abiertos. Sus ojos estaban conectados con los de él y no pudo moverse.
Estaba tan concentrada en aquellas palabras y en esos ojos verdes que su mirada poco a poco fue bajando hasta aquellos labios bajo esa máscara negra.
—¿Chat Noir?
—¿Sí, prrincesa?
—¿Y si hoy no vemos nubes?
—¿Tienes una mejor idea para hacer?
—Sí.
—¿Qué cosa? —quiso saber él con esa sonrisa pícara que se había formado en su rostro. Marinette solo respiró hondo y tomó valentía para lo que estaba por hacer. Esta vez no verían nubes. En esta ocasión, dejaría muy en claro sus sentimientos por el héroe.
Y cuando aquellas nubes dejaron de tapar el sol, esos dos jóvenes habían unido sus labios en un cálido y tierno beso. Se complementaban el uno al otro, se sentían felices de ser correspondidos, y sobre todo, se amaban.
Subido a Twitter el 30/10/22.
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Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias
RomanceHistorias cortas donde Adrien y Marinette se verán involucrados en alguna situación romántica o preferiblemente en un "intento de ser cursis". . . Las historias son completamente mías. Prohibida su copia. . . . Los personajes no son míos, le pe...