19● Estrellas

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Mini relato para el reto #Navifics2022

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Marinette tuvo que recostar sus brazos sobre la baranda de su balcón, no podía creer esa noticia que recién le habían dicho. ¡Su corazón estaba hecho pedazos!

—¿Lo-lo dices en serio? —preguntó con la voz totalmente quebrada.

—Sí —afirmó Adrien también con tono triste—. Mi... padre ya lo decidió y mañana mismo nos vamos de París.

—Pero... ¡esto no es justo! Esperamos tanto por estar juntos... ¡¿Por qué jamás podemos ser felices?!

Adrien se colocó a su lado en la baranda. La salud de su padre había empeorado repentinamente las últimas semanas gracias a un acontecimiento misterioso que él desconocía. Y gracias a esto, ahora el diseñador había decidido irse de París por un tiempo para que un buen doctor lo atendiera.

Solo que, Gabriel Agreste no quería llamar la atención de los medios, por esa razón, solo sus más cercanos sabían tal noticia y no fue hasta unas horas atrás que la había comentado con su hijo. Desesperado por no tener más opción que obedecer a su padre, Adrien no tardó en ir a conversarlo con su chica. Pero ella estaba preocupada por otro asunto.

Si Adrien se iba, eso significaba que no lo volvería a ver porque Gabriel lo encerraría y haría lo que fuera para que su hijo no regresara a París. Ella misma había escuchado al diseñador hablando con Nathalie en una de sus tantas visitas a casa de su novio.

—Después de todo este tiempo —susurró de nuevo la joven—. Justo cuando por fin estamos juntos... el destino no quiere que seamos felices.

La chica ahogó un sollozo y en ese instante, el rubio la abrazó.

—No llores, mi lady. Nos volveremos a ver, te lo prometo.

—No digas eso; no conoces el futuro, Adrien.

Él suspiró porque sabía que esto era cierto y, aunque él no sabía muy bien las intenciones de su padre, aun así tenía miedo de lo que intentara el diseñador en su contra. Mas al elevar su mirada al oscuro cielo, vio esos diminutos puntos brillantes y formó una pequeña sonrisa.

—No llores, mi lady. Ve las estrellas; cuéntalas, y te aseguro que antes de que las hayas contado todas, yo ya habré regresado. —El rubio escuchó a su chica sollozar una vez más, así que besó su cabeza y con delicadeza, limpió una de esas lágrimas que caía por sus rosadas mejillas—. Volveré —continuó—, te lo prometo.

Marinette observó esos ojos verdes que la veían con total ternura y se puso de puntillas para querer besar al joven, solo que, este dio un paso atrás con una sonrisa nostálgica.

—Te daría un gran beso de despedida, Marinette. Pero esto no es una despedida; es un "hasta luego". Mejor guarda ese beso para recibirme cuando yo regrese.

Él le regaló una última sonrisa y sin más, se convirtió en Astrocat para regresar a su casa.

Marinette quedó hecha pedazos. Eso le había dolido. Sabía muy bien lo cruel que podría ser Gabriel con su hijo, pero no podía hacer nada. El mismo Adrien ya le había pedido que no interviniera, mucho menos como Ladybug porque pondría en riesgo su identidad secreta.

Pero ese vacío; ese dolor solo aumentó con el paso de los días, con el paso de las semanas. Incluso, ese tiempo ya se había convertido en meses y nunca tuvo señales del regreso de Adrien. Aún así, todas las noches Marinette salía a su balcón a ver las estrellas.

A veces hasta le daban ganas de convertirse en Cosmobug e ir a ver qué había pasado con Adrien, pero ya había prometido que no lo haría. De igual forma, nunca dejó de ver las estrellas con la esperanza de que su chico regresara.

Hasta que, cuando se cumplieron los siete meses desde que había visto por última vez al amor de su vida, ella creyó que ya era momento de darse por vencida.

—Él vendrá, te lo prometió —insistió Tikki sentándose en el hombro de su portadora.

—Ya pasó mucho tiempo, no... vendrá.

—Él te ama demasiado, Marinette. Estoy segura que hallará la forma de regresar.

—Sé que él lo haría, Tikki. El problema es su padre —declaró limpiándose una lágrima—. El señor Agreste odia que su hijo sea feliz. Me preocupa las cosas que debe haber hecho como para que Adrien no haya podido venir.

Un suspiro salió de sus labios y cuando sus ojos observaron las estrellas, recordó las palabras que aquel rubio le había mencionado y no pudo soportar más ese nudo en su garganta.

Lloró.

Y lloró por todas las noches que no lo había hecho.

Quería mantenerse fuerte, pero era muy difícil. Hasta que, quiso ver de nuevo las estrellas y contar cada una de ellas como Adrien le había mencionado. Mas cuando estuvo por enumerar una de ellas, vio que esta se movía y cada vez parecía más grande.

—¿Qué...?

Retrocedió algunos pasos en ese balcón, y ni siquiera pudo terminar su conteo porque frente a ella, llegó Astrocat, que, en un parpadear después, se había convertido en Adrien Agreste.

—Hola, mi lady.

La felicidad la envolvió por completo y no esperó un segundo más para ir a abrazar a ese joven. Repetidas veces le dijo que lo había extrañado, que lo había llorado, pero, sobre todo, que no lo había dejado de esperar. Él respondió a su abrazo hasta que, ella preguntó:

—¿Cómo escapaste? ¿Por qué no llegaste antes?

En el rostro del muchacho se formó una expresión de tristeza, dolor, pero también algo de alegría porque ahora era libre.

—Es... una larga historia —aseguró él—. Pero ahora eso quedó en el pasado; regresé y podremos ser felices.

—¿Podremos ser felices? —repitió Marinette sin comprender del todo.

—Te contaré cada detalle, te lo prometo. Pero, quiero que sepas, que lo único que me dio fuerzas en todo esto, fue ver las estrellas porque sabía que, cuando yo las observaba, tú también estabas bajo este mismo cielo viéndolas conmigo.

Ella sonrió con ternura y con sus manos, acarició cada centímetro de ese rostro que tanto había echado de menos.

—Entonces... ¿ya te puedo dar la bienvenida?

Adrien sonrió y acarició con delicadeza la mejilla de su contraria.

—Claro que sí, mi Marinette.

Ambos se regalaron una cálida sonrisa. Por fin podrían estar juntos luego de esos difíciles meses. Ya no había nadie que pudiera arruinar el amor que esos dos jóvenes sentían. Eran libres. Y allí, con las estrellas como cómplices de su amor, los dos se besaron.

Subido a Twitter @ tammynette_ el 16 de diciembre, 2022.

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