33 ● Lluvia de recuerdos

65 19 2
                                    

💖💙

Marinette sintió cómo el miedo la paralizaba. Por más que lo intentara no podía. Allá a la distancia estaba Adrien y necesitaba hablar con él, pero eso no estaba siendo más que un gran déjà-vu de su adolescencia.

Pero eso mismo era lo que quería: recordar. No por nada había llevado ese vestido de puntos y un pequeño bolso de mariquita. Quería darle pistas a ese rubio. Quería que la recordara.

—Marinette, Félix organizó esta cena como excusa para que ustedes dos por fin estén en el mismo lugar. Ve a hablarle —le dijo una chica que llegó junto a ella.

Marinette solo inclinó su rostro.

—No puedo, Kagami. Te-tengo miedo.

—Lo sé, pero al menos debes intentarlo.

Su amiga tenía razón: al menos debía tratar de hacerlo. Con toda la valentía que jamás pudo tener, se acercó a esa mesa donde estaba el rubio y le regaló una amigable sonrisa.

—¡Hola, A-Adrien! Soy Marinette.

Él no respondió. Se limitó a analizar a la chica de arriba abajo. Marinette comenzó a impacientarse. Al verlo, quería abrazarlo, besarlo, recordarle todo lo que habían vivido juntos, pero él había tomado una decisión.

—¿Te conozco? —soltó finalmente el rubio.

Esas dos palabras fueron más dolorosas de lo que ella se imaginó. No pudo soportar el dolor en su pecho, así que salió de ese salón lo más rápido que pudo. Y no creyó sentirse peor hasta que la lluvia comenzó a caer.

—Al menos lo intentaste —afirmó su kwami—. Estoy segura de que lograrás enamorarlo de nuevo.

—No puedo, Tikki. No puedo acercarme a él otra vez.

—¿Por qué no?

—Porque no puedo decirle: "oye, Adrien, eras Chat Noir, perdiste la memoria en una batalla contra Crisálida cuando te sacrificaste por mí. Además, eras mi prometido, estábamos por casarnos el mes que viene y ahora todos esos años de mi vida son como un sueño." Yo... no puedo.

Abrumada por ser incapaz de lograr tal objetivo, se sentó junto a una fuente. Dejó que la lluvia la mojara como si quisiera aumentar su desgracia. Cuando de pronto, vio a Adrien acercarse con un paraguas. Él llegó a su lado para cubrirla. Marinette se quedó sin palabras.

Ninguno de los dos dijo nada mientras se miraban a los ojos. Marinette solo recordó la primera vez que se enamoró de él. También había sido bajo la lluvia, bajo un paraguas, con un trueno de fondo. Todo esto hizo que sus lágrimas lograran combinarse con las gotas de lluvia.

—¿Quieres ir adentro? —le propuso el joven rompiendo el pequeño momento. Marinette trató de resistir. El nudo en su garganta crecía cada vez más.

—No, gracias, Adrien. Prefiero quedarme aquí.

—Entonces... creo que me quedaré contigo para que no te mojes más.

Marinette apenas y pudo procesar lo que él había mencionado porque luego, Adrien se sentó a su lado y sin querer su mano se posó sobre la suya. Este sutil contacto permitió que ambos sintieran una corriente eléctrica atravesando su cuerpo.

Impactada por esto, Marinette observó esos ojos verdes en busca de una respuesta. Que él tuviera un ligero recuerdo de Ladybug por su bolso de mariquita. Algo, ¡lo que fuera! Pero no hubo palabras de por medio hasta que él soltó con voz suave:

—¿Te conozco?

—¿Po-por qué lo dices?

—Porque... siento que... sí.

Y en un susurro cargado de emociones, ella respondió:

—Tal vez... en otra vida fuimos muy cercanos.

—No... siento que fuimos algo más eso. ¿No... sientes lo mismo?

Ella quiso gritar con todas sus fuerzas, pero tuvo que soportar contarle todo lo que le quería decir. Por esa razón, se mantuvo en silencio luchando contra sus propios impulsos. Al ver que ella calló, Adrien se dio cuenta que sus pensamientos se habían escapado de sus labios.

—Oh, lo siento, lo siento, Marinette. No es mi intención ir tan rápido. Es decir... perdón.

Él se puso nervioso. Eso le encantaba.

—Tranquilo —aseguró sonriente—. Digamos que... también siento lo mismo.

—¿Te puedo decir algo Marinette?

—¡Claro!

—Es que... no quiero ser atrevido.

—¿Por qué? —quiso saber con una risita.

—Es que... no puedo evitarlo. Te conocí hace cinco minutos y... te veo y... siento que fuimos hechos el uno para el otro.

La gran sonrisa en el rostro de Marinette iluminó la oscura noche de lluvia. Tal vez él la había olvidado, pero el universo conspiró para que en esa lluvia de recuerdos renaciera su historia. Él no apartó su mano de la de ella, no quería alejarse de su lado y a partir de ese momento jamás lo haría.

Y entonces, entre susurros y un eco de risas compartidas, la lluvia decretó que ese sería un recuerdo que jamás olvidarían, un instante donde el amor verdadero resurgiría, incluso en medio de la niebla del olvido.

Publicado en X (@ tammynette_ ) el 21 de febrero, 2024.

Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora