21● "El poder del paraguas"

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Marinette no podía creer lo que veían sus ojos. Lo que Alya le estaba enseñando en su anillo Alliance, era algo insólito.

Aquello era un video donde se encontraba ella; sí, ella, Marinette aparecía en la torre Eiffel tomada de la mano de otro chico que no era su novio Adrien y hasta se abrazaban. Tal hecho era un acto de infidelidad imposible, ella jamás haría eso, pero sabía quién era una experta en mentiras.

Al llevar su mirada hacia Lila, esta solo le guiñó el ojo con una sonrisa victoriosa. Era un hecho, ella había sido la culpable de enviar ese video a todos sus compañeros. Lo bueno era que Adrien no caía en esas mentiras.

O al menos eso creyó Marinette.

Cuando el timbre de salida sonó, la azabache se giró hacia el frente para ver a su novio. Era común que al salir de clases, ambos se despidieran con un beso. Pero esta vez, Adrien solo la observó de reojo y sin decir palabra alguna, salió del salón.

Esto rompió su corazón por completo.

Pero ella no se quedaría así. Marinette trataría de recuperar el amor de Adrien costara lo que costara. Y para eso, no tardó en regresar a su casa y buscar en su habitación alguna cosa que le pudiera servir. Solo que, Alya y Nino la siguieron solo para tratar de hablar con ella.

—Marinette, acéptalo —insistía Alya—. Ese video luce muy real. ¿Cómo puede ser mentira? Jamás creí que harías algo como eso.

—Yo tampoco —comentó Nino—. Además, Lila dijo que ella misma los vio por la torre Eiffel. Adrien es mi mejor amigo, Marinette, no permitiré que lo hieras de esa manera.

Pero la joven diseñadora hacía caso omiso a sus amigos. Sabía que ellos eran fieles seguidores de Lila y de nada serviría convencerlos de que eso era otra de sus mentiras. Además, ella estaba concentrada buscando algo de ese baúl que podría ayudarla para hablar con Adrien.

Cuando de pronto, vio entre sus cosas, un objeto negro y alargado. ¡Era el paraguas que él mismo le había entregado el primer día de clases! Por un momento recordó aquellos dos momentos cuando la lluvia caía y ellos se refugiaron bajo este. Ese paraguas era testigo de su amor.

—El poder del paraguas, ¡claro! —exclamó Marinette, lo cual sorprendió a sus otros dos amigos.

—¿El qué? —soltó Alya.

—El poder del paraguas —repitió Nino—. Un golpe con esa cosa y yo te perdono de cualquier... ¡Auch!

Pero no pudo terminar porque a su lado, Alya le dio un pequeño codazo antes de regresar su mirada a Marinette.

—¿Qué vas a hacer? —le preguntó a su amiga—. ¿Vas a pedirle perdón con un paraguas?

—No es cualquier paraguas, Alya. Es nuestro paraguas —acreditó la diseñadora.

—¿Y eso qué tiene que ver? —preguntó el de gorra.

—En este momento, Adrien está en clase de esgrima. Iré a verlo, hablaré con él, el paraguas hará su magia y Lila no se saldrá con la suya.

—Pero, Marinette. —Trató de decir Nino, sin embargo, su amiga no quiso escucharlo más y solo se fue. Él compartió una mirada con su novia y completó su oración—: pero... ¿para qué el paraguas si ni siquiera está lloviendo?

Luego de esperar un largo rato en las afueras de ese colegio, Marinette sostenía con fuerza esa sombrilla. Esperaba a que Adrien saliera de su clase o al menos, que lloviera para recrear el momento en que se enamoró de él, pero nada de eso pasó. Además, cuando la clase de esgrima terminó, se dio cuenta que Adrien ni siquiera había asistido.

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