8● Momentos inolvidables

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💙💖

Luego de planear ese viaje por varias semanas, finalmente había llegado el día en que ese grupo de amigos iría de campamento.

Después de varias horas de viaje, armaron sus tiendas de acampar en medio de ese valle y cuando se acercó el ocaso, decidieron ir a dar un pequeño paseo por el bosque.

Para Marinette y Adrien esto había sido algo completamente normal. Después de todo era agradable ir a disfrutar de la naturaleza. Sin embargo, jamás se imaginaron que esta pequeña excursión había sido un plan de sus amigos para que ellos dos pasaran un momento a solas.

Y no fue hasta que, al caminar por las orillas de aquel lago, Marinette se dio cuenta que Alya y el resto de sus amigos habían desaparecido por alguna razón. Ella sintió algo de temor al quedarse sola, mas cuando gritó una vez más aquellos nombres, alguien habló a su espalda.

—¿Marinette?

—¿Adrien? —dijo al voltearse y ver al rubio—. ¿Qué-qué haces a-aquí? E-es decir... ¿sabes dónde están los demás?

Él solo se alzó de hombros.

—Eso mismo te pregunto yo. Se supone que solo estábamos viendo el lago y cuando me giré, ya no estaban.

—¿Crees que están jugando?

—No lo sé —afirmó para luego hacer una mueca juguetona—. Tal vez solo quieren que tú y yo estemos solos. ¿No lo crees?

Al escucharlo, las mejillas de la joven se coloraron y ella prefirió evadir el tema. Por eso, observó aquel pequeño bote que estaba atado a la orilla y caminó hacia él con una sonrisa nerviosa. Adrien no dudó en seguirla al sospechar de sus intenciones.

—¿Te ayudo? —sugirió él extendiendo su mano para ayudarla a entrar al bote.

—Gra-gracias.

Con su mano temblorosa, ella aceptó y en cuestión de segundos Adrien había desatado el bote para sentarse a su lado y con el remo, alejó el bote de la orilla.

Marinette no podía sentirse más nerviosa. Su cercanía con el rubio era tal, que prefirió ver el cielo estrellado para relajarse un poco. Pero al hacerlo, se dio cuenta que ese instante solo se estaba convirtiendo en un romántico momento bajo las estrellas.

Por suerte, al llegar a lo más profundo del lago, Adrien rompió ese silencio comentando lo fantástico que era para él estar allí. Y sobre todo, señaló una y otra vez lo agradecido que estaba con ella por haber convencido a su padre de haberlo dejado ir con sus amigos en un nuevo paseo.

Marinette insistía que "eso no era nada"; hasta que, sin querer, se le escapó mencionar que "ella amaba salir con sus amigos, pero sobre todo con él".

Adrien se sorprendió ante esto. Sin embargo, sonrió al darse cuenta que esa era la señal que había estado esperando durante todo el campamento. La señal de que había una posibilidad que Marinette correspondiera a sus sentimientos; que ella aceptara lo que él tenía por admitir.

—¿Te puedo confesar algo, Marinette?

—S-sí...

—Hemos salido con nuestros amigos a diferentes paseos. Pero, ¿sabes cuáles han sido mis favoritos?

—¿Cuáles?

—Son a los que voy contigo, porque... sé que además de divertirme, tienes algo que hace que cada momento que pase contigo, sea inolvidable, único, especial. Tanto,  que cada vez que te veo me... encantaría que mis ojos fueran una cámara fotográfica para inmortalizar el momento.

Marinette no decía ni una sola palabra. Sus labios estaban entreabiertos y su mirada estaba fija en esos ojos verdes que analizaban con detalle cada centímetro de su rostro. Especialmente sus labios.

—Adrien... —soltó en un hilo de voz.

—¿Sí?

—Entonces... permíteme seguir creando recuerdos que nunca olvidarás.

Él le regaló una gran sonrisa cuando acarició con ternura la mejilla de la chica. Ella sonrió de la misma manera y sin más, y con las estrellas como las únicas testigas, sus labios se unieron creando otro de esos momentos inolvidables.

Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora