30● Abrigo

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💖🖤

Era el primer día de primavera: las aves cantaban, las flores brotaban y Chat Noir había terminado su patrulla en solitario.

De camino a su casa, trató de buscar algo para entretenerse y no llegar tan pronto a aquella aburrida mansión. Fue ahí cuando vio a esa chica de abrigo rosa en una heladería. Sin duda pasaría a saludarla, pero se detuvo al ver que ella había recibido una llamada en su celular.

Poco a poco el rostro de la joven cambió. Su brillo se apagó casi por completo y se le vio muy desanimada. Esto le dio una idea a Chat Noir; de las mejores que se le había ocurrido.

—¡Hola!

La aparición sorpresa del muchacho la exaltó. Una risita salió de sus labios y le respondió:

—¡Ho-hola, Chat Noir! ¿Qué haces... aquí?

—Solo pasé a saludar. ¿Estás con alguien más?

Cabizbaja, ella asintió.

—En realidad esperaba a Alya, pero ella tuvo una urgencia y... ya no vendrá.

Marinette lucía triste. Esa chispa en sus ojos que el héroe amaba ver... no estaba.

—¿Y no vas a comprar helado?

—No es lo mismo disfrutar un helado sola que acompañada de alguien.

—En ese caso y si me lo permites, ahora yo te acompañaré, Marinette. Te compraré uno e iremos al parque a comerlo.

—Chat Noir, no es necesario...

—¡Te compraré un helado!

Las mejillas de la joven se coloraron. ¡Claro que ella aceptaba su compañía y sus lindos gestos! El problema era que, por cada mirada que recibía de él, sentía su corazón salirse de su pecho; estaba enamorada.

Al caminar por el Jardín de las Tullerías, los nervios de Marinette se desaparecieron casi por completo. Hablar y reír con Chat Noir era su terapia favorita, tanto en su forma civil, como héroes. Sin duda ambos tenían buena química y se entendían a la perfección.

Cuando de pronto, la lluvia comenzó a caer y al no llevar consigo un paraguas, Marinette se quitó el abrigo y lo colocó sobre ella. Lo que no se esperaba, era que Chat Noir iba a hacerse junto a ella para cubrirse él también.

—¿Qué haces? —le preguntó ella entre risitas.

—Tenemos que correr.

—¿De la lluvia? ¡Claro que sí! Necesitamos un techo o quedaremos empapados.

—No, no me refiero a la lluvia, hablo de André el heladero, mira.

El héroe señaló a la distancia a ese hombre bajo techo. Era el único refugio que había cerca y la lluvia comenzaba a ser más fuerte.

—¿Por qué tenemos que huir de él? —quiso saber la azabache.

—Primero: estamos comiendo helado que no es suyo y tal vez nos diga algo —rio—. Y dos: la última vez que nos vio juntos se akumatizó y... no tengo ganas de enfrentarlo de nuevo.

Marinette asintió. Ella tampoco tenía ganas de terminar su aparente cita por un villano. La azabache soltó una carcajada y ambos corrieron a buscar refugio, pero a su alrededor no había más que árboles, así que se quedaron bajo uno de estos. Allí, la chica se dio cuenta de algo: el rostro de Chat Noir estaba muy cerca del suyo. Eso hizo que sus nervios volvieran.

—Chat Noir...

—Dime.

—¿Por qué te refugias de la lluvia así conmigo? ¿No se supone que tienes un paraguas en tu bastón?

Él sonrió de lado. Disminuyó la distancia entre ambos y sus respiraciones chocaron.

—¿En serio prefieres la sombrilla?

Ella entendió. Ninguno de los dos quería separarse del otro. Ese abrigo los obligaba a mantenerse así de unidos y no era queja para ambos.

—Ti-tienes razón —acreditó ella—, además, ya estamos empapados por la lluvia.

—Ya estamos empapados y... este abrigo huele muy bien.

Esos ojos verdes penetraron en lo más profundo de su corazón. Esa mirada decía todas aquellas palabras que ella quería escuchar. Y entonces, ambos se sintieron listos. Chat Noir levantó su mano y con delicadeza, bajó el abrigo frente a ellos para tener mayor privacidad. Para ser solo ellos dos debajo de una prenda.

Y allí, sus labios se unieron.

Por un momento Marinette creyó que estaba soñando. Un beso bajo la lluvia, con quien consideraba el amor de su vida... eso solo lo había soñado. Pero sus caricias, la forma en la que sus labios se sincronizaban y se rozaban con tanta ternura, le hizo saber que no era más que un sueño hecho realidad.

Finalmente, él dejó a la chica en su balcón, ambos no podían dejar de sonreír. Había sido el mejor inicio de primavera de sus vidas.

—Ve a cambiarte. No quiero que agarres un resfriado —ordenó el muchacho.

—¡Lo haré! Y... gracias por acompañarme, Chat Noir. Fue una tarde maravillosa.

—Más que miauravillosa, fue perfecta —declaró para luego depositar un beso en el torso de su mano—. Espero verte pronto, Marinette.

Ella le regaló su mejor sonrisa y entró por esa trampilla. Una vez que desapareció, él regresó a su casa, ahora con el rostro iluminado, agradecido por pasar esa tarde al lado de la chica que amaba. En cuanto se destransformó, su sonrisa solo creció más. Allí, con él, tenía el abrigo de Marinette. No se lo había regresado.

—Eres un ladrón —refunfuñó su kwami—. ¿Por qué no lo devolviste?

En medio de un suspiro, el joven se dejó caer en el colchón mientras inhalaba de nuevo el olor de esa prenda.

—¿No es obvio? Es la excusa perfecta para verla de nuevo. Para salir en otra cita y... besarla.

—¡Ag!

Aunque a su kwami le diera náuseas, ese había sido el mejor inicio de primavera, y sin duda, el inicio de lo que posiblemente sería el primer paso para revelar sus sentimientos y tal vez... sus identidades secretas.

Publicado en X (@ tammynette_) el 3 de noviembre, 2023.

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