7● Inspiración

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💙💖 ❤🖤

Adrien pestañeó un par de veces al no poder creer lo que estaba viendo. Esa no era una escena de todos los días y de alguna u otra forma quería ayudar. 

Frente a él en ese diván, Marinette tenía algunos lápices y hojas de papel encima, y todas estas tenían algo en común: estaban en blanco o con algunos rayones sin sentido. Y bajo todo esto, la joven yacía acostada con una mueca de cansancio en su rostro.

—¿En serio no estás enferma? —insistió el rubio y ella negó.

—Estoy bien —bufó—. Bueno... solo estoy algo estresada por entregar mi último trabajo en la escuela de moda. Se supone que debo llevar unos diseños, pero... no tengo nada. ¡No tengo inspiración!

Y bastó esta última frase para que Adrien comenzara a pensar en ideas para ayudar a su novia.

—¿Y si tomas un día de descanso? —sugirió él—. Tal vez despejando tu mente podrías aclarar tus ideas.

—Eso fue precisamente lo que intenté hacer hace dos semanas. ¡Y mírame! Sigo sin tener nada hecho y la presión que siento cada vez es más grande.

Adrien vio a la chica garabatear algo en una libreta, pero al no tener una idea clara de lo que quería, ella arrancó la hoja y la tiró a lo lejos.

—¡No quiero! —exclamó ella entre lloriqueos falsos—. Por primera vez en mi vida no quiero hacer esto una última vez. Solo quiero fingir que ya mis diseños de otoño están terminados y olvidar esto de una vez por todas. ¡Ya no soporto este estrés!

El rubio no dijo nada. No quería decir la más mínima cosa para no alterar más a su chica. De cualquier manera, ahora tenía un nuevo plan que quería hacer para ayudarla a salir de ese bloqueo creativo.

Por eso, sin decir nada más, él se inclinó y depositó un beso en la frente de la joven antes de irse de la habitación. Una vez fuera de la casa, llamó a sus dos mejores amigos y luego a un restaurante para hacer una reservación a la hora del almuerzo. Pero antes de seguir, compraría flores y chocolates.

Al cabo de un rato, él llamó a Marinette pidiéndole que se alistara para salir. Ella aceptó su invitación ya que el rubio mencionó que había invitado a Nino y a Alya porque, según él, creía que sus amigos también ayudarían a levantarle los ánimos a la joven diseñadora.

En cuestión de horas, Adrien la recogió en su casa y se reunieron con sus amigos, disfrutando de una deliciosa comida y un agradable momento juntos. Solo que, ni esto, ni las flores o los chocolates habían regresado la inspiración de Marinette.

Al darse cuenta de esto, Adrien se preocupó y quiso intentar algo más. Por eso el grupo de amigos fue a dar un paseo en bote por el río Sena, pero lamentablemente esto tampoco funcionó. Y cuando el rubio se dio cuenta, el sol estaba por ocultarse y tenía que ir a patrullar. Su misión con Marinette había fallado.

En el trocadero, Chat Noir vio a Ladybug sentada donde siempre, viendo hacia la torre Eiffel. Él se aproximó con pasos lentos. Se sentía mal de que su intento de regresarle la inspiración hubiera fallado.

—Gatito —habló ella al notar su presencia—, gracias por el día de hoy. Me divertí mucho.

—¿Crees que después de todo eso puedas terminar tus diseños? —preguntó sentándose a su lado.

—La verdad es que... siento que no es la inspiración que necesitaba.

—Mi lady, tal vez tu inspiración regrese yendo a comprar... no sé... ¿un hámster?, ¿quieres? Y... podríamos nombrarlo...

—Adrien —interrumpió cuando acostó su cabeza sobre su hombro.

—No, no creo que ese sea un buen nombre para un hámster —declaró.

Ladybug soltó una risita y abrazó el brazo del muchacho. Una vez cómoda, cerró sus ojos sintiendo la fresca brisa de otoño mover su cabello. Y por su parte, el héroe solo la observaba de reojo. Amaba sentir que ella era feliz a su lado.

—Mi lady —susurró rompiendo ese momento de silencio—. ¿No quieres el hámster?

—Otro día —aseguró sonriente—. Por ahora, solo déjame inspirarme, que es justo lo que estoy haciendo.

—¿Ah, sí? ¿Cómo?

Sin quitar esa sonrisa de su rostro, ella movió su cabeza para ver esos ojos verdes que no dejaban de contemplarla.

—Ya te agradecí por todas las cosas que hoy hiciste por mí, gatito. Pero creo que ya descubrí que mi mayor fuente de inspiración eres tú y solo tú —confesó—. Y en este momento estoy en mi lugar favorito con mi persona favorita. Siento que ahora mismo podría hacer lo que sea, siempre y cuando tú estés a mi lado.

El rubio le regaló una tierna sonrisa al escucharla y cuando el sol terminó de ocultarse en el horizonte, ambos héroes unieron sus labios, sellando así una noche de total inspiración para la diseñadora de modas.

Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora