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Aquella tarde Marinette le había pedido ayuda a Alya para una sorpresa. Como el fin de año se estaba acercando, quería regalarle una pequeña cajita con bombones de chocolate a cada uno de sus amigos. Y claro, los bombones estarían hechos por ella misma.
Esa tarde, sus padres se encontraban de viaje, así que la panadería era exclusivamente para aquellos deliciosos bombones, los cuales desprendían un exquisito aroma.
Luego de derretir el chocolate, Marinette movió un poco la mezcla antes de agregarla en los moldes. Cuando de pronto, la campanilla de la puerta sonó y esa persona entró con una gran sonrisa a la panadería.
—Andaba patrullando y creo que me di un fuerte golpe porque estoy seguro que aquí es la entrada al cielo.
Al ver al héroe gatuno llegar, Marinette no pudo evitar sonreír y aún más, cuando Chat Noir se acercó a la mesa donde ella estaba.
—Qué sorpresa verte por estos lados, gatito —comentó la azabache—. Creí que patrullabas en los tejados, no en las calles.
—Bueno... un delicioso aroma me trajo hasta este lugar y solo quería saber qué es eso tan exquisito que mi nariz huele.
Frente a él, la azabache sonrió de lado y con sus dedos, recorrió la orilla de esa gran taza donde tenía el chocolate derretido.
—¿En serio huele bien? —indagó ella. Quería saber si estaba haciendo un buen trabajo.
—Por el olor diría que sí —afirmó el héroe limpiando con su dedo una gota de chocolate que había caído en la mesa—, pero realmente eso se ve muy... apetitoso.
Sin quitar la mirada de ella, Chat Noir quiso llevarse su dedo con chocolate a sus labios, mas al ver sus intenciones, Marinette levantó sus manos para detenerlo.
—¡Espera! Esa parte de la mesa no estaba limpia.
—¿Ah?
Él hizo una mueca y limpió su dedo en la mesa, lo cual solo le sacó una pequeña carcajada a la chica. Al verlo, ella tuvo una idea, así que tomó una cuchara que había quedado con algo de chocolate, ella embarró su dedo y luego tocó la punta de la nariz del héroe.
—¡Oye! —se quejó él entre risitas.
—Ahora eres tú quien se ve apetitoso.
—¿Qué?
—¿Qué?
Ambos unieron sus miradas y se formó un pequeño momento de silencio. Marinette sentía su rostro hervir por lo que había dicho sin pensar. Pero antes de que dijera algo, Chat Noir tuvo una idea.
Él también tomó chocolate de esa cuchara y con su dedo, tocó la nariz de su contraria. Ella soltó una risita y después dejó más chocolate en la mejilla del héroe, quien hizo lo mismo con ella. Y así, en medio de risas, ambos comenzaron una pequeña guerra que recorrió toda la panadería.
Hasta que, de repente, Marinette se resbaló con algo de la mezcla que había caído en el piso. Para su suerte, el héroe tenía reflejos de felino y pudo atraparla entre sus brazos antes de que cayera. Y fue entonces cuando sus ojos se encontraron una vez más.
—Creo que yo gané —aseguró el héroe—. Tienes chocolate por toda la cara.
—¿En serio? Tú eres quien tiene chocolate por todas partes. Tienes... cara de bombón —dijo ella con una risita.
—¿De verdad?
—Sí... tienes... chocolate aquí...
Y sin más, Marinette levantó su rostro y besó la mejilla del héroe, quien no pudo evitar sentirse sorprendido, pero cuando la chica regresó a su posición, él sonrió con cierta complicidad.
—¿En serio? Y tú... tienes... aquí...
Él imitó su gesto y besó con ternura su mejilla colorada, para luego besar con delicadeza la punta de la nariz de la joven. Ella sonrió y fue entonces cuando sus rostros quedaron muy cerca del otro. Era claro que sus labios deseaban tocarse, así que lo hicieron.
Marinette deslizó sus manos por los hombros del chico hasta llegar a su cuello, mientras que él tenía una mano en su cintura y con la otra acariciaba con ternura su mejilla derecha. Por un momento el mundo se detuvo para ambos hasta que se escuchó que algo se cayó de la mesa. Al separarse con sus rostros completamente sonrojados, vieron a Alya tomar con torpeza algunas de las cajitas de cartón que se suponía que estaba armando.
—Creo... que yo terminaré esto en otro lugar —mencionó la de rizos caminando hacia la salida.
Marinette y Chat Noir compartieron una mirada avergonzada entre ellos, por un momento habían olvidado que esa chica había estado allí en la mesa todo ese tiempo.
—Alya, yo... —intentó decir Marinette, pero su amiga levantó uno de sus dedos para silenciarla.
—Tranquila, tenías razón: tú lo quieres, él te quiere. Propongo que sean felices y tengan muchos nenucos.
—Nenu, ¿qué? —soltó Chat Noir completamente confundido.
—Entonces, ¿no te quedarás para ayudarme con los bombones? —le preguntó la azabache a su amiga.
—Marinette, ya tienes tu ayudante que es tu super, super amigo. Yo... seguiré haciendo estas cajitas en otro lado.
La de rizos le regaló una sonrisa cómplice y sin más, cruzó aquella puerta que daba al interior de la casa de Marinette. Esta última se giró hacia el héroe y este sonrió juguetón.
—Entonces, ¿estás haciendo bombones? —dijo él.
—¿Me ayudarás?
—Siempre y cuando al final me pagues con uno —aseguró el superhéroe acercándose a esa mesa.
Marinette lo observó de reojo y con una sonrisa divertida dijo:
—¡Claro que sí, bomboncito!
Subido a Twitter el 13/11/22
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Aprendiendo a ser cursi | Mini Historias
RomanceHistorias cortas donde Adrien y Marinette se verán involucrados en alguna situación romántica o preferiblemente en un "intento de ser cursis". . . Las historias son completamente mías. Prohibida su copia. . . . Los personajes no son míos, le pe...