Capítulo 2. Cien

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Habían pasado ya 24 horas desde su llegada a la organización

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Habían pasado ya 24 horas desde su llegada a la organización. A Víctor le sorprendía lo agradable que era el clima dentro de Apeiro. Aun estando encerrados en una cúpula escasa de luz solar donde el aire no parecía correr... no se sentía atrapado. Ni con calor, tampoco con frío. Su uniforme contribuía mucho a ello: estaba hecho de una tela que no lograba identificar, pero su grosor y ligereza hacían que ni siquiera se notase al tacto. Era raro pensarlo, pero era como si no llevase nada puesto. Deseó poder encontrar ropa así en un tienda común y corriente, pero no era el caso.

Desde que acabaron las lecciones del día, el joven se dedicó a descubrir todas las funciones de su habitación. Sorprendentemente poseía una especie de extraño televisor holográfico y un curioso asistente que le hacía llegar en minutos todo lo que pidiese.

Aunque con un límite de tres usos por día, el pequeño aparatejo era capaz de reconocer cualquier objeto que su dueño reclamase, siempre y cuando no supusiese un peligro para otros miembros. Es así como Víctor consiguió un MP3 y un libro que tenía ganas de leer desde hacía tiempo: La torre oscura de Stephen King. Trató de pedir una pistola para ver qué pasaba. Naturalmente, no sucedió nada.

Gracias a aquel curioso sistema ya tendría algo que hacer durante su tiempo libre —si es que no le tocaba socializar—. Su trabajo se reducía a tan solo cuatro horas de clase al día y, según les informasen, unas pruebas que deberían realizar con el fin de mejorar sus capacidades.

Bueno, eso y evitar reducir su número. Uf, el maldito número.

Víctor apartó de su campo de visión un mechón de su oscura y revuelta melena para observar la muñeca derecha y ver el enorme brazalete que le colocaron en la sesión de presentación. Aún marcaba el gran número 100 con el que todos comenzaron.

Incumple normas y tu número bajará. También lo hará si tus emociones negativas se disparan fuera del límite. Pero la forma más sencilla de reducir este número era en las pruebas de grupo. Nadie sabía cómo serían, pero ya se mencionó que Apeiro preparó una serie de tests que pondrían a prueba diversas cualidades en los que todos deberían participar. Cuanto mejor lo hiciesen menos puntos perderían, pero apenas existían las posibilidades de salir de uno de ellos con los mismos que se tenían al entrar. "Exámenes" llamaba Delta, la ya proclamada tutora del grupo, a estas pruebas.

Esa era la magia del experimento al que estaban siendo sometidos, la razón por la que esos ocho jóvenes eventualmente dejarían la amistad atrás: quien bajase su número a 0, se iría a casa. Solo quedaría uno, o eso les contaron.

Eso Víctor lo sabía muy bien, en una situación como aquella los amigos no existían. Aunque no debería, eso le preocupaba. ¿Por qué? ¿Es que acaso no había venido para ganar? No, había venido por la experiencia.

Blanca pasó por su mente. Aquella chica llamó su atención desde el primer momento. Agradable y entusiasmada a pesar de haber llegado hace muy poco. No parecía preocuparle estar en un lugar desconocido, aislada de su familia y amigos. Al igual que Fer. Recordó una de sus primeras interacciones con él, después de la reunión.

Hijos de Dios [ERI #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora