Capítulo 20. Una idea estúpida

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La piscina se había convertido en uno de los lugares de encuentro favoritos de Sergio y Silvia

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La piscina se había convertido en uno de los lugares de encuentro favoritos de Sergio y Silvia. Sobretodo para esta última: durante su juventud se había acostumbrado a pasar gran parte de su tiempo practicando natación, el agua era su entorno favorito. Desafortunadamente para ella, ciertos sucesos impidieron que pudiese practicar aquel deporte durante varios meses, pero gracias a aquel recinto de Apeiro la joven podía disfrutar de nuevo su actividad preferida.

Y por supuesto, en compañía de su único amigo dentro del complejo Theos.

—Cómo te desenvuelves en el agua, chiquilla... —comentó mientras removía con calma sus alrededores, como si de un crío se tratase.

—Nah... He perdido mucha práctica, jamás había pasado tanto tiempo sin tocar una piscina. Y tampoco es que tuviésemos playa cerca de Puertollano.

—No te hagas la modesta, seguro que nadas mejor que todos los que estamos aquí.

—Tendría sentido si ninguno de vosotros hubiese practicado natación en su vida. Igualmente, no era ni de lejos la mejor de mi equipo, ¿sabes? —explicaba, notablemente decepcionada— Digamos que era... promedio.

—Habría que verlo. Por lo menos, mejor que yo nadas.

—Tampoco es tan difícil... Si solo chapoteas y haces el tonto.

Silvia rió al ver la cara de ofensa de su compañero.

—Ya, bueno. En realidad soy nadador profesional, te lo oculto para no dejarte en vergüenza.

—Lo que tú digas, muchacho —dijo con una sonrisa pícara.

Fue otro par de largos los que la joven hizo tras aquella conversación. Dentro del agua era como si no se cansase nunca, por mucho que nadase. Podría pasarse allí todo el día si no fuese por las clases que tenía por las mañanas. Afortunadamente ya era viernes, por lo que podría pasar el fin de semana retomando su hábito preferido. Desafortunadamente... un nuevo examen se acercaba.

Tras la catástrofe del primero, Silvia no estaba segura de si quería volver a encontrarse en una situación como aquella. Sí, terminó la primera y también sana y salva —no como Bea o Germán, en paz descanse—. Pero le perturbaba que la próxima vez llegase su turno. En cuanto a sus puntos, podía estar bastante tranquila: seguían en el 100. Lo dio todo durante las dos primeras prácticas y el primer examen no fue dificultad para ella, ¿por qué tendría una puntuación menor entonces? Siempre había sido la cúspide del ámbito estudiantil gracias a su esfuerzo.

Eso no quitaba que le inquietase la temática de la segunda prueba. A pesar de que aún era un misterio, no le resultaba extraña la idea de que giraría en torno a la muerte de su difunto compañero. El mensaje de su brazalete era la evidencia más destacable. Más que como un aviso, sonaba como una advertencia... una muy peligrosa. Ya era conocimiento de todos pero, que ella supiese, nadie estaba haciendo nada por destapar al presunto asesino más que esperar a que volviese a atacar, como una presa que ya conocía su destino final y tan solo se sentaba a esperar su último día de vida.

Hijos de Dios [ERI #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora