Capítulo 18. Aliados hasta el final

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Aquella noche, Víctor y Blanca decidieron pasar el rato charlando en uno de los bancos de la sala principal, iluminada tan solo por las farolas y la brillante luz del anillo del techo

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Aquella noche, Víctor y Blanca decidieron pasar el rato charlando en uno de los bancos de la sala principal, iluminada tan solo por las farolas y la brillante luz del anillo del techo. Debió haber sido luna llena hace poco, si es que no lo estaba siendo en aquel momento. El resto de jóvenes estaban ya en sus cuartos. O eso parecía, pues el lugar derrochaba silencio más allá del altavoz que Víctor había traído consigo: la melodía de Poker face de Lady Gaga inundaba el vestíbulo del recinto. La lista de reproducción del joven llevaba sonando un buen rato y era, cuanto menos, animada. En las manos de los jóvenes se sostenían dos latas de refresco pilladas del comedor.

—¿Entonces vas a decirme o no en qué gastas tus objetos del día? Me da curiosidad.

—No haga usted preguntas antes de tiempo, señorita.

Blanca puso sus ojos en blanco sobre una sonrisa tonta. Al joven se le contagió su expresión y sonrió con ella. Segundos después, dejó escapar un suspiro de satisfacción.

—Hacía ya algo de tiempo que no hablábamos en privado —dijo el pelinegro mientras tarareaba a ratos la canción de fondo.

—Ya... Desde lo de Germán se ha revolucionado un poco el ambiente, hay poco tiempo para pasar un rato a solas.

—Es que da miedo —Víctor bajó la mirada—. Prefiero no pensar en que uno de nosotros es un asesino.

—Quisiera creer que todo es parte del experimento, que es un juego mental para ver cómo reaccionamos, pero él... estaba muerto, lo vi. No sé si llegarían tan lejos solo por el proyecto.

—No hablemos de eso, por Dios.

El ingeniero llevaba mucho tiempo queriendo hablar con ella. Ya casi que podía considerarla una amiga, aunque se hubiesen conocido hace tan solo una semana atrás. ¿Solo una semana? Por alguna razón, todo allí avanzaba demasiado rápido: las relaciones, sus conocimientos... y la tensión. Debía de haber alguna forma en la que Apeiro aceleraba el proceso de evolución que buscaban en ellos. Víctor no terminaba de saber cómo lo hacían, era una pregunta que le quitaba el sueño por las noches.

Su relación con Blanca era de las que más rápido avanzaba: con ella tenía una conexión diferente. Era raro, pero le agradaba tener una persona así dentro de aquel lugar. No tenía que conocer durante demasiado tiempo a una persona para abrirse con ella, siempre y cuando no tuviese miedo de hacerlo. Ya eran varios los ratos que habían coincidido a solas, lo que les brindó a ambos una especie de amistad temprana pero íntima desde el principio. Tampoco se quejaba.

—Por cambiar de tema... —continuó Víctor— No sé, ¿qué tal con Bea y Miriam? No me esperaba un trío como el vuestro.

—¡Pero bueno! Que tenemos mucho en común, ¿eh?

—Ya mujer, era broma. Pero pensé que Miriam no llegaría a hacer amigos, no sé. Era muy callada al principio, incluso lo sigue siendo cuando no está con vosotras. No se termina de abrir conmigo.

Hijos de Dios [ERI #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora