Capítulo Extra. Respuestas

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El turno de la líder de sector había terminado hace poco, gracias a Dios: la jornada se le había hecho más largo de lo normal

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El turno de la líder de sector había terminado hace poco, gracias a Dios: la jornada se le había hecho más largo de lo normal. Desde el día en el que Alpha fue despedido, la vida de Omega se convirtió en un bucle interminable en el que todos los días eran iguales. Levantarse, trabajar, dormir. En realidad, la vida de cualquier persona con trabajo se podía resumir en eso, pero... había algo en Apeiro que hacía que todo fuese más monótono de lo que debería. Aunque tampoco era como si Omega hubiese probado muchos más trabajos para tener una opinión objetiva —y si lo había hecho, no los recordaba.

Lo único que la salvaba —a ratos— de aquella monotonía, era la pregunta que llevaba sin poder responder desde hace años: ¿quién era ella en realidad? A pesar de que no era algo que le quitase el sueño como lo hizo durante los últimos meses de 2009, a Omega nunca se le fue de la cabeza aquella incógnita que perseguiría hasta el día de su muerte. A lo largo de los años, Omega pudo recordar pequeños fragmentos de su pasado gracias a sueños o estímulos que encontraba por Apeiro. Nada lo suficientemente importante como para despertar de su amnesia, pero la joven confiaba en que algún día podría recordarlo todo por fin.

Lo más preocupante para ella era la existencia de un chico en sus sueños que no conocía en la vida real, o al menos que ella recordase. Los sueños en los que aparecía eran de los pocos en los que podía llegar a rescatar sentimientos que hacía tiempo que no sentía, como la felicidad... o la tristeza. El final de aquellos sueños siempre dejaba en Omega un sentimiento de vacío que no era capaz de quitarse en todo el día. Por supuesto, no le habló a nadie de esos sueños, y nunca lo haría. Sabía que en el sector Lambda se estaban llevando investigaciones en conjunto con el Beta sobre los sueños y el funcionamiento de la mente durante estos, pero sería muy arriesgado aprovecharse de ellos para su propio beneficio, sobre todo porque no tenía permitido conocer demasiada información sobre proyectos de otros sectores, aun siendo líder. Además, Beta le daba miedo.

Omega dirigió su vista a la entrada al parque interior al notar a Delta entrar en el recinto. Aproximadamente una vez cada dos semanas, Omega quedaba con su compañera para dar un paseo. La física nunca entendió del todo el interés que Delta mostró por ella tras el incidente de Alpha y sus hijos, pero a veces llegaba a pensar que lo hacía solo para tenerla vigilada. Eso, o que se sentía culpable de lo que sucedió, lo cual era una teoría bastante menos escalofriante.

—Buenas noches, Delta.

—Muy buenas, ¿qué tal estás?

Omega soltó un gruñido mientras se adentraba en la senda de setos y árboles bien cuidados.

—Agobiante. ¿Por qué se supone que tengo tanto trabajo si los trabajadores de Apeiro son perfectos? Los míos lo hacen todo mal. Y yo también a ratos, joder.

La boca de Delta se curvó en una sonrisa.

—Ya, hija, ya. No somos perfectos, por desgracia, pero... Es verdad que últimamente no están muy espabilados. No es solo cosa de tu sector, ¿sabes?

Hijos de Dios [ERI #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora