Y Era apenas la una de la madrugada cuando todos recibieron el aviso. Algunos dormidos, otros más que despiertos. En el caso de Blanca, que si bien no lo había logrado se encontraba adormilada, tuvo que prestar atención de más para captar lo que sucedía. Los altavoces de todo el establecimiento emitieron su peculiar timbre antes de hacer resonar el desagradable anuncio.
Alguien se había quedado sin puntos. Blanca perdió el sueño de una sentada y lo primero que hizo fue consultar su brazalete. Por suerte para ella seguía marcando ochenta. Suspiró del alivio, pero aun así quedaban otros siete compañeros a los que podría haberle sucedido la tragedia.
Claramente no pudieron haber sido Fer, Víctor o Bea: tenían cien puntos todos antes de dormir. Podía, desgraciadamente, decir lo mismo de Silvia. Por otra parte no sabía nada de Miriam, Germán y Sergio, por lo que debía ser cosa de uno de ellos... ¿verdad?
Mientras se hallaba sumida en sus pensamientos, pudo oír un estruendo al otro lado de su puerta. Había jaleo, bastante. ¿Qué sucedía? Blanca se vio obligada a salir de su habitación para ver de qué se enteraba.
—¿Qué está...? —dijo Blanca antes de ser interrumpida por un grupo de trabajadores que corrían al laberinto con todas sus ganas.
Fer y Víctor asomaron la cabeza al pasillo segundos después desde sus respectivos cuartos.
—Pero bueno... —murmuraba el alemán con un tono muy cansado y sus oscuras ojeras que tanto destacaban en su rostro pálido— ¿Es verdad que alguien perdió sus puntos?
—Eso parece —respondió Víctor.
—Qué activo te veo para ser esta hora —dijo Fer al verle con tan buena cara.
—No estaba dormido, me suele costar dormirme antes de las dos—el pelinegro volvió a centrar su vista a la entrada del laberinto que el grupo de trabajadores había atravesado enflechado.
Mientras otro puñado de personas se asomaba al pasillo, Delta se acercó lentamente a la pared junto a la última puerta del pasillo, la Δ-334, y procedió sin decir una palabra a activar alguna clase de pantalla holográfica que nadie había visto antes. Es más, no estaba ahí hasta hace segundos. Pero eso no era lo importante.
—¿Es Sergio quien...? —Preguntó Víctor, víctima de los nervios.
—Esperad, haced el favor —respondió fríamente la científica.
Los datos de la pantalla eran visibles, pero muy complejos. Podían verse incluso lo que parecían mapas del laberinto. Era descomunal, pero sorprendentemente no tanto como parecía una vez dentro. Por lo menos no era infinito. Delta toqueteó todo tipo de archivos y botones antes de que del interior del laberinto surgiese un chirrido profundo e insoportable. Segundos después las paredes del recinto se movieron de mil formas distintas, mostrando tras unos instantes un camino único. La cuerda que recorría el lugar se vio atascada entre las paredes plegadas y movidas hasta prácticamente romperse ante la demencial fuerza de aquel mecanismo.
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Hijos de Dios [ERI #1]
Science Fiction🎖️ Ganador de los Premios Watty 2023 🎖️ Si te llegase una propuesta de trabajo de verano en unos importantísimos laboratorios científicos, ¿aceptarías? En ese caso, te hago una pregunta más específica. Si por cada día que pasases contribuyendo al...