Epílogo

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—A esto de trabajar en un puerto todavía no le termino de coger el truco —refunfuño Miriam mientras se hacía una cola con el poco pelo que colgaba bajo su nuca—

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—A esto de trabajar en un puerto todavía no le termino de coger el truco —refunfuño Miriam mientras se hacía una cola con el poco pelo que colgaba bajo su nuca—. Vaya ventolera, por Dios...

—Este clima nos lo llevamos comiendo desde que llegamos a Alicante, hija, solo nos hemos movido un poco hacia el sur, ¿eh?

—Al menos allí trabajábamos en una tienducha resguardados del viento, no a dos pasos del mar.

—Hay que adaptarse. Dime un trabajo más discreto que este. Además, la calor en el pueblo era mortal en verano.

—Ya, ya, si no hace falta que lo discutamos de nuevo... —la agotada muchacha comenzó a rebuscar en su bolso las llaves de su coche mientras Fer esperaba en la puerta del asiento del copiloto.

Sus vidas habían cambiado completamente desde que salieron de Apeiro, hacía ya ocho años, aunque afortunadamente lo hicieron para bien: tras unas desagradables tardes de investigación en busca de un DNI falso que les permitiese a ambos un nuevo nombre, así como una serie de cambios estéticos a manos de una peluquera de barrio y la horrible tortura de tener que subsistir en un hostal de mala muerte mientras se preparaban para una vida de fugitivos, la pareja logró armarse con los suficientes recursos como para mudarse definitivamente a otro pueblo más lejano a la entrada a Apeiro por la que escaparon.

Así fue como decidieron moverse a un pequeño pueblo al sur de Alicante, para luego adentrarse en las mesetas de España y a continuación volver a bajar y acercarse a la costa... No fue un comienzo fácil cuanto menos, pero al menos lograron asentarse en una tranquila y pequeña ciudad murciana mientras trabajaban para el pequeño puerto deportivo de la población bajo el nombre de Adrián y Carla. Entre ellos aún se permitían ser quienes siempre habían sido pero, de cara al resto, Fer y Miriam estaban muertos y enterrados —o incinerados— Dios sabía dónde. En Formentera o en sus respectivas ciudades, jamás viajaron hasta allí para comprobarlo.

—Lo que me gusta de este sitio es lo tranquilo que es, ¿eh? Ya hace casi un año desde que plantamos el culo aquí y se ha pasado volando.

Fer se asomó por la ventana del auto para contemplar el atardecer.

—La verdad es que sí que se vive bien. Y hemos podido hacerlo juntos, después de tantas discusiones... Quién me diría la primera vez que te vi que acabaríamos siendo compañeros inseparables.

Hubo un corto silencio entre ambos.

—Sé que no te gusta que hablemos de esto, pero... este verano hacen ya ocho años desde que escapamos de Apeiro —prosiguió Fer, melancólico—. El tiempo pasa demasiado rápido: ahora tan solo recuerdo aquel mes como un sueño febril. Ojalá lo fuese.

Miriam pensó por un momento si darle cuerda a su conversación o esquivarla como siempre hacía.

—Me pasa lo mismo —terminó por decir— Bueno, ¿qué hacemos para el aniversario, una fiesta o un minuto de silencio?

—Lo que sea menos celebrarlo.

—Joder, si eres tú siempre el que saca esta conversación... Pensé que te gustaría celebrar que estamos vivos. Bueno, que seguimos vivos.

—Es solo que no quiero celebrar nuestra victoria a costa de la muerte de otros.

Miriam suspiró mientras cambiaba de marcha y seguía con la vista puesta a la estrecha calle por la que estaban pasando.

—Aún le echas de menos, ¿no?

—A veces. No solo a él, ¿sabes? Pero... es una espina que sé que no me voy a quitar nunca.

—Si te hicieses Tinder...

—¡Que no, hay que ver! —el alemán giró sus ojos— No quiero que el que llegue lo haga para llenar su vacío. Sería injusto para él y un acto feo hacia Víctor.

—Qué ético eres a veces.

—Así soy, lo siento.

La conversación fue interrumpida por el sonido de una notificación en el móvil de Fer, llamando su atención y obligándole a sacarlo de su bolsillo trasero para revisar.

Era un correo electrónico de una dirección desconocida.

—¿Quién es?

—Espera —respondió con el ceño fruncido. Con tan solo leer el asunto del correo, un escalofrío recorrió su espalda.

Tras un par de minutos dedicados a leer el mensaje una y otra vez, totalmente consternado y sin saber cómo reaccionar, Miriam finalmente estacionó el vehículo en el aparcamiento que solía frecuentar. Acto seguido, sacó su móvil para darse cuenta de que también había recibido un correo electrónico.

"Hola, Miriam. Hola, Fer. Este correo es el mismo para ambos, no voy a molestarme en hacer dos versiones porque su finalidad es la misma. ¿Qué tal estáis? Seguro que bien, total: peor que en Apeiro, imposible. ¿O no?

En fin, no me enrollo. Ahora mismo estaréis con el rabo entre las piernas, ya que el remitente de este correo podría ser perfectamente Sigma. O quizá Delta. Incluso Sergio, si no fuese porque murió poco después de vuestro escape. O eso creo, no sé. Pero no, no soy ninguno de ellos. De hecho, soy una persona con la que tenéis más en común de lo que creéis: por ejemplo, haber escapado de aquel infierno. ¿Creíais que erais los únicos que tuvieron esa suerte?

Por si os lo preguntáis... Sí, Apeiro pudo seguir adelante tras vuestro sabotaje. Y me temo que, contra todo pronóstico y a pesar de seguir con sus carencias, se traen algo entre manos que podría volver a ponernos en el punto de mira tanto a vosotros como a mí y a mi hermano. ¿Os suena el proyecto Theos? Pues no ha hecho más que avanzar. Es decir, ir a peor.

Necesitamos vuestra ayuda para proteger a los blancos más fáciles de Apeiro antes de que sea demasiado tarde para ellos y se hagan más fuertes. Y con blancos fáciles me refiero a personas inteligentes. Lo creáis o no, tenemos una idea que a largo plazo podría conllevar la desintegración total de lo que tanto daño nos ha hecho. Puede pareceros imposible pero, ¿quién sabe? Al fin y al cabo, en el diccionario de Apeiro no entra la palabra "imposible".

Estaremos en vuestro pueblucho entre mañana y pasado mañana para tener una charla con vosotros. Si os atrevéis a aparecer, estaremos esperando en el muelle más alejado a la entrada del puerto, entre las 14:00 y las 21:00. Pondríamos énfasis en que no somos agentes de Apeiro encubiertos, pero probablemente aún así no nos creeréis. Y no os culpo, pero es vuestra única oportunidad de conocer a otros supervivientes de una organización que de perfecto tiene lo que yo de rubio (no soy rubio).

Si decidís no aparecer pero en el futuro cambiáis de idea, este es mi correo personal, por lo que podéis contactarme desde aquí. Preferiblemente antes de junio. Como sea, nos vemos (o no). Con amor,

Enigma"

Hijos de Dios [ERI #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora