La búsqueda de Blanca fue interrumpida por un comunicado de los altavoces. El ciervo había sido eliminado por el equipo de Bea. Eso significaba que el siguiente objetivo era ella misma.
—Por favor, equipo B, elegid a alguien para que sea retirado del campo de batalla. Se os ha implementado la opción de comunicaros por el brazalete para que toméis la decisión.
Segundos después pudo oír a su compañera hablar con un tono agitado con murmullos de fondo.
—¡Blanca! ¡Han disparado a Fer!
—¿¡A él también!? ¡Dime que no es grave!
—No sé yo qué decirte... Tiene la cintura hecha trizas. No puede moverse bien. Creo que...
—Eliminadme a mí, por favor.
—¿Fer?
—No voy a ser útil aquí dentro. No creo que me penalicen por retirarme del campo de batalla. Iré a enfermería y me curaré con calma, ¿sí?
Blanca suspiró.
—Dejarte así, sin vigilancia... La única que podía dañarte era Irene, no te pasará nada aquí.
—Si me quedo aquí tendría que irse Miriam. Me quedaría yo en esta piedra sin hacer nada mientras tú me buscas para curarme. Vendrían los demás y acabarían disparándote. Y eso sí que no pienso permitirlo. Dejad que me vaya, por favor.
—Blanca... Tiene razón. Mejor que se vaya él. En el sector Gamma hemos aprendido lo suficiente como para que sepa curarse solo. Estará bien, tranquila.
—Estoy perdiendo mucha sangre, por favor...
—Vale, vale... Mejórate, ¿sí? Nos vemos cuando todo esto acabe...
Una vez se confirmó la decisión, los altavoces informaron que las puertas se abrirían para Fer y que estaba prohibido hacerle daño antes de que saliese.
—Suerte... —le dijo Blanca antes de que cortasen su comunicación.
—Igualmente, chicas.
—Blanca, nos vemos en la roca del principio. No nos separemos.
La joven asintió.
—Allí nos vemos.
Y finalmente se cortó la llamada. La física no se lo pensó dos veces y puso rumbo a aquella zona que, con un poco de suerte, podría localizar pronto. A pesar de la inmensidad del territorio no era muy difícil moverse por él y memorizar puntos de referencia.
No tardó mucho en comenzar a pensar en algo que había omitido: habían matado a Irene. Oficialmente había un asesino en aquel grupo de seis. Y probablemente pronto serían dos. Irene, una chica sin culpa ninguna, obligada a participar en algo que rechazó desde un principio. Definitivamente, Apeiro no tenía límites. Límites en crueldad.
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Hijos de Dios [ERI #1]
Science Fiction🎖️ Ganador de los Premios Watty 2023 🎖️ Si te llegase una propuesta de trabajo de verano en unos importantísimos laboratorios científicos, ¿aceptarías? En ese caso, te hago una pregunta más específica. Si por cada día que pasases contribuyendo al...