[30] ¿Qué ha ocurrido?

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Tras haber realizado aquella muestra de afecto, la noche transcurrió de lo más encantadoramente posible.

Claramente el sueño se hizo cargo de terminar el momento, pues, la joven chica se había ido a descansar.

Con las emociones estallando en felicidad, las mariposas revoloteando en su estómago, y aún con una sonrisa en su rostro, ella terminó alcanzando el sueño que le haría descansar y recobrar energías para el siguiente día.

Pero no siempre se logra llegar a tener dulces sueños...

(...)

______

El frío me hace abrir los ojos e interrumpir mi sueño. Pero todo dió un giro inesperado cuando reconozco en que lugar estoy.

De la impresión, caigo de la cama y al instante me congelo al ver las cosas a mi alrededor.

No he estado en este lugar desde hace mucho tiempo.

Mi cama, el armario, el escritorio lleno de papeles, todas mis cosas... estoy en mi habitación.

Mi cabello cae por mi cara debido al ángulo en el que estoy, pero aún así, no puedo terminar de comprender esto.

Lo había olvidado por completo.

El viento golpea mi cuerpo y hace que recapacite de nuevo, giro mi cabeza y veo que la ventana está abierta. Es de madrugada, los tenues colores celeste y morado se logran ver en el cielo. 

Me siento sobre mis piernas y vuelvo a ver a mi alrededor. Llevo mis manos a mi cara y suelto un suspiro al verlo todo.

Me rio como si estuviera demente en voz baja, esto debe de ser un mal sueño.

Aún examino todo, como si esto fuese un chiste de mal gusto. Pero noto que pasé demasiado tiempo así ya que para cuando me doy cuenta, el cielo comienza a recobrar los colores cálidos del día. Asumo que son las 7:00 u 8:00 am.

Me levanto y aún veo a mis alrededores. No sé qué hora, día, o mes sea.

Me cuesta creer lo que veo. Camino hasta mi escritorio y comienzo a revisar los cajones y lo único que veo son materiales, papeles, apuntes, entre otros.

Pero empiezo a convencerme de que todo lo que vi fue solo un raro sueño. Nada de eso pasó, nunca fui a esa isla, nunca conocí a esos chicos, ni a Wendy ni a las sirenas, nunca aprendí a usar una espada, nunca conocí a ese tal Peter Pan.

Le doy un vistazo a mi vestimenta, y es diferente. No tengo ese pantalón color marrón, ni esa blusa verde oscuro de manga larga, ni siquiera tengo puestos aquel par de zapatos viejos que solía usar.

Solo tengo puesta mi pijama. Una camisa negra de tamaño medio, un pantalón de algodón de cuadros color rojo, y mis calcetas color lila. Es mi pijama.

Aún con mis dudas, camino hacia la puerta, la abro y salgo de la habitación para luego caminar por el pasillo y bajar por las escaleras.

Camino un poco más y veo a mamá en la cocina mientras prepara café. Me quedo ahí parada como si fuera una idiota, como si no creyera lo que esta pasando.

Ella se da la vuelta y me ve—. Oh, ____, veo que ya despertaste. ¿Cómo amaneciste? —preguntó en un tono amoroso.

Es como si no recordara ni una palabra, pero al instante respondo—. Muy bien, he amanecido bien... —y de nuevo vuelvo a mantenerme en silencio.

—¿Deseas desayunar? —preguntó sirviendo un plato de comida recién hecho.

El aroma de la comida es delicioso y apetecible, pero al mismo tiempo es poco agradable y algo nauseabundo.

Dejarlo todo por amor (Peter Pan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora