[17] Estar a poca distancia de la muerte

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Narrador 3ra persona

El cielo que estaba pintado de hermosos colores cálidos se había oscurecido.

Pequeños y brillantes puntitos titilaban en el oscuro cielo, hermosas nubes esponjosas como un algodón de azúcar se encontraban tapando de vez en cuando la gran y hermosamente brillante luna.

La ardiente llama de fuego cada vez iba disminuyendo

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La ardiente llama de fuego cada vez iba disminuyendo. La vieja madera quemada se iba enfriando lentamente cada vez que una ráfaga de aire le llegaba. El campamento estaba en total silencio.

Los grillos se hacían notar gracias a su canto, pequeños insectos nocturnos salían de sus escondites para poder cazar uno que otro bicho más pequeño que ellos.

Los grillos se hacían notar gracias a su canto, pequeños insectos nocturnos salían de sus escondites para poder cazar uno que otro bicho más pequeño que ellos

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Era tan tranquilizador el silencio que abundaba en la isla, hasta pareciera como si nadie habitara ese lugar.

Cada niño se encontraba en el campamento, todos dormían plácidamente en sus pequeñas tiendas de campaña.

Pero una joven castaña aún seguía contemplando el agua del pequeño lago mientras escuchaba como el agua de la cascada chocaba contra sí misma.

Su mente no dejaba de trabajar, miles de pensamientos habían en su cabeza. Muchas preguntas, pocas respuestas; pero todo terminaba en lo mismo.

¿Quién soy realmente?

Se preguntaba una y otra vez. No había interés  para dormir, no había interés para saber sobre los demás, solo había interés en la misma pregunta que llegaba un sin fin de veces a su mente.

¿Hambre? Eso no importaba. ¿Descansar? Eso no importaba. ¿Sentir como su cuerpo se congelaba? Eso no importaba.

Las palabras de Pan no la dejaban descansar mentalmente. Quería saber la respuesta.

La luz de la luna iluminaba aquel lugar. La iluminaba a ella, la joven podía ver el reflejo de las estrellas en el agua.

Por un momento se detuvo para ver su reflejo en el agua.

Ojos llorosos, cabello semi peinado, leves ojeras debajo de sus ojos marrones, y una que otra mancha de tierra en su rostro.

De la frustración, con su mano derecha golpeó el agua que mostraba su imagen. Cerró los ojos pensando en que ya tenía que detenerse o sino pasaría así toda la noche.

Dejarlo todo por amor (Peter Pan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora