[25] El inicio de unas atractivas mentiras

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Antes de salir completamente del lugar, no pudo evitar agarrar una manzana del árbol. Su estómago pedía algún alimento para digerir. Continuó con su camino y avanzó hacia el lugar a donde quería ir.

El silencio de la noche era relajante, la luz de la luna iluminaba lo suficiente en todos los lugares, el ruido de las hojas siendo pisadas era uno de los sonidos más destacados por donde pasaba ___.

La arena comenzaba a asomarse conforme avanzaba, hasta que ya había llegado a las orillas del mar. Y como lo esperaba, el sonido de las olas del mar era algo tranquilizante a esa hora, avanzó hasta la orilla y se sentó en la arena.

Cruzó sus piernas y sus manos al ver el mar, veía la espuma que se formaba con el movimiento del agua. El aire jugueteaba con algunos mechones de su cabello, y una que otra vez sentía un escalofrío recorrer su cuerpo debido al frío que había a esa hora.

Pensando en lo que le habían contado, se mantuvo en un total silencio. Sin que se diera cuenta; su ceño estaba muy ligeramente fruncido.

Había recordado la roja manzana que había traído. Aún teniéndola en su mano, le dio un vistazo y le dio un mordisco. Masticó ese pedazo de fruta, la saboreaba y supo que estaba en su punto dulce. No estaba seca, porosa o ácida. No. Era perfecta. Restándole demasiada atención, volvió a morderla.

Regaló un vistazo hacia la gran y brillante luna. No sabía cómo explicarlo, pero, toda ella se sentía confundida en ese momento.

¿Confundida? ¿De qué? Pues no lo sabía, solo sentía ese pensamiento en su mente.

Un leve calor recorrió por todo su cuerpo y terminó en su cuello y mejillas. Seguido de eso fue un escalofrió inusual que recorrió por toda su espalda. Por la inusual sensación no pudo evitar arquear su espalda hacia adelante, como cuando un minino se estira.

Era raro pero, esa tención que sentía en sus hombros era algo maravilloso. No se explicaba como, pero ella lo veía como algo agradable. Hasta, los problemas, los pensamientos negativos... los veía diferente ahora. Era como si ella misma se estuviera convenciendo de que eso era de poca importancia.

Pero un movimiento del otro lado de la playa le aturdió la tranquilidad e hizo que sus atenciones fueran dirigidas hacia eso.

Una opción era que fuera un animal paseando por ahí, pero no pensó lo mismo a la hora de que diferenció una figura humana caminado por ahí.

Entrecerró sus ojos para diferenciar quién era. Por un momento pensó que era cualquier niño pero valla niño perdido el que era. Era nada más ni nada menos que Peter Pan.

Esperó a que siguiera en lo suyo y afortunadamente así fue. No se percató de que del otro lado de la playa ahí estaba cierta castaña.

Él con tanta normalidad se alejó de ahí y entró entre toda la flora que comenzaba a darle fin a la playa. Desapareció entre todas esas plantas hasta perderse de vista.

Aliviada, ___ dejó ir un suspiro y siguió con la mente en blanco y al mismo tiempo le prestaba atención al agua. El suave cosquilleo jugaba en su cuello, era como imaginarse mariposas revoloteando por ahí.

Esa pesada carga que sentía en los ojos le indicaba que ya iba siendo hora de ir a dormir. Sus parpadeos se volvían más pesados y su rostro estaba neutro. Pareciera ser como si se fuese a quedar dormida en plena playa.

Pero lastimosamente un fuerte sonido la sacó de su trance y la forzó a dar un brinco del susto.

Sin pensarlo levantó su mano, la hizo un puño y sin siquiera ver, se lanzó a darle un golpe a lo que le había despertado.

Dejarlo todo por amor (Peter Pan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora