[29] Un beso

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—No me pasa nada —dijo ___ mientras seguía fijando su vista hacia los puntos brillantes del cielo.

Estaba acostada entre las flores, su suéter verde le protegía del frío de la noche.

Habían pasado dos días desde el incidente y ella seguía dando la misma respuesta.

—Lo digo en serio —respondió Pan. Estando acostado a la par de la fémina. Desde el día pasado la había notado algo rara e incluso desconfiada—, he notado que has estado algo rara...

—Por ultima vez... no tengo nada, estoy bien... —dijo.

El muchacho no dijo nada. Mantuvo el silencio por unos segundos. Las respuestas de ___ no le convencían del todo. Sus gestos la delataban, incluso salía a la defensiva en algunos momentos. Pero la actitud y el positivismo nunca los dejaba.

Pero queriendo cambiar de tema, con rapidez ella habló—. Aún recuerdo, la primera vez que llegué a este lugar —sonrió levemente.

Pan por su parte, miles de recuerdos llegaron a su mente. Desde las burlas hasta los malos momentos para ella. No dijo nada, los recuerdos le hicieron callar.

Pero ella rió al verlo de reojo—. Descuida, ya no importa... estamos a mano.

Un toque de confusión le hizo dudar. ¿Estar a mano?

—¿A que te refieres con "estar a mano"? —interrogó.

Pero ella comenzó a reír, los recuerdos le hicieron pasar bien el rato.

—Pues... se podría decir que habían veces en las que yo solía cobrar las malas bromas tuyas —aclaró.

—¿Como cuáles?

—Pues... digamos que fueron todas esas veces en las que interrumpía tus momentos de descanso, o trataba de lastimarte, o incluso intencionalmente quería llegar a envenenarte...

—¿Que tú qué?

—Pero ya es cosa del pasado —se rió ___.

Pan nunca imaginó el gran odia que recibía por parte de ___. Le parecía increíble escuchar aquello, hasta sintió curiosidad por saber cómo reaccionaría la antigua ___ si se viera a ella misma justo en ese rato.

—¿Como fue la primera vez que llegaste a este lugar? —quiso saber ___.

Al oír aquello, este recordó justo la primera vez que había llegado a dicho lugar. Pero en vez de que haya sido un recuerdo sereno, fue un triste y culposo momento.

—Yo... —iba a explicar pero la mirada de la fémina le hizo olvidar—, no...

—Vamos, cuéntame. No es como si hubiese sido algo verdaderamente malo—insistió como una niña pequeña.

—Escucha, no creo que quieras saberlo. Tal vez pienses que haya sido algo bueno, pero prefiero no contarlo.

—¿Por qué no? ¿Es que acaso Peter Pan no se atreve a contar? —se burló.

—El hecho de que sea diferente contigo no quiere decir que sea una buena persona, y eso se involucra en esos recuerdos —correspondió sin mirarla.

El cariño y agrado le hacían ser diferente con ella, pero el hecho de tener que compartir un recuerdo personal con ella, no le hacía convencer aún.

—Está bien... —se levantó quedando sentada, se quedó pensando si seguir acompañando a Pan o en irse ya a descansar, pero prefirió en seguir con la platica—, Peter ¿que te parece si... —se detuvo, analizó lo que había dicho y mantuvo silencio, no antes de comenzar a disculparse—, no quería llamarte así, lo olvidé, yo-

—Descuida, no me molesta. De hecho, te escuchas bien diciendo mi nombre —inquirió.

Como si fuese rubor de maquillaje, las mejillas de ___ se pintaron de un rosa. Evadió la mirada de Pan debido al nerviosismo.

—Entonces... ¿Puedo llamarte por tu nombre? —cuestionó. El chico solo asintió con la cabeza mientras copiaba la acción anterior de la fémina. Quedó sentado a la par de ella.

—Peter —murmuró—, pensaba en que si tú podrías... —había girado su cabeza para verlo pero se había acercado mucho a él, dejando poco espacio entre ellos.

Pero sin querer elevó las comisuras de sus labios formando una débil sonrisa apenada, y de nuevo se giró un poco para que hubiera espacio entre ellos.

Tratando de no hacerla incomodar, Pan continuó queriéndola escuchar—. ¿Pensabas en que si yo podría...?

Ella reaccionó y recapacitó—. Oh, lo siento, yo, bueno, pensaba en que si tú pudieras prestarme unos cuantos libros que tienes en tu cabaña... —murmuró por lo bajo.

—Claro, ¿por qué no confiaría en mí niña perdida? —respondió.

Una risa nerviosa soltó ___ al escucharlo. Aquello le hizo sentirse confundida.

¿Es que acaso la miraba como si fuese otra persona más en la isla?

Algo le hacía pensar que el muchacho tenía sentimientos hacia ella. Pero hasta ese rato ella comenzó a dudar sobre lo que solía pensar.

Y cometiendo la misma acción anteriormente, se giró para verlo y responderle pero de nuevo quedó a una corta distancia el chico de ojos verdes y con una sonrisa que enamoraría a cualquier chica.

No quedó tan cuerda al verlo. Como si no supiera como accionar, solo contempló las facciones de su rostro hasta llegar a sus labios.

Y no era la única, Pan por su parte, desde antes había estado contemplando el perfil de la fémina, hasta que ella dio la cara y él tuvo la oportunidad para contemplarla más.

Esos bonitos ojos color café que siempre reflejaban sinceridad, le hacían soltar suspiros al verlos. Las mejillas pintadas de rosa le agradaba ver, y esos bonitos labios que siempre le sonreían.

Esos labios que en un principio no soltaban nada más que insultos e insolencias, y ahora solo soltaba risas y palabras agradables.

Los segundos parecían ser detenidos de repente. La cercanía era la culpable de que las mejillas fueran pintadas de rosa.

Pero debido a los nervios, ella volvió a apartarse mientras sonreía tímidamente. El solo hecho de pensar en que podría estropearlo le hacía alejarse de él.

¿Quería dar un beso? Por supuesto que si. Pero debido a su falta de experiencia pensaba que lo haría mal.

Pero la interrupción de sus pensamientos fueron notables cuando sintió como una mano se posó en su mejilla y le hizo girar lentamente para volver a ver al muchacho que estaba a la par suya.

Era la mano de él la que había hecho volverlo a ver, y sintiendo mil y un mariposas en su estómago, no dijo nada. Pero aunque no lo demostrara, ansiaba por recibir un beso.

Y como si hubiese leído su mente, él solo hizo un movimiento para tocar los labios de ella con los suyos. Así formando un beso.

Los nervios actuaron en seguida y ella se quedó quieta. Pero la confianza la consumió a los segundos y le hizo comenzar a mover los labios como él. Los movimientos suaves y delicados hacía que sus mejillas fuesen más rosas y ardieran.

Después de un par de segundos, ellos se separaron y evitaron verse. Y como si supieran que hacer; sonrieron mientras volvían a verse.

—Tal vez yo no sea el muchacho más bueno de esta isla —comenzó a decir él—, pero lo sería solo para ti —le sonrió.

Las mejillas de ella ardieron al oírlo.

Estaban enamorados.

Se notaba por la forma en que se miraron entre si... como si tuvieran el secreto más maravilloso del mundo entre ellos.

Y aunque mi mundo iba a comenzar a colapsar en su fuego, nunca había estado tan cómoda de comenzar a quemarme en su sonrisa...

Dejarlo todo por amor (Peter Pan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora