[3] ¿Nombre o apodo?

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Sorprendente. Esa era la palabra que describía aquel lugar.

Todo era increíble. Desde pequeñas cosas como un simple pájaro, hasta grandes campos llenos de hermosas flores que poseían colores llamativos.

¿Reglas? ¿Que es eso?

Ahí solamente había diversión, pero no todo el tiempo, de vez en cuando había que trabajar un poco, pero el trabajo parecía que eran pequeños juegos.

¿Quien era aquel muchacho que vestía con ropa de diferentes colores?

Pues es Peter Pan, el líder de los niños perdidos.

(...)

Todos se preguntaban... ¿Porqué había una niña ahí? Se suponía que solamente llegaban niños o jóvenes, pero no niñas. Pero no se tomaron tan enserio el asunto, simplemente lo aceptaron sin ningún problema.

Por otro lado, la pequeña solamente se dedicaba a ver todo a su alrededor, veía como algunos niños jugaban sin que se quejaran cuando recibían un golpe por parte de otro niño.

Cuando ella jugaba con algunas niñas y accidentalmente les daba un ligero golpe, estás chillaban de "dolor" según ellas. Por lo cual se sorprendió al verlos a ellos jugar de esa forma y no quejarse de dolor.

Estos notaron la mirada de la niña, por lo cual pararon con su juego y se acercaron a ella.

—¿Quieres jugar? —preguntó un niño que parecía ser de su edad.

Ella feliz y emocionada, aunque no lo demostrara, asintió con la cabeza. Y de repente sintió un ligero golpe en su brazo izquierdo.

—¡La traes! —gritó el otro niño que tenía unas cuantas pecas en su rostro.

Ambos niños salieron corriendo dejando a la niña confundida, pero esta rápidamente reconoció el juego y salió corriendo detrás de ellos. Solo se escuchaban las risas de aquellos niños, ambos eran rápidos al correr, mientras que la pobre ___ corría lo más que podía, pero aún así no lograba alcanzarlos. De repente aquellos niños decidieron irse pos caminos diferentes, uno por la izquierda y el otro por la derecha, esta los perdió de vista, por lo cual se fue por la izquierda, corrió y corrió lo más que pudo. Paraba de vez en cuando para ver a su alrededor, pero no veía a nadie, solamente árboles y más árboles.

Ya estaba anocheciendo, ahora todo se miraba más oscuro y era difícil diferenciar lo que veía, aún no lograba atrapar a alguno de los dos niños. Hasta que escuchó el crujir de una rama, rápidamente salió corriendo en la dirección donde había escuchado aquel sonido y puedo ver a alguien de espaldas.

Una sonrisa apareció en su rostro, sigilosamente empezó a caminar lentamente y con cuidado de no pisar una rama. Poco a poco estuvo más cerca de aquella persona hasta que la atrapó. Lo tenía agarrado con sus dos brazos formando un abrazo.

—¡Te atrapé! —exclamó la pequeña, se notaba la alegría en su voz.

—¿Qué? —dijo la otra persona. Su tono de voz era diferente al de los niños, se notaba que su voz no era aguda.

Ella levantó la mirada y pudo ver que no era ningún niño, era un muchacho. Era alto, se notaba que su cabello era rubio, y se notaba serio y cansado.

Este se dedicó a verla y supo rápidamente que ella era aquella niña de la que algunos hablaban, dio un suspiro cansado y la cargó como costal de papas, empezó a caminar dirigiéndose al campamento donde se encontraban los demás. Ella confundida sin saber porque la cargaba trato de liberarse de su agarre, pero era inútil. El camino duró unos 4 o 6 minutos, hasta que llegaron.

La pequeña pudo ver como algunos niños jugaban y otros hablaban y reían tranquilamente, ya era de noche por lo cual había una fogata en el centro del campamento.

—¡Oye Pan! —exclamó el muchacho que la cargaba. Empezó a caminar hacia una dirección, ella no sabía hacia donde caminaba hasta que sintió como la bajaba de su espalda. Ya estando en el suelo, se dio la vuelta y vio al muchacho de ojos color verde, que se dirigía hacia ellos—. Si sigues trayendo más niños aquí, por lo menos ocúpate de no perderlos de vista —habló el rubio, se notaba que estaba cansado y tal vez fastidiado.

—Tan amigable como siempre ¿no, Félix? —habló Pan, se notaba el sarcasmo en sus palabras. Paso su mirada de Félix a ___—. Valla... los dejas en un lugar y aparecen en otro lado. Como sea, hiciste bien tu trabajo Félix —el mencionado solo bufo y se fue. Pan vio como Félix se alejaba lentamente, de repente su mirada se dirigió a la pequeña criaturita que se encontraba a la par suya—. Tu y yo tenemos que hablar, sígueme —dijo empezando a caminar dirigiéndose a un tronco que estaba cerca de ellos, ella solo lo siguió hasta que se sentaron en aquel tronco—. Tú ya sabes quién soy, pero ¿cuál es tu nombre?.

___ solo se quedó callada. Pues cada vez que le preguntaban que como se llamaba, siempre se hacían amigos de ella solamente por ser la hija de la reina, sabía perfectamente que se juntaban con ella solo por interés. Por lo cual solamente se quedó callada.

Pan se dedicó a verla, esperando una respuesta que probablemente no recibiría. Estaba acostumbrado a ver que algunos niños fueran así al principio, por lo cual no se iba a tomar la molestia en seguir preguntando.

—¿No me quieres decir tu nombre? —preguntó, esta solamente negó con la cabeza—. ¿Acaso te gustaría tener otro nombre? —siguió preguntando.

Ella lo pensó y pensó, hasta que le agradó la idea de tener otro nombre, por lo cual asintió con la cabeza mientras tenía una sonrisa en su rostro.

—Bien, entonces que te parece... —empezó a hablar, pensando en algún nombre que le agradara a ella—. ¿Isabella? —ella negó con la cabeza, no le gustaba ese nombre—. ¿Bianca? —obtuvo la misma respuesta—. ¿Eda? —¿acaso ese nombre existe? Se preguntó la pequeña, pero aún así volvió a negar—. Eres complicada —dijo el muchacho—. ¿Qué tal... un apodo? —le agradó la idea, por lo cual asintió con la cabeza—. ¿Princesa? —negó rápidamente con la cabeza horrorizada—. ¿Pequeña? —"pequeña tu imaginación para crear apodos" pensó pero volvió a negar con la cabeza—. ¿Damita? —iba a volver a negar pero le agradó aquel apodo, por lo cual sonrió y asintió felizmente con la cabeza—. Damita... bien, entonces serás la pequeña damita.

Pan se levanto de su lugar y dió unos cuantos pasos hasta quedar un poco enfrente de la fogata—. Escuchen niños perdidos —dijo Pan llamando la atención de los niños y jóvenes—. A partir de hoy se referirán a ella como la pequeña damita —dijo señalando con su mano a ___ que se encontraba aún sentada en aquel tronco—. Cualquiera que le haga daño o hagan algo en donde ella salga afectada, recibirá un castigo que no sería de su agrado, por lo cual respétenla.

Y dicho eso todos asintieron con la cabeza dando a entender a la nueva orden de Pan.

No es que ella fuese la favorita de Pan, pero él sabía que ella no sería tan brusca como los demás niños. Le podía dar igual si ve como un niño golpeaba a otro y este se quejaba, pero no le agradaba para nada la idea de pensar en que ella podía ser lastimada por alguien más grande que ella. Por lo cual decidió dar una nueva orden para los chicos.

Cuando Pan dejó de hablar y todos volvieron a sus asuntos, algunos niños se acercaron a ___ o ahora conocida como la pequeña damita, para jugar con ella y no dejarla a un lado como solían hacer los muchachos más grandes.

De repente aquel lugar estaba lleno de niños bailando y jugando, mientras disfrutaban el agradable sonido que provenía de la flauta.

Pero de pronto aquella melodía dejó de escucharse, algunos pararon de hacer lo que hacían, otros continuaron con sus asuntos, pero pararon al ver a Pan con una sonrisa radiante en su rostro.

—¿Les parece si jugamos? —preguntó viendo a los niños perdidos. Estos empezaron a alegrarse mientras asentían con la cabeza—. ¿Que piensas niña perdida? —le preguntó a ___, su respuesta fue un si por lo cual todos prestaron atención al escuchar de que trataría el juego—. ¡Vamos muchachos! —gritó Pan mientras alzaba hacia arriba su espada, dando por iniciado el ansiado juego.

Dejarlo todo por amor (Peter Pan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora