[7] Emma Swan

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Pasaban las semanas y meses, a veces la pequeña ___ iba a Neverland, otras veces se quedaba en su hogar. Era estresante despertar en diferentes lugares. Pero hubo una vez en que empezaba a olvidar aquel lugar.

Ya habían pasado 2 años y la pequeña ___ ya tenía 8 años. Había olvidado el lugar que tanto anhelaba ir. Ya no recordaba nada de eso. Ahora lo único que le importaba era ser un ejemplo como su madre.

Era muy joven para pensar en esas cosas pero lo único que ella quería era ser como su madre, una líder.

Desde esa edad ella se sentaba junto con su madre a leer libros o pergaminos llenos de información. No entendía nada pero se esforzaba por aprender.

Pero no todas las historias llegaban a tener un final feliz...

Aquella mujer sabia y llena de amor empezó a tener problemas un día, empezó como una simple tos, luego fueron mareos, después se le dificultaba respirar hasta que llegó a tal punto de debilidad que tuvo que estar acostada en una cama.

Su hija la trataba de animar todos los días, la cuidaba y le daba mucho cariño. Pero hubo un día en que esa hermosa e inteligente mujer dejó de respirar.

Todos se lamentaba por la pérdida de la reina. ¿Qué pasará con su hija? Se preguntaban todos.

En el cuarto de la reina había un pequeño pergamino donde había escrito una nota; en esta mencionaba a la persona que quería que cuidara a la pequeña niña como si fuese su propia hija. Y se cumplió, esa persona se hizo cargo de ___.

Era una amiga cercana. También era una reina, era una buena mujer cuando ambas mujeres eran amigas, ella aceptó a ___, la cuidó como si fuera su propia hija. Pero era una lástima que en unos años más tarde todos la llamarían la reina malvada.

[...]

Un pequeño niño de 10 años iba acompañado de una joven chica de unos 17 años. Ambos iban en un autobús.

El pequeño llevaba un libro donde se encontraban cuentos, veía las páginas mientras que la joven veía las calles por la ventana.

—¿Ese libro es bueno? —preguntó una mujer que iba al otro lado de donde se encontraban ellos dos. Llamó la atención de ambos, por lo cual los dos voltearon a ver a la señora.

—Esto... es más que un libro —respondió el pequeño. Provocando que la mujer riera.

—Boston estación sur, gracias por viajar con nosotros —anunció el conductor del autobús.

—Es nuestra parada, vamos Henry —dijo la joven mientras preparaba su mochila.

—Ya voy... solo deja lo guardo —habló Henry mientras guardaba su libro en su mochila.

Ambos chicos bajaron del autobús y empezaron a caminar. Iban platicando de cosas triviales mientras caminaban, pararon cuando vieron unos taxis. Se acercaron a uno y la joven tocó con delicadeza el vidrio de la puerta del auto. La persona que iba dentro bajo la ventana.

—Disculpe, ¿usted podría... —dijo la chica mientras buscaba algo en las bolsas de su mochila—... llevarnos a esta dirección? —dijo ofreciéndole un papel donde había una dirección.

—¿Si saben que son menores de edad verdad? —dijo el conductor del taxi.

La joven soltó una risa fingida—. Si... si sabemos que somos menores de edad pero... esto se quedará solo entre nosotros tres —dijo mientras se señalaba ella misma, a Henry y al señor sucesivamente.

—Podría estar en problemas, verán yo... —pero fue interrumpido por las palabras de Henry.

—¡Bam! Tenemos tarjeta de crédito —habló seguro de sí mismo. Mientras mostraba una tarjeta en sus manos.

Dejarlo todo por amor (Peter Pan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora