[32] Otra oportunidad

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La corta plática que tuvieron los dos jóvenes se había quedado en el aire, y cada uno de ellos tomó la iniciativa de irse a hacer alguna otra cosa, dejando olvidado el trayecto de seguir con aquella conversación.

Más tarde ese día, ya llegando a la noche, tocaba uno más de los entretenidos juegos que solían tener los jóvenes y niños.

Pero ¡Oh sorpresa!

Esta vez, el que dirigía el juego era un niño de apenas 10 años. Su juego no tenía muchas diferencias a comparación de los otros. Pero si había un detalle.

El juego era en parejas. Y claro que en eso no habían problemas ¿era difícil jugar en parejas? ¡Claro que no! Al contrario, te daba ventaja en poder ganar el juego.

Pero esta vez era algo... eh, ¿como decirlo? Fastidioso.

Pues el detalle estaba en que tenías que estar unido a tu pareja. Gracias a una cuerda, tú cintura era amarrada con un lado del inicio de la cuerda y al otro extremo estaba tu compañero igual de sujeto como tú.

En resumen era un fastidio estar unido a alguien.

Todos tuvieron la oportunidad de escoger con quien jugarían, algunos trabajarían solo por ganar mientras que otros lo hacían por la pura gana de reírse en esos momentos.

El juego dio por iniciado, y cada pareja tomó diferentes rumbos para evitar toparse con otros. Y así, en esa noche, los niños se divertían por el clásico juego de búsqueda.

La única joven de ese lugar, no emitió ninguna palabra, se había quedado entre las oscuras sombras de los árboles, mientras veía a los demás irse.

No había hecho ningún esfuerzo por entrar, pues había aprendido que, a la mayoría no le pareció muy bueno jugar con una chica. Tenían la supuesta creencia de que al jugar con ella sería más fácil perder la jugada.

Sin poner objeciones, ella camino con toda normalidad hasta un árbol, y su acción fue comenzar a treparlo. Vería desde arriba como se tratarían los demás solo para ganar.

Llegando a una rama que le generaba seguridad, lo primero en lo que se fijó era que ya estaba ocupada por alguien más. Y ella tuvo la creencia de que la suerte no le acompañaba en ese momento.

El muchacho contemplaba el cielo oscuro lleno de puntos brillantes, pero su concentración se fue cuando vio a alguien más tratando de subir a la misma rama donde él se encontraba.

Hicieron contacto visual, pero a los dos segundos se apartaron rápidamente.

—¿Por qué estás aquí? —preguntaron al mismo tiempo.

Ella no sería la respondería de primero, dejándolo a él como él primero en responder.

—Pues, resulta que no quería estar unido a un pequeño niño. Sería algo estresante para mí. ¿Tú?

—Ah, bueno —tomó un respiro, e iba a comentar sobre lo que pensaba en realidad—, resulta que solo por ser mujer todos piensan que tendrán a alguien débil. Piensan que ellos son superiores a una figura femenina, los niños no piensan eso; ellos no se fijan en ello —dijo en un tono sencillo, pero luego ese tono se volvió un poco despreciable—, pero los demás, sus tontas creencias los pasan a la luz cada que yo trato de involucrarme, no todos claro, pero la mayoría cree eso.

Mientras hablaba, él solo le había dado un espacio para sentarse, y continuó escuchándola. Y _____ sólo expresó lo desagradable que era para ella pasar momentos así. Al parecer no todo era encantador en este lugar.

—No deberías dejar que hablen eso sobre ti —le respondió luego de escucharla—. Deberías de demostrarles que eres todo lo contrario a lo que suelen decir... si te importa mi opinión, diría que eres alguien lo suficientemente capaz de ser mejor que ellos. Desde un inicio me demostraste que eras alguien muy inteligente y valiente, no eres alguien débil...

Dejarlo todo por amor (Peter Pan y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora