4. Mira por dónde vas.

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4
ᴍɪʀᴀ ᴘᴏʀ ᴅᴏɴᴅᴇ ᴠᴀꜱ

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 4ᴍɪʀᴀ ᴘᴏʀ ᴅᴏɴᴅᴇ ᴠᴀꜱ

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Narra Sadie

Después de una mañana agotadora llegué a casa y Jacey, nada más verme, corrió hasta mí y saltó en mis brazos.

―Cuidado, Jacey ―le advertí en mitad de una risa.

―¿Qué tal el día de hoy, hermanita? ―preguntó Mitchell, mi hermano, presentándose también en la sala.

―Bueno, como siempre, aburrido ―esbocé una pequeña sonrisa y solté un suspiro.

Bajé a Jacey al suelo y ella se fue corriendo a la habitación de los juguetes.

―Salte un poco de esa vida tan monótona y vente a la fiesta del sábado ―me aconsejó, echándose sobre el marco de la puerta con los brazos cruzados.

―No sé..., me gustaría, pero tengo examen el lunes y es algo complicado de entender ―hice una mueca y Mitchell resopló, indignado.

Justo en ese momento el móvil me avisó que me acababa de llegar un mensaje. Encendí la pantalla y vi que era de Millie.

Milagros: ¿Vamos a dar una vuelta? Me aburro muchísimo y necesito pasar un rato con mi mejor amiga.

Acepté la quedada y me despedí de Mitchell para luego salir corriendo escaleras arriba, llegar a mi habitación y abrir el armario para inspeccionar la ropa que me iba a poner. No pensé mucho en qué me iba a poner y, tras avisar a mis padres que me iba, me dirigí hacia el punto de encuentro con Millie.

―¿Me puedes explicar por qué siempre están tan guapa? ―me piropeó, analizándome con la mirada―. Pasa tips ―rio.

―¿Qué quieres? ―cuestioné y alcé una ceja.

―Tenía pensado ir de copas, pero mis padres no me han querido dar dinero ―esbozó una sonrisa angelical y me miró con ojitos de cordero.

Resoplé.

―Está bien, yo te lo pago ―acepté y ella me abrazó con emoción―. Pero la próxima vez no hace falta que me piropees ―me quejé y me separé del abrazo, el cual me estaba asfixiando.

―Pero si dije la verdad. Tú siempre estás hermosa, zanahoria.

―La próxima vez que me llames zanahoria vamos a tener problemas, milagros ―la amenacé con el dedo índice.

―Cierto, eso solo te lo puede decir tu chico ―se burló y, antes de que mi mano pudiera darle un pequeño golpe en el brazo, ella lo esquivó y se alejó de mí.

―Hey, chicas, tranquilidad ―pidió una voz masculina―. Os dejo solas un segundo y ya se estáis peleando.

―¿Entonces tú eres quien paga las copas? Perfecto, eres un gran amigo, Nowita ―dije con una sonrisa en mi cara y dándole una palmadita en el hombro.

Stranger Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora