27. Tienes cara de avena.

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 27

ᴛɪᴇɴᴇꜱ ᴄᴀʀᴀ ᴅᴇ ᴀᴠᴇɴᴀ

ᴛɪᴇɴᴇꜱ ᴄᴀʀᴀ ᴅᴇ ᴀᴠᴇɴᴀ

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Narra Sadie

El chico que parecía llamarse Jaeden me dio el algodón y se fue de la cocina, enfadado. Miré al castaño, Louis, y él asintió, comprendiendo que también debería irse. Suspiré y me puse de cara a Blair, quien tenía la mirada perdida en sus manos.

Escuché toda la discusión que tuvieron Jaeden y Louis mientras que mi mirada casi nunca se apartó del rostro de Blair, el cual mostraba tristeza, a la vez que cierto enojo por las acusaciones de su amigo. Sabía que estaba haciendo lo imposible por controlarse, ya que esto mismo le pasó con Finn y si yo no hubiera intervenido entre ellos dos, quizá no hubiera acabado bien. No sabía qué supuestos problemas tenía ella como para pasarse sus días consumiendo esas sustancias, pero tampoco era quien como para juzgar y minorizar esa preocupación diaria. 

Cuando vi que estaba dispuesta a irse, confirmé mis teorías. Ella quería alejarse de esa discusión para tranquilizarse. Sin embargo, no iba a dejarla ir y que se encerrara en un cuarto a solas, ya que, analizando a las personas como ella, seguramente quería llorar y empezar a tirarlo todo al suelo, quizá por un ataque de ira mezclado con ansiedad. Por mucho que no la conociera, no quería dejarla sola en esas circunstancias, aunque tampoco había lidiado nunca con algo así y solo esperaba no acabar mal.

―¿Estás bien? ―le pregunté, preocupada, y ella solo asintió sin aún mirarme. Me acerqué a Blair y puse una mano en su barbilla para alzarla y que me mirara―. ¿Segura? ―acaricié con la yema de mi dedo pulgar su mejilla para tranquilizarla, ya que se le notaba la respiración algo alterada, aun sabiendo controlarla para que nadie se diera cuenta de su estado.

Blair volvió a asentir sin decir nada, aunque esta vez me estaba mirando a los ojos. Apreté mis labios y suspiré. Sabía que mentía, pero no iba a insistir más para no agobiarla. Elevé la otra mano, la del algodón, y procedí a limpiarle la herida de la mejilla, provocando que ella soltara un pequeño quejido.

―Perdón ―me disculpé, avergonzada.

―No te preocupes ―masculló, apartando la mirada de mis pupilas azules.

Seguí curándole la mejilla con pequeños toquecitos, intentando que no le escociera mucho.

―¿Te duele? ―interrogué para sacar conversación, pero ella simplemente negó con la cabeza.

Nos quedamos unos minutos en silencio mientras que yo le curaba parte de la cara, como la ceja y el labio.

―Deja de pensar ―le ordené de forma muy tonta y ella me miró con el ceño fruncido―. Sé que estás sobrepensando la discusión que tuvieron Jaeden y Louis y no quiero que le des más vueltas a la cabeza... 

―¿Cómo sabías que estaba pensando en eso? ―cuestionó, sorprendida.

―La noche del río me comentaste que el silencio te hace pensar y también me dijiste que eso no te gusta, por lo que supongo que normalmente son malas ideas de tu cabeza que te torturan y ahora quizá sea uno de esos momento ―le expliqué mientras que daba toquecitos con el algodón en su ceja. Ella se me quedó mirando con la boca entre abierta.

Stranger Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora