40. La protagonista de mi historia.

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 40

ʟᴀ ᴘʀᴏᴛᴀɢᴏɴɪꜱᴛᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀ

ʟᴀ ᴘʀᴏᴛᴀɢᴏɴɪꜱᴛᴀ ᴅᴇ ᴍɪ ʜɪꜱᴛᴏʀɪᴀ

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Narra Blair

En tan poco tiempo, Sadie me ha trasmitido más confianza que muchas de las personas que han pasado por mi vida. Es más, me gustó que me hablara de su vida como si yo fuera parte de ella, como si realmente confiara en mí. Incluso me contó lo que tuvo con Finn, algo que me bloqueó en un principio y, aunque en realidad ya me esperaba porque lo notaba entre ellos, me costó asimilarlo. Aun así, que tuviera esa seguridad en confesarme esas partes de su vida me hacían sentir aceptada y bien, siendo un hecho que me ablandaba aún más con ella, a pesar de que mi intención era todo lo contrario, y que me acercaba más.

Ni siquiera Sophia, cuando era mi amiga con derechos, fue capaz de contarme que a la vez estaba teniendo una relación con un chico y que yo era su amante. De eso me enteré cuando la encontré un día llorando y me confesó que lo había dejado con él. Si lo hubiera sabido antes, obviamente no hubiera aceptado hacer nada con ella ya que no soy partidaria de las infidelidades.

No sabía si los gustos de Sadie también se inclinaban hacia las chicas, pues hacia los chicos lo tenía más que claro tras haberme contado lo que tuvo con Finn. Aun así, no pude evitar soltar esa bomba: «Te gusto». Ni siquiera pude ser dueña de mis actos. Quizá me di cuenta tarde, pero no me importó tanto como otras veces. Antes siempre andaba cuidado con mis palabras para no incomodarla y crear un ambiente tenso ya que no la conocía lo suficiente, pero ya le tenía tanta confianza, y se podría decir que ella ya conocía mi parte pícara, que las palabras fluyeron solas.

En cambio, no me esperaba que su reacción conllevara un rojizo en sus mejilla. La sonrisa burlona salía sola de mis labios y tuve que apartar la mirada para que no me viera.

—¿Estás nerviosa, pelirroja? —cuestioné sin aún mirarla para que no viera la sonrisa, aunque sí podía ver la mitad de esta ya que me encontraba de lado a ella, es decir, yo me encontraba con los brazos posados en el medio muro mirando el paisaje y ella estaba a un lado de mí, observándome y paralizada—. Se nota desde aquí esos nervios.

—Eh... Tampoco estás tan... tan le-lejos —intentó decir y vi de reojo que apartaba la mirada.

—Podría estar más cerca —murmuré y tuve que agachar la cabeza para que no viera mi sonrisa cada vez más amplia, pero enseguida me armé de valor para alzar la mirada y clavar mis ojos en ella, quien me estaba contemplando con un rojizo característico en su rostro—. ¿Todo bien? —pregunté sin aún borrar la picardía de mi rostro.

—Cl-claro —tragó saliva.

—¿Comenzamos con el trabajo ya? —propuse.

—¿Q-qué trabajo? —cuestionó con sorpresa.

—El que tienes que hacer sobre los valores éticos —respondí—. ¿A qué trabajo me iba a referir?

Mi sonrisa no paraba de incrementarse cada vez que le decía algo. Me encantaba ponerla nerviosa y, aún más, después hacer como si nada. Se podría decir que una chica muy seductora que le gustaba crear la tensión para luego dejar con las ganas. Bueno, esa parte de mí solo salía cuando no tenía ninguno de mis cinco sentidos activos a causa del alcohol y las drogas. Era la primera vez que era capaz de comportarme así estando sobria.

Stranger Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora