8. Soy de sangre caliente

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 8
ꜱᴏʏ ᴅᴇ ꜱᴀɴɢʀᴇ ᴄᴀʟɪᴇɴᴛᴇ

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 8ꜱᴏʏ ᴅᴇ ꜱᴀɴɢʀᴇ ᴄᴀʟɪᴇɴᴛᴇ

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Narra Sadie

Finn asintió con la cabeza, no muy convencido, y me despedí de ellos. Salí del pub y me puse la chaqueta que tenía colgada en el brazo ya que el aire de la noche empezó a correr. Empecé a caminar por la calle y me percaté de que ni la chaqueta me quitaba el frío que se había instalado en mi cuerpo. No tuve más remedio que abrazarme a mí misma cruzando los brazos alrededor de mi pecho.

No había nadie por la calle, ni un simple coche pasando. Solo se podía escuchar los grillos que cantaban a la luna y algunos maullidos de los gatos callejeros.

Aligeré el paso para llegar lo antes posible a mi casa, o al menos a una calle donde hubiera más luz, ya que en esta al parecer las farolas no funcionaba muy bien.

De repente, una luz apareció en la calle y el sonido de una moto se instaló en mis oídos. Ese mismo vehículo me alcanzó, a pesar de haber acelerado el paso, y se detuvo justo a mi lado, paralizando mi corazón y llevándose consigo mi aliento.

En vez de salir corriendo, giré mi cabeza con temor y apenas pude ver a la persona que estaba subida en la moto. En primer lugar porque llevaba un casco encima y en segundo porque había poca luz.

La persona se quitó el casco y me dejó ver una melena larga. Entonces, me percaté de quién podría ser y lo único que quería hacer era huir, pero mi cuerpo se quedó parado delante de ella.

―Será mejor que subas ―me ordenó y yo fruncí el ceño.

―¿Qué?

―Qué subas ―repitió y giró su cuello para inspeccionar la calle―. ¿A qué esperas, niñata? ―cuestionó y me volvió a mirar.

―Ni en broma voy a subirme a esa moto ―ladré―. ¿Quién te crees que eres?

La chica suspiró y, tras unos segundos, paró el motor del vehículo y se bajó de él, asustándome ya que no sabía cuáles eran sus intenciones.

Esta mañana me mostré muy segura de mí misma cuando pronuncié esas palabras delante de ella, pero porque sabía que estaba en un lugar público donde ella no podría hacerme nada. Sin embargo, ahora nos encontrábamos en un callejón oscuro y me temía lo peor.

Ella se acercó a mí, haciendo que retrocediera con mis pasos. La chica suspiró al ver mi acción y me tomó del brazo para evitar que siguiera alejándome y para acercarme a ella, pero me zafé con un movimiento brusco.

―Tranquila, no te voy a hacer nada ―masculló, pero no me convenció―. Bueno, pues te acompañaré andando ―decretó y yo fruncí aún más el ceño, confundida―. No te voy a obligar a montarte en la moto, pero tampoco te voy a dejar sola en calles como esta.

Stranger Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora