35. Quizá me acabe enamorando.

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- MARATÓN 1/2 -

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 35

Qᴜɪᴢᴀ ᴍᴇ ᴀᴄᴀʙᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀɴᴅᴏ.

Qᴜɪᴢᴀ ᴍᴇ ᴀᴄᴀʙᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀɴᴅᴏ

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Narra Blair

No suelo ser una chica que anduviera siempre dando las gracias, ya que pasaba de todo en realidad. Sin embargo, Sadie era una persona genial que me estaba ayudando muchísimo y no podía ser tan desagradecida como para no valorarlo. Y, por otra parte, hoy estaba algo sensible por el fuerte dolor del brazo y los delirios de la fiebre que me fue inevitable.

Además, no podría no agradecerle perder toda una tarde que podría ser de estudio para ella. Sadie, sin pensárselo, decidió ayudarme y estuvo todo el rato cuidándome. Ese hecho hizo que mi mente me obligara a descansar tranquila. Bueno, no con tanta calma, porque siempre los acontecimientos de ese orfanato venían a mi cabeza, como si mi cerebro se divirtiera atormentándome con los recuerdos.

Aun así, con tan solo mirarme a los ojos, ella supo que quizás algo no iba bien y, sin más, intentó animarme, sin conocerme lo suficiente como para tener esa preocupación.

Es más, no se separó de mí en todo momento, tal y como me prometió...

Mi mirada se clavó rápidamente en ella, a pesar de los nervios. La vi sonreír tras escucharme y no era una simple sonrisa, sino una de esas que elevaban sus mofletes, sonrojándolos, y que le hacían brillar el mar de sus ojos.

Solté un fuerte suspiro, aparté la mirada de ella y cerré los ojos. No quería que me pasara lo que me estaba pasando. Las promesas nunca se cumplen y en mi cabeza ahora no paraba de resonar su voz repitiendo la misma frase: no me separaré de ti en ningún momento.

Mentira

Todo es mentira

Siempre es mentira.

―Hey, ¿qué pasa? ―la voz de Sadie resonó en mi oído―. ¿Te ha vuelto a bajar la fiebre? ―preguntó, preocupada, y enseguida sentí unas manos tocarme la cara, sobre todo la frente.

Abrí los ojos, encontrándome con los de ella. Negué con la cabeza para responderle a la pregunta y, a la vez, tragué saliva. La respiración, sin que me hubiera dado cuenta, se me había descontrolado un poco, siendo el principal motivo por el que Sadie seguramente se alarmó y se preocupó por mi estado..., por mí...

―No veo que tengas fiebre, pero..., ¿te duele algo? ―siguió inquiriendo bajo mi atenta mirada y retirando sus manos de mi cara para observarme con más atención―. ¿Es el brazo? ¿Ya es hora de curarlo? Si quieres, puedo...

―Estoy bien, Sadie ―la interrumpí y ella se me quedó mirando.

―¿Seguro...? ―insistió y esta vez no utilizó el mismo tono vacilón que antes, sino uno más preocupado. 

Stranger Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora