Blair Dyer es una chica que fue abandonada desde muy pequeña por sus padres en un orfanato y adoptada por su nueva familia, quienes intentaban darle una vida mejor. Sin embargo, Blair se metió en vicios para poder evadirse de la realidad y no será u...
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CAPITULO 46
ME GUSTA VERTE NERVIOSA
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Narra Sadie.
Al regresar a la habitación para juntarme de nuevo con Blair, decidimos pedir algo de comer para la cena. Pensamos que sería una buena idea encargar pizzas, ya que hoy quería animar y hacer feliz a Blair y esa comida era una de sus favoritas.
Tras un tiempo de espera, en el que aproveché para ducharme, el timbre resonó por toda la casa y bajé a recoger el pedido. Cuando abandoné el último escalón de la escaleras, pude visualizar a Mitchell con la bolsa que contenía los cartones de pizzas. Él se acercó a mí y alargó el brazo para entregarme el pedido.
―Gracias ―murmuré con una pequeña sonrisa y tomé la bolsa.
―¿Es ella? ―interrogó, haciéndome fruncir el ceño.
―¿Qué?
―Blair está en tu habitación, ¿cierto? ―indagó con la mirada atenta en mí. Yo, sin embargo, me quedé pillada con su inesperada reacción―. Mamá estaba hablando con papá sobre una chica que se va a quedar a dormir y no creo que sea Millie ya que, si no, dirían su nombre ―intentó explicar al ver la confusión reflejada en mis facciones.
―Ya, bueno ―intenté evitar la conversación y aparté la mirada.
Sabía la opinión de mi hermano respecto al tema y lo último que quería era tener una pequeña discusión con él.
―Pensé que no querías saber más nada sobre esa chica ―siguió hablando y ahora él era quien se mostraba confundido.
―Yo no te dije en ningún momento eso ―mascullé y lo volví a mirar.
―Pero se te notaba, sobre todo cuando no quisiste responder esa llamada ―me recordó con una mueca en su cara.
Que mencionara ese momento fue una patada en la cara. Nunca me podría perdonar haberle hecho eso a Blair. En ese instante ella estaba sufriendo y me necesitaba. Yo tuve los santos ovarios de no atender y de no ayudarle. El enfado y decepción me golpeó y me dejé llevar por mis instintos. Eso no estuvo nada bien y necesitaba corregir ese error, pero no por mi consciencia, sino para recompensárselo a ella y porque quería ayudarla a levantarse de la caída.
