Blair Dyer es una chica que fue abandonada desde muy pequeña por sus padres en un orfanato y adoptada por su nueva familia, quienes intentaban darle una vida mejor. Sin embargo, Blair se metió en vicios para poder evadirse de la realidad y no será u...
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Narra Blair
Estuve muy poco tiempo en el bar de Killian, ya que mi principal objetivo era agradecerle la ayuda. Sin él, Louis podría haber acabado muy mal y no quería eso para mi hermano. Cuando me salí del local, me fui a un parque solitario y me senté en un banco. Estuve ahí algunas horas mientras que fumaba y, gracias a que siempre llevaba encima unos auriculares, escuchando música.
Mis ojos se encontraban cerrados y mi cabeza se movía al son de la canción. Me llevé el cigarro a la boca, inhalé todo lo que pude y solté el humo, sintiendo esa sentimiento de libertad brotando en mí.
Algo empezó a vibrar en mis pantalones. Abrí los ojos y saqué el móvil de los bolsillos. En la pantalla me avisaba de una llamada de Wyatt, algo extraño ya que él no solía llamarme nunca. Descolgué con el ceño fruncido.
―¿Qué pasa? ―pregunté.
―Estaba paseando por la calle a mi perro y...
―Al grano, Wyatt, no tengo todo el tiempo del mundo para escucharte ―rodé los ojos con cansancio.
―Lo hombres de ayer están hablando con Louis ―me comunicó y mis alertas se encendieron.
―¿Qué me estás diciendo, Oleff? ―cuestioné y me levanté del banco.
―Que vengas rápido ―susurró.
―¿Dónde estáis? ―pregunté, preocupada.
―Mejor te envío la localización para no perder más tiempo ―me dijo y colgó la llamada, dejándome abrumada.
Recibí un mensaje de Wyatt con la localización de su posición y salí corriendo hacia esa zona. Iba tan pendiente en la pantalla del móvil y en acelerar el paso para llegar a tiempo que no pude evitar tropezarme con alguien.
Me eché hacia atrás para separarme de esa persona y me percaté de que era la pelirroja, con quien conecté miradas. Sin embargo, bajé mis ojos por su brazo y vi sus manos entrelazadas con otras. La otra persona echó a un lado a la pelirroja y se puso delante de ella. Cuando alcé la vista, me encontré delante de mí al pelinegro que tan mal me caía.
―¿También eres inútil para no saber mirar por dónde andas? ―cuestionó él de forma desafiante.
―No estoy para tus tonterías, cara rana ―resoplé e hice amago de seguir con mi camino pero él se puso delante de mí.
―¿Ahora eres tan cobarde que huyes de mí? ―vaciló y apreté los labios, intentando controlar mi enojo―. ¿Dónde estaba esa persona que el otro día me amenazó? Te creía más valiente.
―Será mejor que no me enfades más, porque no vas a acabar bien ―le advertí y cerré mis puños.
Al parecer la pelirroja se dio cuenta de que me estaba enojando bastante y por eso le dijo a su acompañante:
