33. Estoy aquí.

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 33

ᴇꜱᴛᴏʏ ᴀQᴜɪ

Narra Sadie

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Narra Sadie

Louis aparcó el coche enfrente de una casa de ladrillos beige. Se bajó y rodeó el vehículo para abrirle la puerta a Blair. Yo también me bajé y esperé a que ella saliera del coche. No se la veía con buen aspecto y eso me preocupaba. 

Caminamos a la entrada y Louis buscó la llave en su bolsillo para luego abrir la puerta y darnos paso. Con una sonrisa de agradecimiento pasé por su lado, agarrando a Blair del brazo por si le daba algún que otro mareo. Cuando Louis cerró la puerta, haciendo algo de ruido, una mujer apareció por una puerta. 

―Bue... ―no terminó la frase al percatarse del estado de Blair―. ¿Cariño, estás bien? ―le preguntó y se acercó a ella con aspecto preocupante―. ¿Qué ha pasado, Louis? ―lo miró.

―Tiene algo de fiebre ―le respondió, no muy seguro de si lo había hecho bien―. ¿Podrías buscar el termómetro mientras que nosotros la llevamos a su habitación? ―le suplicó a quien parecía ser su madre, aunque era algo joven.

―Claro, claro ―aceptó sin rechistar―. Acostarla en la cama y ni se os ocurra taparla ―ordenó, mirando a Blair con preocupación, pero enseguida se marchó de ahí para ir a buscar el termómetro.

Louis me hizo una señal con la mano para que empezara a subir las escaleras. En cambio, me esperé para ayudarlo a dirigir a Blair y no dejarla sola. La guiamos hasta su habitación y la tumbamos en la cama, sin taparla, como había dicho quien parecía ser su madre.  Ella estaba tiritando y con los ojos cerrados, como si no tuviera fuerza. Sabía que los escalofríos le provocaban frío (a la vez que una sensación extraña de calor), pero lo peor que se puede hacer cuando uno tiene fiebre es proporcionarle más calor al cuerpo.

Enseguida llegó su madre con el termómetro en sus manos y se acercó a Blair. Le apartó un poco la camiseta para poder meter el termómetro. Colocó la punta de este en el centro de la axila, asegurándose de que toda la zona encargada de registrar la temperatura esté en contacto con la piel, y pegó el brazo al costado, cruzando el antebrazo sobre el tórax para una mejor medición. Esperamos unos minutos para recibir los resultados. Durante ese tiempo, el silencio reinaba en la habitación. Un pitido anunció que el termómetro ya había hecho su trabajo y su madre se encargó de quitárselo para mirar la temperatura corporal.

―Más de 38, lo suponía ―suspiró―. Debería descansar ―recomendó, alzando la vista para mirar a su hijo―. Iré a por un paño mojado para intentar bajarle la fiebre. Si eso no pasa o aumenta, tendremos que ir al médico ―explicó y vi a Louis asentir, preocupado―. Solo crucemos los dedos para que todo vaya bien ―esbozó una pequeña sonrisa a su hijo y él le devolvió una fugaz.

La mujer salió de la habitación para ir a por el paño mojado. Miré con preocupación a Blair, quien tenía las manos en su cara, sin parar de manosearla y de refunfuñar por la incomodidad. 

Stranger Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora