Blair Dyer es una chica que fue abandonada desde muy pequeña por sus padres en un orfanato y adoptada por su nueva familia, quienes intentaban darle una vida mejor. Sin embargo, Blair se metió en vicios para poder evadirse de la realidad y no será u...
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Narra Blair
Aceleré un poco más, saltándome algunos semáforos y metiéndome entre los coches, y llegamos a la casa de nuestros amigos.
―Hola ―me saludó Scarlett, la hermana de Jaeden.
―¿Tú no deberías estar dormida ahora mismo? Creo recordar que mañana tienes clases ―fruncí el ceño.
―¿Desde cuándo te preocupas tanto por mí? ―enarcó una ceja.
Yo simplemente rodé los ojos ante el comentario.
Scarlett era la hermana de Jaeden, otro miembro del grupo, quien prefería estar alejado de la venta de drogas para no meterse en problemas ni alarmar a sus padres. Su hermana era menor que nosotros, aunque no mucho, solo un año, y estaba en el último año de preparatoria.
―¿Y por qué no vienes conmigo a dormir? ―inquirió y esbozó una sonrisa pillina.
―No, gracias ―respondí lo más borde que pude, borrando la felicidad de su cara, y me dirigí al salón, donde se encontraban todos, dejándola sola en el pasillo.
Al entrar en la estancia, me senté junto a Sophia, quien estaba riendo tras espectar la conversación entre Scarlett y yo.
―¿Algún día dejarás de ser tan borde con los demás? ―cuestionó, mordiéndose el labio para evitar soltar una carcajada de más, y yo negué con la cabeza―. Pobrecita.
Narra Sadie
Al día siguiente me desperté cansada, como siempre. D nuevo, había llegado tarde a casa por pasarla con mis amigos. Me di una ducha para espabilarme y, tras arreglarme, bajé a la cocina para tomar una manzana.
Mi padre estaba viendo atentamente la televisión, donde se estaba informando sobre un tiroteo en la zona de los polígonos de la ciudad.
―Ay, por Dios, la sociedad cada vez retrocede más ―se quejó mi padre―. Sadie, ten cuidado por la calle, por favor ―me pidió, levantándose y acercándose a mí.
―Tranquilo, lo tendré ―esbocé una sonrisa para calmarlo―. Además, casi nunca voy sola por la calle. Siempre estoy acompañada por alguno de los chicos.
―Bueno, ustedes tened cuidado.
Mi padre, Casey, me dio un beso en la frente y me abrazó. Una vez que se separó de mí, me despeinó un poco, pasando su mano por mi cabello y haciéndome refunfuñar, y me dio buena suerte para el día de hoy en el colegio.
Como todas las mañanas, el coche de Finn se encontraba estacionado delante de mi casa, a la espera de que yo saliera. Me acerqué a él y fruncí el ceño cuando me percaté de que ninguno de los chicos se encontraba sentado en el interior. Entonces, me dirigí al asiento del copiloto y me senté ahí.
