30. Se te nota.

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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 30

ꜱᴇ ᴛᴇ ɴᴏᴛᴀ

Narra Blair

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Narra Blair

Tras dejar a Sadie en el barrio de su mejor amiga, decidí dirigirme a algún parque para pasar el tiempo sola mientras que escuchaba música y fumaba con tranquilidad. Me detuve en un semáforo en rojo y, durante la espera, puse mi pie en el asfalto de la calle. Mis ojos se dirigieron hacia el espejo retrovisor y vi algo extraño a mis espaldas. Un chico vestido completamente de negro, incluso con un gorro y gafas de sol, se encontraba conduciendo el coche de atrás. Aunque me pareciera algo bastante raro, decidí no darle mucha importancia.

Error.

Una vez que el semáforo se puso en verde y arranqué el motor del vehículo para seguir con mi camino, el coche empezó a seguirme los pasos. Es más, su vehículo siempre se encontraba muy pegado a mi motocicleta. Le di más gas para intentar alejarme de él y evitar una catástrofe, pero él hizo lo mismo, encendiendo mis alertas.

Aún más se encendieron cuando me percaté de que era el mismo chicos con el que me peleé ayer. Este iba en el coche junto al mismo compañero y otros amigos más.

Consciente de que ellos tenían la intención de hacerme chocar con algo, giré por una calle a toda velocidad y detuve el vehículo, haciendo una parada en seco que por poco me dejó caer al suelo. Rápidamente me bajé del vehículo, dejándolo tirado en el suelo y corrí para esconderme detrás de unos arbustos. Saqué la pistola de mi espalda y me asomé un poco para comprobar si estaba ahí. 

No era partidaria de las armas, pero sabía que ese chico no iba a hacer una pelea limpia y tenía que defenderme. Me encontraba sola y aunque yo fuera capaz de luchar sin refuerzos, no iba a ser lo mismo cuando me sacasen una navaja u otra arma.

En cambio, no había nadie por la zona, algo que me resultaba bastante raro. No podía estar tranquila tras ver a esa gente y no podía salir de los arbustos así como así sabiendo que podrían tener armas también. A no ser que solo quisieran asustarme y reírse de mí.

«Reírse de mí...», repetí en mi cabeza y apreté mi mandíbula tras un resoplido brusco. Suficiente se rieron de mí en mi pasado como para dejar que cuatro niñatos se atrevieran a hacerlo.

Aferré mis dedos en la pistola y salí de mi escondite para buscarlos. Esto no se iba a quedar así. Nadie ma vacilaba de esa forma y no iba a tenerle miedo a unos imbéciles que se creían superiores por tener más riqueza. A la vista de cualquier persona, me puse a investigar la zona con la pistola en mis costado. 

De pronto, escuché un disparo a lo lejos, cuya bala dio en la farola que tenía al lado. Mi mirada se dirigió al acero y pude observar un hueco en el material creado por la bala. Nuevos disparos se oyeron y rápidamente me escondí en el coche que tenía a mi derecha. Miré mi pistola con atención. No quería utilizarla. Era algo que prefería evitar porque si la liaba, esta vez no podría escapar del calabozo y lo último que quería era estar encarcelada de por vida o, incluso, ser consciente de llevar a la tumba a alguien por el agresivo acero de la bala. Aunque yo misma quiera darles una lección, mi venganza no conllevaría nunca asesinar a una persona.

Stranger Feelings (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora