Blair Dyer es una chica que fue abandonada desde muy pequeña por sus padres en un orfanato y adoptada por su nueva familia, quienes intentaban darle una vida mejor. Sin embargo, Blair se metió en vicios para poder evadirse de la realidad y no será u...
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Narra Blair
No me esperaba para nada que ella aceptase mi propuesta. Creía que iba a rechazarla como las otras dos veces. Es más, ni siquiera tenía pensamiento en pasar el rato con ella. Solo iba a llevarla a casa e irme con mis amigos. Sin embargo, me sentía cómoda a su lado y también la veía aún algo decaída por lo pasado anteriormente, por lo que quería estar un poco más con ella para poder animarla y despejar su mente de tanto estudio.
Estuvimos averiguando dónde íbamos a pedir la comida y, para mi grata sorpresa, ella era vegana, mientras que yo era carnívora porque, por mucho que lo hubiera intentado, las verduras me daban náuseas. Mas eso no fue ningún problema, ya que me propuso ir a un local de pizzas, donde servían comida vegana también y un lugar cercano al río, tal y como yo planeé. Esa elección me pareció la más acertada, ya que las pizzas eran una de mis comidas favoritas.
El camino, como siempre, era silencioso. Cuando mis piernas se ponían a andar, mi cabeza también trabajaba en hacerme pensar. Me gustaba mucho el silencio y la tranquilidad (aunque pareciera lo contrario por estar en movidas intensas). En cambio, eso era más bien cuando había música en mis oídos. La melodía de las canciones me permitía crear historias en mi cabeza, alejadas de esta oscura realidad.
Sin embargo, ahora, el silencio acompañado con grillos me estaba incomodando algo. Aunque fuera una persona de pocas palabras, y mucho más con personas poco conocidas, no quería que ella se aburriera o, peor aún, que su mente empezara a sobrepensar en los chicos que anteriormente la persiguieron. El objetivo de esta quedada era hacerla olvidar un poco ese momento.
―¿Te gusta el silencio? ―su dulce voz habló antes que la mía, como si me hubiera leído la mente.
―¿Um? ―la miré mientras caminaba―. Sí... ―susurré, no muy convencida―. Lo siento por no hablar, estaba en mis pensamientos.
―Lo suponía ―hizo una mueca―. ¿Todo bien? ―se preocupó.
―Eh..., sí, sí, tranquila, todo va bien ―asentí rápidamente y ella esbozó una preciosa sonrisa, haciendo que en mi cara se formara una también, aunque la mía fue fugaz.
―¿Por qué tus sonrisas duran tan poco? ―cuestionó con la cabeza ladeada y su mirada analizante.
―Simplemente no me gusta ―me encogí de hombros.
―¿No te gusta sonreír o tu sonrisa? ―intentó averiguar―. Porque si es tu sonrisa, te aseguro que es bastante linda como para esconderla.
Ese comentario hizo que una mini sonrisa se volviera a colocar en mi cara a la vez que una pequeña carcajada salía de mi boca.
