Blair Dyer es una chica que fue abandonada desde muy pequeña por sus padres en un orfanato y adoptada por su nueva familia, quienes intentaban darle una vida mejor. Sin embargo, Blair se metió en vicios para poder evadirse de la realidad y no será u...
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*Antes de comenzar el capítulo se le avisa de menciones de temas fuertes*
Narra Blair
No había dormido en toda la noche a causa de la pelea que tuve con Ian, quien no paró de recriminarme cosas. Podría llegar a entender su postura si al menos me tuviera un poco de educación y respeto. Toda la noche le estuve dando vueltas a sus desagradables palabras y no pude pegar ojo por culpa de mi consciencia.
Ni siquiera me hacía bien pensar en Sadie. Estaba teniendo unos sentimientos demasiado extraños hacia ella y eso me asustaba demasiado. Mis propios padres me abandonaron a temprana edad y, entonces, ¿por qué ella no lo haría? Si ni las personas que me dieron la vida me querían, mi mente no puede llegar a creer que ella fuera capaz de hacerlo.
Tenía bastante miedo. Lo que mi interior estaba sintiendo era muy raro. Nunca había experimentado esta sensación y estaba empezando a pensar que será fruto de mi perdición, pero no una buena, sino una que acabará conmigo por completo.
Aun así, no podía evitar sonreír a veces cuando pensaba en esa pelirroja, sobre todo cuando recordaba sus labios sobre los míos. Lo que mi interior sintió en esos momentos fue magia, la misma de la que hablan en las películas. Nunca pensé que el sentimiento de amor pudiera llegar a enloquecer tu corazón, pero ayer comprobé que una persona puede llegar a crear un caos en nuestro interior, ya sea bueno o malo. El que Sadie creaba en mi organismo podría catalogarlo como bueno. Su sonrisa me derretía, su mirada me hipnotizada, sus abrazos me hacían sentir segura, sus palabras me hacían sonreír, sus besos provocaban cosquillas en mí...
Me tenía hechizada.
Algo que podría ser malo a la vez.
Creo que habré dormido si acaso media hora y podría haber descansado un poco más si Louis no se hubiera atrevido a despertarme. Iba a refunfuñar pero él me tapó la boca con la mano y se puso el dedo índice en el labio.
—Tienes que irte ahora mismo de casa —me ordenó y yo fruncí el ceño.
Estaba anonadada con todo, sobre todo porque estaba medio adormilada, me acababa de despertar de una pesadilla del orfanato y porque él estaba actuando raro.
—Ian se ha vuelto loco y ha llamado a la oficina del orfanato —me comunicó. Mis ojos se abrieron de par en par y mi organismo se congeló por completo en ese mismo instante. No había latidos por parte del corazón. Ni siquiera movimientos de mis pulmones—. Maximiliano está abajo hablando con él.
Quité bruscamente su mano de mi boca y agarré con fuerzas su muñeca.
—¿Esto es una broma de mal gusto? —cuestioné con la voz temblorosa.
