Ji Mo Ya apartó a Bai Cheng Feng con brusquedad y recuperó a Huan Qing Yan de sus brazos.
Debido a su fuerza desenfrenada, Bai Cheng Feng resultó herido durante el intercambio con Jin Da Zhong, Bai Cheng Feng dio varios pasos hacia atrás después de ser empujado antes de conseguir estabilizarse.
Sólo después de que pudo mantenerse firme, se dio cuenta de que Ji Mo Ya estaba inspeccionando el estado de Huan Qing Yan.
La cámara había sido destrozada en pedazos debido a la batalla, pero la lucha logró no alcanzarla.
Parecía estar bien, sin embargo, la visión de sus ojos apagados y la expresión tonta de su rostro le provocaban dolor.
Ji Mo Ya la miró suavemente, era como si estuviera escudriñando en las profundidades de su corazón.
Después de unos instantes, Ji Mo Ya lanzó un largo suspiro:
-Pequeña, este joven maestro sólo se ha ido por un tiempo y tú has provocado tantas cosas.
Huan Qing Yan giró la cabeza, fue como si la voz le resultara familiar y su hermoso rostro sonrió ampliamente, pero sin previo aviso las lágrimas también cayeron del rabillo de sus ojos.
Ji Mo Ya no pudo soportar seguir mirándola, la acunó cuidadosamente en sus brazos como si fuera un tesoro perdido hace tiempo.
Huan Qing Yan trató de resistirse recatadamente pero Ji Mo Ya le dio unas palmaditas en los hombros y utilizó su magnética voz:
-Ya está bien, no tengas miedo, he vuelto.
Bai Cheng Feng sintió que le brotaba una saliva sanguinolenta en la garganta:
-Joven Maestro Ya...
Ji Mo Ya lo miró fríamente y con una voz aún más fría:
-Bai Cheng Feng, a partir de hoy, ya no tienes las calificaciones para estar cerca de ella. Este joven maestro te dio mis bendiciones y te la entregó, sin embargo, ¿dónde estabas? ¿Así es como la proteges? ¿Aún eres un hombre?
Bai Cheng Feng sintió como si sus mejillas hubieran sido abofeteadas varias veces y estuvieran ardiendo; estas palabras habían atravesado directamente su corazón.
Inicialmente ya se había estado culpando a sí mismo, sintiendo remordimientos por su falta de fuerza.
Ahora que Ji Mo Ya le abofeteó sin tapujos en la cara, su orgullo de hombre cayó en picado.
Bai Cheng Feng suprimió toda la infelicidad, la melancolía y la rabia bajo su corazón.
-¡Definitivamente te superaré! La persona que le gusta a la Pequeña Yan soy yo...
Ji Mo Ya, arrogantemente, le dirigió una fría mirada lateral y abrazó a Huan Qing Yan con algo más de fuerza.
Bruscamente, la desgarrada Huan Qing Yan empezó a oler el cuerpo de Ji Mo Ya, con sus acciones que parecían excepcionalmente amorosas, desprendían un olor de intimidad excepcionalmente cercano.
Sus ojos permanecían apagados, pero el deseo parecía emerger dentro de ellos ahora...
Cuando Bai Cheng Feng vio esta escena, inconscientemente apretó el puño.
El mismo estado apagado y tonto, y sin embargo, la Pequeña Yan mostraba más intimidad con el Joven Maestro Ya, eso era suficiente para demostrarlo todo claramente.
Se apoyó en la pared, decepcionado e incapaz de hablar, y por ese momento lo único que sintió fue una rabia inconmensurable...
Ji Mo Ya optó por no ejercer más su dominio sobre Bai Cheng Feng, relajó un poco su agarre sobre Huan Qing Yan y le dijo suavemente:
-Sé amable, no causes un alboroto. Espera a que este joven maestro se ocupe primero de las dos escorias.
Huan Qing Yan frunció el ceño mostrando descontento, mostró una mirada feroz mientras protestaba a Ji Mo Ya:
-Come, come, come...
Ji Mo Ya suspiró otra vez de alivio, todavía entendía la espera y eso significaba que sus instintos remanentes y su conciencia todavía estaban presentes, por lo que no era el peor de los casos.
Sólo el cielo sabría la cantidad de veces que su corazón se apretó cada vez que vislumbró su estado mientras se apresuraba...
Ya estaba muy satisfecho de poder obtener la actual.
Mientras hubiera una oportunidad de salvarla, todo lo demás estaba bien, este era el cielo que le daba la oportunidad de resarcirse.
-Yan Lass, este joven maestro debe haber estado en deuda contigo en mi vida anterior, usaré esta vida para pagar la deuda contraída contigo...
