Extra #1

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Sasha y Anne se asomaron en la habitación repleta de niños, donde Marcy se encontraba con una gran sonrisa y un libro entre sus manos.

Una de las cosas que solían hacer en sus viajes, era ir a orfanatos con varios libros para los niños que se encontraban ahí y también les solían leer.

Marcy era la que más disfrutaba de esta actividad, pues amaba compartir su gusto por los libros con los niños.

Compartir los cuentos clásicos con los que ella había crecido era especial para Marcy, y estaba segura de que era algo que no quería dejar de hacer hasta luego de varios años más, pero no en ese momento.

Anne y Sasha abrieron la puerta, llamando la atención de todos los niños sentados en el suelo y se Marcy, quien sentada en una butaca, subió la mirada desde las hojas de su libro hasta sus esposas.

Una gran sonrisa decoró sus finos labios al instante. Varios de los niños y de las niñas también se quedaron maravillados con la imagen de las dos chicas sosteniendo las bandejas con dulces en las manos.

-Bien, vamos a tener una pequeña pausa para que puedan comer lo que Anne y Sasha les trajeron — Marcy cerró el libro y los niños se levantaron del suelo al instante.

Marcy observó, divertida, como los niños casi tiraban al suelo a sus esposas ante la emoción por comer dulces.

Agradecía que Anne y Sasha también amaban a los niños, porque así les tenían paciencia y los entendían.

La pelinegra se dió la vuelta y guardó el libro que habían terminado en su bolsa, sacó otro y lo dejó a su lado mientras organizaba un par de cosas más con el ruido de las risas de los niños detrás de ella.

Hasta que sintió que alguien jalaba de su falda larga hasta los tobillos.

Marcy volteó confundida, se encontró con una niña de cabello rojizo y ojos verdes con pecas en todo el rostro, seguramente tenía 7 u 8 años más o menos, era bastante tierna y había sido una de las más interesadas en la lectura durante esa hora.

La pelinegra sonrió y se puso de cuclillas para estar a la altura de la niña.

-¿Necesitas algo?

La niña escondía sus manos detrás de su espalda, tenía sus mejillas llenas de un rojo carmín cuando le entregó una flor violeta que seguramente había arrancado del gran jardín del orfanato.

Los labios de Marcy se abrieron con sorpresa, pero tomó la flor agradecida y se la llevó al cabello colocándola como una decoración entre sus hebras negras.

La niña sonrió ante esto.

-Gracias, es muy bonita.

-Usted también es muy bonita, señorita — la niña comentó.

-Aw, ¿Cómo te llamas?

-Grettel, pero todos me llaman pecas por mis tontas pecas — la niña puso una mueca.

Marcy sonrió y tomó la mano de la niña.

-Ambos son muy lindos, no debes avergonzarte por tus pecas, son rasgos que te vuelven única, así que no les hagas caso a los demás.

-¡Gracias, señorita! — la niña dijo, emocionada — me gusta la forma en la que lee, lo hace divertido a diferencia de la señora María, ella se estresa si el resto no le hace caso y leer fatal.

Marcy soltó una risita.

-¿No quieres un dulce?, Mis esposas tienen muchos en aquella mesa.

Grettel asintió varias veces y siguió a Marcy, ambas tomadas de la mano, hasta la mesa donde Anne y Sasha se encontraban dándoles dulces a los últimos niños, un tanto exhaustas.

Detrás de las paredes del castillo - ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora