Todo había cambiado, la desaparición de Emilio fué lo peor. Días, semanas, meses buscándolo, pero nunca lo encontraron, así que lo mejor fué darlo por perdido.
A veces las personas desaparecen sin motivo alguno, sin embargo, otras veces desaparecen...
Cómo habían decidido, antes de que Emir llegase a su casa, fueron a casa de Niko y Eduardo. Joaquín decidió hacer un bizcocho para que la sorpresa no fuese tan amarga. Emilio se había cambiado de ropa unas 15 veces pidiéndole la opinión a Joaquín en cada una de ellas. Éste reía cada vez que su marido bajaba cada vez con una prenda distinta, así que decidió que ir vestido cómo siempre lo había visto era lo indicado. Emir se había ido hace rato, ya que consideraba que ese momento era bastante íntimo para ellos. Llegaron a la casa y Emilio estaba muy nervioso. Joaquín no paraba de decirle una y otra vez que todo iba a ir bien, que confiase en él, pero el rizado no le hacía caso. El ojimiel se acercó a la puerta principal seguido por Emilio. Nikolás abrió sin hacer mucho caso porque estaba ocupado con los niños, así que Joaquín entró diciendo a Emilio que esperase. Por el pasillo apareció Eduardo riendo al ver a sus hijos corriendo para no dejarse atrapar por Niko.
- Hola Joaco, ¿eso es un bizcocho?
- Sí... - sonrió tendiéndoselo - De hecho no he venido sólo
- ¿Emir está aparcando? - preguntó entrando en la cocina para dejar el bizcocho
- No es Emir precisamente - gritó - Pasa - le susurró a Emilio
- ¿Entonces quie...? - se cortó en cuánto vió al rizado
Justo en esos instantes apareció Niko por el pasillo observando la escena. Su marido se encontraba boquiabierto ante la presencia de Emilio. Joaquín estaba a su lado cabizbajo esperando a que alguien reaccionase.
- Joaquín ¿Qué has hecho? - susurró el rubio
- ¿Emilio? - el nombrado asintió - Pero - el pelinegro comenzó a llorar - Hermano ¿eres tú? - Emilio volvió a asentir - Emilio, joder ¡Emilio! - Eduardo corrió hacía él para abrazarlo
Joaquín cuándo los observó abrazarse sonrió al igual que Emilio. Ninguno esperaba esa reacción, de hecho esperaban una reacción completamente distinta. Nikolás, sin embargo, se encontraba enfadado y cruzado de brazos. Respetó que su marido estuviese contento, pero el rubio seguía necesitando unas cuántas explicaciones.
- ¿No estás enfadado? - pregunto el rizado
- ¿Estás loco? ¿Cómo voy a estar enfadado? ¿Sabes el tiempo que llevo esperando a que volvieses? 2 años Emilio, joder - se volvieron a abrazar - ¿Te quedas verdad? Dime que te quedas
- Si, me quedo - Miró a Joaquín
- Eduardo creo que no es buena idea. Están los niños, deben irse a la cama pronto y sabes que ésto los puede confundir
- ¿Qué les vá a confundir? - pregunto extrañado - Es su tío, el marido de Joaquín. No es ningún extraño
- Creo que no sería lo mejor, ha pasado mucho tiempo
- Pero él sigue siendo el mismo - defendió a su amigo
- Chicos, me iré. No hace falta que hablemos de todo hoy. Sé que es tarde y vuestros hijos deben descansar. No pretendía molestar
- Es que no molestas - dijo Eduardo - No entiendo porqué tienes problema en que Emilio se quede un rato. Han sido 2 años Nikolás.
- Precisamente por eso. El Emilio al que abrazas ahora no es el mismo al que abrazabas hace 2 años. Nos mintió
- Nikolás, creo que Emilio no debe darte explicaciones a tí - reprocho Joaquín - Pero los niños son lo primero así que mejor vámonos - se puso al lado de su marido
Emilio abrazó de nuevo a su amigo, deseaba quedarse con él toda la noche hablando, pero entendía que ahora tenía una familia y obviamente tenía obligaciones. Joaquín miró algo enfadado al rubio que se encontraba cruzado de brazos. Nada tenía que ver con él, sino con Emilip. Antes de que Joaquín y Emilio pasasen por el umbral de la puerta, el pelinegro volvió a hablar.
- ¿Sabes qué? Vamos a tomar unas cervezas a Hells Angels cómo los viejos tiempos
- Eduardo tienes una familia - reprocho Niko
- No voy a dejar de tener una familia por irme a beber un par de cervezas
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Se puso su chaqueta de cuero y salió de casa junto al matrimonio dejando a Niko bastante enfadado en el interior. Sabía que mañana debía tener una charla con su marido, pero no le importaba en absoluto, ya que lo único que deseaba en esos momentos era estar junto a su amigo. Antes de ir al bar dejaron a Joaquín en casa y Emilio lo acompañó hasta la puerta de casa. Una vez allí Emilio le dijo que cerrase bien y que lo llamase si algo ocurría, algo que le provocó tener un pequeño flashback. Rieron y se miraron para segundos después darse un tierno beso. Cuándo escuchó la cerradura de la casa volvió al auto dónde Eduardo ya se encontraba en el asiento del copiloto.
- Veo que nunca dejaste a nuestra pequeña - Eduardo habló del auto
- Te prometí que siempre la cuidaría. No me desharía de un auto que yo mismo hice con mi mejor amigo - ambos rieron
Eduardo tenía una pequeña obsesión con referirse a todos sus vehículos en un término femenino. Era algo que Emilio nunca había llegado a entender. Al igual que Eduardo siempre ha querido tener hijas en vez de hijos, sin embargo, sus gustos sexuales eran completamente opuestos.
Cuándo entraron en Hells Angels todo estaba muy cambiado para Emilio. El bar ahora tenía un aspecto moderno y no aquel aspecto rudo y motero que recordaba. El camarero tampoco era el mismo y se sintió un poco desorientado.
- Le hicieron un lavado de cara ó algo así. Marín lo compró y su mujer se encargó de decorarlo
- No me gusta. Si tuviese a Marín delante le daría un puñetazo por dejar que nuestro zulo se convirtiese en una cafetería americana
- Yo dije lo mismo cuándo lo ví por primera vez - rió Eduardo - Para nuestra suerte siguen sirviendo nuestras cervezas favoritas
Se acercaron a la barra y cuándo Rmilio iba a pedir observó cómo había un cartel con su cara en ella. Cuándo Eduardo vió su reacción apoyó una mano encima de su hombro haciendo que el rizado lo mirase.
- Nadie pierde la esperanza
- Debo dar muchas explicaciones
- Si quieres lo harás, no es tu deber. Sólo le debes explicaciones a tu familia y nosotros siempre te entenderemos
- Temía tu reacción. Pensé que me pegarías un puñetazo
- Me enfadé mucho. Siempre supe que no estabas muerto, eres un hueso duro de roer, por lo que no entendía que desaparecieses sin dar explicaciones
- Te daré las que necesites.
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