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Pasaron unos días en los que Emilio y Joaquín no se habían visto. Emilio había dormido en el garaje, ya que veía el miedo en los ojos de Joaquín y no pretendía asustarlo. En esos días tuvo la visita de su suegro que se encargaba de ser una paloma mensajera. Todo lo que Joaquín dijese, se lo comunicaba a Emilio y viceversa. Uberto intentó contarle de una manera más subjetiva cómo ocurrieron las cosas, puesto que él estuvo presente en todo momento. Joaquín quería creerle, sabía que si su padre se lo contaba era porque de verdad era así, pero Joaquín le preguntó una vez si él había hecho algo con alguien y Emilio se lo negó en todo momento. Eso era lo que más le dolía, la mentira. Todos esos días estuvo sin acudir al trabajo, sabía que corría el riesgo de perderlo, pero le era completamente imposible hacer otra cosa que no fuese llorar.

Esa misma mañana, Uberto compró el desayuno en una cafetería cercana y se lo llevó a su hijo. Cuándo entró por la puerta observó cómo Joaquín salía de la cocina con un vaso de agua con los ojos hinchados de haber estado llorando.

- Buenos días, hijo - le besó la cabeza

A Joaquín le agradaba la presencia de su padre, habían estado separados muchos años, incluso Joaquín llegó a odiarlo en un momento de su vida por dejarlo sólo con su madre, ya que le reprochaba que no estaba ejerciendo de padre. Con el paso de los años Joaquín entendió que su padre no era un hombre de familia, que no le gustaba ser padre y por raro que pareciese lo entendía. La vuelta de su padre era una de las mejores cosas que tenía ahora mismo porque por aquella pelea que tuvo con su madre se distanciaron un poco. A Joaquín le seguían doliendo las palabras de su madre y Elisabeth no daba su brazo a torcer. Ella seguía considerando que Emilio no era la pareja ideal para su hijo.

- Gracias papá - susurró con la voz rota

- ¿Qué tal has dormido hoy? - Joaquín se encogió de hombros - ¿Quieres desayunar ahora? - Joaquín asintió - Vale, vamos.

Fueron juntos a la cocina y prepararon la mesa para tomar los zumos y comer los bollos recién hechos que había traído Uberto. Por primera vez en muchos días Joaquín estaba comiendo todo lo que Uberto había traído y eso, alegró a su padre.

- ¿Lo has visto? - preguntó tímido el menor

- Sí, he pasado por allí antes de venir aquí

- ¿Está bien?

- Bueno, sí, quiere volver a casa, pero sabe que necesitas tiempo

- ¿Me prometes que él no quiso hacerlo?

- Joaquín, hijo, llevo todos éstos días diciéndote que no lo hizo porque lo desease. Debíamos salir de allí y no había otra opción. Fué la peor, pero fué la única manera de salir

- Lo quiero, pero ésto es demasiado fuerte. Le pregunté si había hecho algo y me dijo que no, papá

- Cariño, tu marido no vá a volver después de 2 años y lo primero que te diga es que se ha tirado a una tía para salvarse de un secuestro

Aquellas palabras fueron un tanto sorprendentes, Uberto se arrepintió al momento de haberlas dicho, ya que quizás había sonado un poco fuertes, pero era tal y cómo habían sucedido las cosas. Por otra parte, no había nada que sorprendiese a Joaquín, al contrario, cuánto más claro le hablasen mejor sería para él para lograr superarlo y aceptarlo. Se sentía estúpido al haberle tenido un mínimo de cariño a esa chica aquella noche. Se rió de él y encima lo hacía a conciencia.

- Quiero ir a ver a Emilio - eso sorprendió a Uberto


- Quiero ir a ver a Emilio - eso sorprendió a Uberto

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Joaquín se arregló y las piernas comenzaron a temblarle en cuánto se montaron en el auto de su padre. Éste le dijo que se tranquilizase, que todo iba a ir bien, pero no sabía hasta que punto su padre tenía razón. En cuánto llegaron, Uberto decidió quedarse en el auto y darles algo de privacidad, ya que llevaban varios días sin verse. Joaquín entró y escuchó cómo andaba con una especie de máquina de soldadura. Se acercó más a dónde él y lo observó con una máscara de soldadura en la cabeza. Esperó a que terminase y cuándo se la quitó su frente estaba empapada en sudor. Cuándo dejó la máscara sobre la mesa lo miró de arriba abajo sin saber si estaba delante de él ó eran alucinaciones por el calor que tenía. Pero cuándo lo miró con una sonrisa tímida y los hombros alzados supo que estaba ahí delante de él.

- Hola

- Joaco - sonrió el rizado - Si me hubieses avisado habría recogido un poco ésto - dijo nervioso

- No pasa nada, me gusta verte rodeado de lo que te gusta hacer

- Ésta moto está siendo complicada - la miró - Es un regalo para Eduardo, pero ahora mismo no consigo concentrarme

- Estamos en la misma situación - sonrió de nuevo

- Me alegra verte aquí y verte bien

- Ha sido duro - vio cómo Emilio comenzaba a acercarse a él - Mi padre me lo explicó todo, que lo hiciste para protegerme por muy raro que suene

- Fuí un gilipollas - se sinceró - Tendría que haber evitado eso sabiendo que luego iba a venir tras de mí

- No necesito saber nada más Emilio, ya me lo ha contado mi padre. No pienses más en eso

- Me gusta que estés aquí, no esperaba verte

- Necesitaba verte. Han sido unos días muy duros - Emilio cada vez estaba más cerca - Y te echaba de menos

Al mirar hacía arriba observó cómo Emilio ya estaba a escasos centímetros de él. El mayor pasó sus manos temblorosas por la cintura de su marido y Joaquín sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo de la cabeza a los pies. Se puso nervioso, pero inconscientemente se pegó al cuerpo de Emilio. Sus narices rozaron y sus respiraciones se mezclaron provocando que todo lo que sucediese alrededor quedase en un segundo plano.

- Te adoro - susurró Emilio sobre los labios de Joaquín


- Te adoro - susurró Emilio sobre los labios de Joaquín

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Seguimos con el maratón.......



Hasta el próximo capítulo AlbertXioW.

Ravenous // Adaptación Emiliaco // 3° y 4° Temporadas de Clock StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora