Todo había cambiado, la desaparición de Emilio fué lo peor. Días, semanas, meses buscándolo, pero nunca lo encontraron, así que lo mejor fué darlo por perdido.
A veces las personas desaparecen sin motivo alguno, sin embargo, otras veces desaparecen...
Había pasado ya 1 semana desde el fatídico encuentro entre Emilio y Seidy. Ahora el rizado se encontraba en su garaje ajustando su auto, ya que esa noche irían a Clock, lo que significaba que las carreras comenzaban. Estaba concentrado arreglando su auto que ni siquiera se percató de que Joaquín entró en el garaje. El menor apoyó la bandeja de galletas recién hechas que le había traído al rizado y se colocó tras él. Con cuidado de no asustarlo le tocó la baja espalda, pero inevitablemente lo asustó.
- Perdón, perdón, perdón - se lamentó Joaquín - No quería asustarte
- Dios... - suspiro el rizado - ¿Qué haces aquí?
- Es sábado, tengo días libres por haber estado 1 semana de guardia y me aburro - hizo un puchero
- Perdona mi amor - le pasó los brazos por la cintura - Debería hacerte más caso, pero la noche de hoy es importante
- No te estoy recriminando nada Emilio - rió - Sé que es importante, te he traído galletas
A decir verdad Emilio no estaba más distanciado de Joaquín por la carrera, sino por el encontronazo con Seidy. Temía que Joaquín se enterase de alguna manera, ya fuese por sí mismo ó porque Seidy se atreviese a acercarse a él. Después de un rato Joaquín se marchó y Emilio escuchó a alguien entrando de nuevo en el garaje.
- ¿Joaco?
- Uberto - gritó el que entraba
- Pasa, perdona. Tu hijo acaba de irse
- ¿Me has llamado no?
- Sí, tengo un problema. Seidy vá detrás de mí
- ¿Seidy? ¿Esa que te follas...?
- Si, si, esa es - interrumpió Emilio agachando la cabeza
- Te lo advertí hijo, si te metías con ella iba a ir detrás de tí y lo ha hecho
- Tienes que ayudarme a pararla, es capaz de ir a dónde Joaquín y contárselo
- Es que Joaquín debería enterarse, pero por tí. Contarle que lo hiciste para salvarnos
- No me vá a creer, me vá a odiar - Emilio agachó la cabeza
- Mejor que se entere por tí, que por ella
Emilio asintió, supo que tenía que hacerlo, pero no sabía si tenía el valor suficiente para ello. Estaba seguro de que el menor se enfadaría y que después lloraría y que más tarde lo echaría de su casa y por consecuente de su vida. Sabía que debía hacerlo, ya que él le contaría la verdad y sin embargo, Seidy pintaría una mentira que haría daño a Joaquín.
Se quedó unas horas más en el garaje, tuvo la compañía de Eduardo y después tuvo la de Emir dónde obviamente le preguntó por ella.
- ¿Qué tal con la chica?
- ¿Qué chica? - preguntó extrañado
- La que sostenías del hombro en la fiesta
- Ah, no es nadie. Ni siquiera sé su nombre, nos liamos y desapareció
- ¿No te hizo ninguna pregunta?
- No - volvió a meterse dónde el motor a inspeccionar - De hecho te miraba demasiado y después miraba a Joaquín... Así todo el rato, cuándo apareció Alan ella se marchó
- ¿Miraba a Joaquín?
- Si, no sé. Me pareció extraño su comportamiento
La idea de Seidy inspeccionando el cuerpo de Joaquín le enfadaba. Estaba completamente seguro de que lo hacía para ver la "competencia" que tenía y que seguramente para ella Joaquín no fuese nada del otro mundo. Pero se equivocaba, Joaquín era lo mejor que se había cruzado por su camino y la verdad es que se habían cruzado muchas personas en su vida. Amigos, amigas, ligues... Pero sólo Joaquín lo quiso por cómo es y no por lo que podría tener. Así que Joaquín iba a ser siempre el único en su vida y por mucho que alguien no pensase que podía ser competencia, por supuesto que lo era. Es el hombre que consiguió enamorar a un chico con un corazón de hielo que se creía más que nadie. Sin embargo, fué aquel chico de ojos mieles, quién le hizo bajar de la nube en la que llevaba subido años, Joaquín era el control en su vida.
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Llegó la noche, el matrimonio se estaba preparando. Joaquín estaba terminando de afeitarse mientras Emilio lo miraba desde la cama, le transmitía demasiada paz. El menor lo miró unas cuántas veces y al darse cuenta de que no paraba de observarlo rió y se centró en su afeitado para no cortarse. Una vez listos se montaron en el auto y fueron hasta Clock que se encontraba completamente decorado con globos, focos, música... Era el escenario perfecto que tanto había echado de menos. Emilio se emocionó al verlo y su marido estuvo ahí para apoyarlo. Cenaron algunas cosas sueltas y las carreras comenzaron. Primero les tocó a algunas personas del público que deseaban probar sus autos y competir contra otros más fuertes. Después Romina retó a su hermano y para la sorpresa de todos Emir ganó. Éste había realizado pocas carreras, ya que no se fiaba de él mismo bajo los mandos del vehículo en una carrera. Todo el mundo le aplaudió. Y por último le tocaba al rey, que retó a su mejor amigo. El ambiente se puso tenso, ambos estaban concentrados. Eran amigos, hermanos, pero en la pista todo quedaba atrás. Joaquín y Niko vivían la tensión más que ninguno en aquella escena, ya que veían a sus maridos competir uno contra el otro. Emilio y Eduardo ni siquiera se miraban, en esos momentos eran contrincantes y a los menores por mucho que lo entendiesen no les gustaban, pues sentían que eran amigos y no debían de tener ese comportamiento.
La carrera acabó y Emilio fué el ganador. El pelinegro salió enfadado de su auto dando un portazo, pero Emilio se acercó a él y lo abrazó.
- Te odio, no es justo. Tu auto lo he hecho yo - fingió una cara de enfado
- El próximo que haga yo te lo regalaré - los dos rieron
Se acercaron riendo al resto de sus acompañantes y Emilio buscó a Joaquín entre la gente sin conseguir encontrarlo. Frunció el ceño y se acercó a Niko que sabía perfectamente a que iba.
- Se ha ido por allí - señaló - Con una chica
Las alarmas se encendieron en su interior y rápidamente se dirigió hacía dónde había señalado Nikolás. Cuándo estaba a escasos metros vió cómo ambos hablaban y cuándo Emilio llegó Seidy lo miró con una sonrisa.
- Hola Emilio - saludó llevándose el cigarro a la boca
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