Todo había cambiado, la desaparición de Emilio fué lo peor. Días, semanas, meses buscándolo, pero nunca lo encontraron, así que lo mejor fué darlo por perdido.
A veces las personas desaparecen sin motivo alguno, sin embargo, otras veces desaparecen...
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Quedaban escasos minutos para que fuesen las 10 de la noche. La policía se había ido hacía ya un tiempo para dejarles descansar y poder dormir. Lo que ninguno de ellos sabía era que se estaban preparando para la noche más extraña de su vida. Mientras se vestían se miraban, no sabían a lo que iban a enfrentarse, tampoco sabían si estaban listos ó si se trataba de una trampa. Les había sido muy fácil hacerse con los pequeños, los siguientes podían ser ellos perfectamente. El otro matrimonio también estaba en un sin vivir, ya no tenían lágrimas. Tenían demasiada rabia dentro de ellos.
Una vez listos se aproximaron a Clock Street, según llegaban por el callejón empezaron a escuchar los vítores, la música a todo trapo. Ese himno que en cualquier otro momento habría hecho que se les erizase el cabello, pero ahora les daba terror. Una vez llegaron y aparcaron próximos a la muchedumbre, Emir supo distinguir sus autos de entre el resto.
- Hey, ¿Qué hacéis aquí? Pensé que no vendríais
- Escúchame bien - dijo Emilio agarrándolo del brazo y acercándolo a él - Algo vá a pasar ésta noche. Nos han quitado a los niños - Emir se separó levemente, pero su hermano volvió a juntarle - No hagas ningún movimiento, pueden estar observándonos - Emir asintió - ¿Tienes tu arma? - asintió de nuevo - Quítale el seguro y estate listo para usarla en cualquier momento
El rizado lo soltó y a continuación miró a su alrededor, aparentemente no había nadie observándolos. En una de esas barridas con la mirada, observó cómo Joaquín se frotaba los brazos con las manos. Emilio se desprendió de su chaqueta de cuero para pasársela por los hombros a su marido. Dirigió de nuevo su mirada a Emir y ambos asintieron. Emir se ocultaría cuidadosamente del resto, aprovecharía la niebla que aquella noche caía sobre Londres.
Ninguno sabía que hacer, no les habían dado instrucciones, tampoco les habían dicho que podría ocurrir. Quizás sólo les habían hecho ir para probar si iban a llevar policías. Se aproximaron a la línea de meta, dónde había gente ansiosa y excitada. Muchos se alegraron de verlos, hacía meses que no coincidían los 4 en las carreras. Joaquín sentía que si algo no pasaba pronto iba a venirse abajo y eso sería realmente malo.
Dirigió su mirada hacía aquella densa niebla que caía sobre el pavimento cuándo de repente una figura salió sobre ella. Se acercó un poco temeroso y cuándo distinguió la figura de su hijo una lágrima cayó por su mejilla.
- Emilio - llamó nervioso - Emilio allí, es Enzo - señaló a su hijo
Los 3 acompañantes se pusieron alerta y miraron en la misma dirección que el ojimiel. De pronto otras 2 figuras aparecieron a su lado. Se trataban de Evan y Yoselín. Nikolás y Joaquín echaron a correr hacía ellos, pero Eduardo y Emilio no sabían si era muy buena idea.
