Todo había cambiado, la desaparición de Emilio fué lo peor. Días, semanas, meses buscándolo, pero nunca lo encontraron, así que lo mejor fué darlo por perdido.
A veces las personas desaparecen sin motivo alguno, sin embargo, otras veces desaparecen...
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Emilio, para no tener que seguir viendo su dolor, se moría de ganas de decirle que se acordaba de él. Que todo había vuelto a su memoria, pero no podía mentirle. No podía seguir destruyendo algo que estaba completamente roto. Se miraron a los ojos profundamente, Emilio le intentó buscar en sus sueños y en su memoria, pero ni él ni su hijo aparecieron. El rizado aflojó el agarre en su cintura y agachando la cabeza negó. Joaquín lo aceptó, tampoco pretendía que recordase todo de un momento a otro, ésto no era un cuento de hadas. Se separó ligeramente del rizado y cuándo iba a hablar alguien se le adelantó.
- Papi - apareció el pequeño en los últimos escalones restregándose un ojo
- Enzo - corrió hasta él y lo sujetó en sus brazos - Emilio será mejor que vuelvas a Clock - dijo apretando a su hijo contra su pecho
- Espera por favor - pidió el rizado
En ese momento se acercó a ambos. Y cuándo los tuvo delante los abrazó fuertemente.
- Papá has vuelto - dijo sonriente Enzo
- Te juro - dijo mirándolo a los ojos al castaño - Que voy a hacer todo lo posible por recordaros. Ahora no me acuerdo, pero estoy seguro de que ambos sois el amor de mi vida - Joaquín asintió - No quiero dejarte sólo, no quiero ser el culpable de que estés así
- Me alegra que estemos así ahora mismo - susurro Joaquín - Pero será mejor que vuelvas. Cariño - se dirigió a Enzo - Sube a nuestra habitación, ahora voy contigo
El pequeño corrió escaleras arriba, pero hizo caso omiso a su padre. Se quedó en el pasillo observando en todo momento a sus padres. Él quería quedarse con Emilio, necesitaba estar con él cómo con su otro padre.
Joaquín acompañó a Emilio a la puerta de salida.
- Gracias por habérmelo contado
- Creí que ibas a salir corriendo
- Yo también creí que al principio me tomabas el pelo
- Te dije que te contaría la verdad
- Lo sé, por eso he venido. Quizás no te recuerde, pero si confío en tí - confesó el rizado
- Será mejor que vuelvas, te echarán de menos
- Tú me echas más de menos que ellos
Emilio se acercó a su marido, volvió a sujetarlo por la cintura y puso un beso en su frente. Joaquín cerró los ojos ante aquel momento. Lo tenía para él, besándolo, sosteniéndolo, haciendo el mayor esfuerzo posible por recordarlo y lo apreciaba. Otra persona en su situación habría salido corriendo.
