Todo había cambiado, la desaparición de Emilio fué lo peor. Días, semanas, meses buscándolo, pero nunca lo encontraron, así que lo mejor fué darlo por perdido.
A veces las personas desaparecen sin motivo alguno, sin embargo, otras veces desaparecen...
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Ante aquellas palabras, Eduardo apretó los ojos. Esa era otra de las cosas que más temor le daban al pelinegro, que su mejor amigo no se sintiese atraído por su propio marido. La conversación, gracias al cielo, se desvió para la tranquilidad de todos. Emilio decidió no darle demasiada importancia a lo ocurrido, de hecho le halagaba que un niño pequeño le confundiese con su padre. La comida transcurrió normal, sin embargo, Niko no paraba de mirar cómo el rizado no separaba su vista del pequeño. Mientras Enzo comía entretenido sus espaguetis manchándose la cara, Emilio reía cada vez que cada fideo chocaba con su mejilla cuándo absorbía.
Finalmente, no fueron 2 horas las que Joaquín tardó en realizar sus tareas, fueron casi 4. Parece ser que había decidido ir al supermercado y al remiendo el peor día de la semana. Llegó los más rápido posible a casa de sus amigos. Abrió la puerta Niko.
- Perdóname, me he retrasado más de lo que esperaba y seguro que habéis tenido que hacer comida de más y...
- Hola Joaco - interrumpió Niko sonriendo - No pasa nada, un plato de más no es un estorbo
- ¿Qué tal Enzo? ¿Se ha portado bien?
- Sí, pasa. Debo contarte algo
Lo que Joaquín no se esperaba era que, al entrar al salón, el ojimiel observase cómo su hijo y su marido dormían juntos plácidamente la siesta. La cabeza de Enzo estaba apoyada en el abdomen de Emilio mientras éste lo abrazaba con su brazo izquierdo. Su corazón tembló, miró con ojos ilusionados a Niko, pero el rubio negó. Joaquín definitivamente no entendía nada. Cautelosamente, fueron hacía la cocina dónde Joaquín no dudó en acribillar a preguntas a su amigo.
- Lo primero de todo, no, Emilio no ha recuperado la memoria, sin embargo, hemos tenido un momento de alerta
- Habla Niko - dijo desesperado Joaquín
- Mientras hacíamos la comida, Emilio y Enzo estaban haciendo un sudoku. Emilio no paraba de chinchar a Enzo y mientras reían, el pequeño lo ha llamado papá - Joaquín se sorprendió - Emilio no le ha dado importancia, de hecho, lo ha comprendido por lo que le has contado. Durante la comida Emilio no le ha quitado el ojo de encima y cada vez que se manchaba de tomate Emilio sonreía
- ¿Ha dicho algo más cuándo lo ha llamado papá? - Eduardo entró en la cocina
- Si - dijo Niko cabizbajo
- Dímelo Niko
- No sabemos desde qué momento de su vida no recuerda nada Emilio - habló Eduardo - Pero ha dicho que a él le van las tías
