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Se pusieron en marcha. En cuánto se montaron en el auto pusieron rumbo a velocidad máxima hacía el aeropuerto. Uberto tenía el vuelo hacía Baltimore esa misma noche y Joaquín sólo quería detenerlo. Le había costado muchos años tenerlo de vuelta junto a él y la mínima idea de volver a separarse le desagradaba completamente. Emilio no podía conducir más rápido, iba nervioso por llegar a tiempo con un Joaquín a su lado aún más nervioso sin parar de repetir que no iban a llegar. Nada más aparcar, Joaquín se bajó corriendo y entró en el aeropuerto seguido por Emilio. Miraron en las pantallas el vuelo hacía Baltimore que salía en una escasa media hora. Corrieron hasta el control de seguridad y justo iba a depositar sus pertenencias en las bandejas.

- ¡Papá! - grito Joaquín con todas sus fuerzas

Éste se giró observando cómo su hijo y su yerno se encontraban allí con las respiraciones agitadas. Se disculpó con la gente y se dirigió hacía ellos con su equipaje. En cuánto estuvo cerca de ellos, Joaquín se abrazó sin rebasar la valla de seguridad y Uberto sonrió al sentir el nerviosismo en su hijo mezclado con la emoción.

- Hijo - suspiró Uberto - Deberías estar en tu cita

- No te marches papá, quédate por favor - suplicó

- Debo irme, he hecho todo lo que tenía que hacer aquí. Mi vida no está aquí

- Pero yo sí lo estoy, te marchaste cuándo era un crío y ahora has vuelto. No vuelvas a abandonarme por favor te lo suplico papá - lloró Joaquín aferrándose a él

- No te voy a abandonar, tienes una casa en Baltimore

- No tienes nada allí, no perteneces a ese lugar papá. Tu lugar está junto a tu familia

- Pero Vanessa...

- Vanessa no significa nada para tí, si realmente lo hiciese no te habrías ido por 2 años dejándola atrás

Emilio acarició la espalda de su marido que lloraba desconsolado en un intento inútil por tranquilizarlo, pero ahora mismo el único que podía tranquilizarlo era su padre.

- Te prometo que volveré antes de lo que piensas, déjame cerrar todo allí y volveré contigo ¿Vale?

Uberto separó sus cuerpos sosteniendo la cara, llena de lágrimas, de Joaquín. Después de aquella frase el menor sonrió liberando a su padre de su agarre y cuándo observó cómo pasaba el control, se giró para refugiarse en los brazos de su marido. Emilio le besó la cabeza mientras le acariciaba suavemente la espalda. Decidió llevárselo de allí una vez Uberto desapareció ya que la gente no paraba de mirarlos.



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De camino a casa todo fué silencioso, Joaquín lloraba en silencio mientras Emilio apretaba el volante con impaciencia por llegar. Necesitaba tranquilizar a Joaquín y sentía que no sabía cómo hacerlo.

Mientras Joaquín se ponía su pijama el rizado recibió un mensaje de Uberto que decía - "Voy a recoger mis cosas y en cuánto venda la casa volveré a Londres. Quiero que sea una sorpresa" - a lo que Emilio sonrió, pero le dió pena saber eso y no poder contárselo a Joaquín.

La noche fué intensa, Joaquín no quería hacer otra cosa que llorar. No paraba de recordar cuándo era un niño pequeño y su padre se fué por primera vez. En el momento que eso sucedió sintió que una parte dentro de él moría de pena, pero una vez pasaron los años sin saber nada de su padre se acostumbró. Llegó a decir a sus compañeros de clase, que él no tenía padre, que había muerto. La directora del colegio llamó a su madre y cuándo ésta se lo contó a Uberto, lloró durante días. Él sabía que no era el padre ejemplar, que no estaba preparado para formar una familia. Lo intentó, pero aún así sentía un desprecio hacía su hijo. Por ello Elisabeth decidió que lo mejor era alejarse de ellos y Uberto lo hizo. Fué a vivir a Baltimore dónde conoció infinidad de mujeres, pero se enamoró locamente de Vanessa. Era una chica más joven que él, con su misma alma aventurera, no quería tener una familia, quería vivir la vida viajando, yendo de aquí para allá. Cuándo Joaquín se enteró de que su padre estaba rehaciendo su vida se enfadó aún más, pero de pronto un día llamó. Hablaron durante horas, fué en esa llamada cuándo Uberto se enteró de que a su hijo le gustaban los hombres y el simple echo de que su hijo le contase algo de intimidad le encantó. Le daba igual si le gustaban los hombres y las mujeres, sólo quería ver a su hijo feliz.

Un día Elisabeth lo llamó contándole que se había casado con el tal Emilio, que a ella no le terminaba de gustar, pero, sin embargo, a él le encantó. Le gustó la manera de la que Joaquín hablaba de él, de las cosas que le contaba y él poco a poco fué investigando, hasta que un día vió una noticia dónde salía el barrio dónde Joaquín le había contado que Emilio competía. Se atemorizó al ver la noticia de las muertes y rápidamente se puso a investigar. Sólo quería proteger a su hijo, mantenerlo a salvo y si la solución era ayudar al tal Emilio lo haría, se dejaría la piel en ello.

En la casa Emilio había preparado algo de cena para Joaquín y se lo subió a la habitación. Cuándo entró éste se encontraba en posición fetal abrazándose a sí mismo.

- Te he hecho algo de cena Joaco

- No quiero nada Emilio - dijo sin girarse

- No puedes estar sin comer - se sentó junto a él

- Emilio no quiero hablar, déjame sólo

- No voy a hacerlo - se tumbó junto a él - Sé que cuándo dices eso quieres que me tumbe a tu lado y te abrace - lo abrazó - Así que es lo que voy a hacer

Y tenía toda la razón del mundo porque en esos momentos necesitaba el calor y el apoyo de su marido. Necesitaba sus palabras tranquilizadoras que le hacían ver todo con más claridad. En definitiva, necesitaba a su marido.




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Seguimos.........



Uno para el final...



Nos vemos AlbertXioW.

Ravenous // Adaptación Emiliaco // 3° y 4° Temporadas de Clock StreetDonde viven las historias. Descúbrelo ahora