Todo había cambiado, la desaparición de Emilio fué lo peor. Días, semanas, meses buscándolo, pero nunca lo encontraron, así que lo mejor fué darlo por perdido.
A veces las personas desaparecen sin motivo alguno, sin embargo, otras veces desaparecen...
Aquellas luces los deslumbraban, no conseguían divisar a nadie a través de ellas. El rizado se alarmó y colocó a Joaquín detras de él sintiendo cómo éste agarraba su chaqueta entre sus manos. El menor no paraba de repetir "vámonos Emilio, por favor vámonos ya" , pero Emilio sentía que la persona que había en ese auto no era mala, sino todo lo contrario. Se giró para mirar a su marido y transmitirle paz.
- Tengo miedo Emilio, vámonos por favor
- Está bien, no vá a pasarte nada. Entra en el auto y cierra bien las puertas - le tendió la llave
Joaquín hizo lo que Emilio le había mandado y corrió hacía el auto. De pronto observó cómo la persona que estaba en ese auto se bajaba de él y se aproximaba a su marido. No conseguía distinguir de quién se trataba, era un hombre de la misma altura que el rizado, no conseguía ver nada más. De pronto ambas figuras desaparecieron y con ellas el auto. El ojimiel se asustó y salió del auto en busca de Emilio, pero se encontraba sólo en Clock Street.
- No, no, no, no - no paraba de repetir - No puede ser - sacó su celular - Romina, Emilio ha desaparecido... En Clock, estoy en Clock... Ha querido venir cuándo de pronto... Por favor ven a buscarme
Minutos después la castaña aparecía en su auto acompañada por Emir. Joaquín se encontraba muy asustado y a los hermanos les costó convencerlo de irse de ese lugar. Los 3 fueron a casa del matrimonio a esperar por alguna noticia.
"Estoy bien, tengo que arreglar unos asuntos. Sé que estás asustado, perdóname por irme así"
Después de aquello pudo respirar tranquilo, pero aún le perseguía la incertidumbre de con quién podría estar Emilio.
El rizado estaba algo desorientado y aturdido. Le dolía la cabeza, lo último que recordaba es estar frente a unos faros de un auto. Abrió los ojos lentamente, se encontraba en una casa que le resultaba algo familiar, pero nunca había estado en ella. A través de las ventanas sólo podía ver naturaleza, árboles frondosos y verdes. Estaba sólo en una inmensa sala, se acercó a la ventana y pudo observar que se encontraba en una gran colina desde la que se veía perfectamente la zona en la que vivía él y su familia. De pronto escuchó un ruido proveniente de algún lugar y se puso en alerta. Buscó algo con lo que protegerse y lo primero que agarró fué una lámpara.
- No tienes porqué asustarte Emilio, no te haré daño - escuchó una voz
- ¿Quién eres? Me has drogado y seguramente has dañado a Joaquín. ¿Dónde está?
- Está a salvo, Romina fué a ayudarlo
- ¿De qué conoces a Romina? Dá la cara
Escuchó el parqué crujir y se giró observando a la persona que le hablaba.
- Conozco a Romina porque ella es mi hija
La lámpara cayó al suelo produciendo un fuerte estruendo en toda la casa. Cayó de rodillas en el suelo observando a la persona que tenía enfrente de sus narices. Ahora era cuándo comenzaba a sentir miedo de verdad.
- Déjame en paz por favor, déjame irme
- No vas a irte de aquí hijo
- Yo no soy tu hijo. Me mentiste - Emilio se levantó agresivo
- Te protegí - lo contradijo
- Me mentiste, decías que no conocías a nadie de los que iban detrás de mi familia sabiendo que había un ejército entero capaz de hacer daño a Joaquín
- Si ibas contra ellos ibas a dejar a tu marido sólo e iban a ir a por él más fácilmente
- Tú fuiste a por mi marido, a intentar matarlo
- Sabes que no me enorgullezco de ello. Sé que la he cagado Emilio, que soy un padre pésimo capaz de dañar a sus hijos. Os he perdido a los 3, pero debes perdonarme
- ¿Perdonarte? Me drogabas cuándo era un crío al igual que me has drogado ahora sólo para decirme cuatro palabras de las cuáles me creo cero. Me despreciaste cuándo os dije que me gustaban los hombres, intentaste matar a mi marido y ¿debo perdonarte? Mataste a Josh, a mi hermano, al marido de tu hija y después ¿tienes la cara de sujetar su mano cuándo perdió a su hijo? Eres un gran hijo de puta - iba a salir por la puerta
- Yo no maté a Josh - Emilio se giró lentamente - Sólo quería darle una advertencia
- ¿Una advertencia para qué? ¿Para que no me enterase de que tenía un hermano? Lo lamento padre, pero cuándo haces las cosas mal en la vida el karma te lo devuelve. Sabes la importancia que tenía Josh en nuestra vida, al igual que en la de Emir. Él era equilibrio en todo éste maldito caos y tú jodiste el equilibrio - agarró su celular que estaba encima de una mesa y se marchó
Inmediatamente, al salir de la casa se marchó corriendo entre los árboles del bosque produciéndose heridas en la cara por las ramas de los árboles contra las que se daba. Estaba algo perdido, pero logró encontrar su casa. Mientras corría por la calle comenzó a sentir náuseas y mareos debido al cloroformo. Tuvo que detenerse un par de veces antes de llegar a la casa.
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Emir se encontraba fumando fuera de la casa de Joaquín tomando algo de aire. El pequeño había logrado calmarse un poco. Había una niebla muy espesa en la ciudad ese día y al final de la calle distinguió una persona que caminaba rápidamente balanceándose. Cuándo se encontraba más cerca, Emir pudo distinguir que esa persona le resultaba un tanto familiar.
- ¿Emilio? ¡Emilio! - corrió hacía él
Una vez estaban cerca el mayor se dejó caer en sus brazos, agotado por el cansancio.
- ¿Qué ha pasado? ¿De dónde vienes?
- Llama a la policía, se ha fugado de la cárcel
Emir lo miró confuso, pero sabía perfectamente de quién hablaba. Éste llamo a la policía para inmediatamente después llamar a Eduardo. En el interior de la casa Joaquín le curaba las heridas a Emilio, estaba muerto de miedo por todo lo que había contado el rizado. Minutos después llegó el pelinegro algo alarmado por la voz de Emir a través de la llamada. Definitivamente, Emilio debía contar muchas cosas.
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